Prólogo

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*Aclaraciones:
> Es la primer historia que me animo a publicar y compartir, si hay errores en la redacción pido disculpas, prometo ir mejorando
> Temática Omegaverse, si no estás familiarizado con el concepto, te invito a visitar la siguiente pagina: https://letrasdelfanworld.webnode.es/guia-omegaverse/
> No mostrar/etiquetar a los youtubers involucrados
>Todos los miembros de Karmaland aparecerán, pero la historia se centra en Rubén y Samuel. Me reservo el derecho de agregar a mas yotubers que no se encuentren en Karmaland, así como de la invención de personajes originales para dar más jugo a la historia.
> Soy de México y no se me da muy bien escribir de manera "españolizada", por lo que intentaré escribir en un español lo más neutro posible. Sin embargo, quiero mantener la esencia de los youtubers, por lo que habrá veces que usen sus modismos o frases.
> Contenido +18 en algún momento, leer bajo su responsabilidad.

Nota:
Alfa + Alfa = X
Alfa + Beta = Alfa o Beta
Alfa + Omega = Omega
Beta + Beta = Beta o Alfa
Omega + Omega = X

(Así es como llevaré las cruzas, éstas pueden diferir entre historias de otros autores, pero de este modo se hará en este AU)

PERFILES

Samuel
- Tribu: Lupus
- Alfa
- Edad: 17
- Siempre sigue las órdenes de su padre, le importa el bienestar de su tribu.

Rubén
- Tribu: Ursa
- Omega
- Edad: 15
- Es bromista e infantil, le gusta molestar a quien se ponga en frente.

Prólogo: El continente

Habían pasado milenios desde que un meteorito acabó con casi toda la vida sobre la tierra. Los pocos sobrevivientes tenían que ingeniárselas para poder subsistir, todas las civilizaciones habían sido erradicadas y los humanos restantes se vieron en la necesidad de aprender a cazar y vivir en cuevas o chozas construidas con los restos de lo que solía ser un frondoso bosque, obligándolos a retomar el estilo de vida de los primeros hominidos, sin embargo algo era diferente. A una semana del impacto, del meteorito empezó a salir una especie de humo de un tono rosado, el cual comenzó a limpiar el ambiente conforme se expandía. Las cenizas que se encontraban flotando comenzaban a desaparecer, el agua que había inundado las zonas costeras producto de los tsunamis comenzó a disminuir, los volcanes volvían a estar estables. Parecía ser que aquel meteorito había sido enviado para reiniciar la historia, sin embargo nadie lo sabía con exactitud.

Con el pasar del tiempo los animales y humanos sobrevivientes tuvieron que aprender a convivir, el animal requería del humano para que éste de diera comida gracias a la agricultura y la producción de ganado. Mientras que el humano requería del animal para protección y aprendizaje de nuevos métodos de supervivencia, ya que después de pasar toda una vida viviendo en la civilización, estos no sabían hacer más que oprimir las teclas de una computadora, cosa que era imposible volver a hacer.

Producto de ésta convivencia, humanos y animales comenzaron a aparearse entre sí, dando como resultado a los híbridos, los cuales nacían con características tanto humanas como animales y un modo de reproducción muy diferente al convencional. Existían híbridos alfas, betas y omegas. Los alfas, solían ser más grandes, tenían un porte temible, también tenían la capacidad de fecundar tanto a betas como a omegas, sin embargo estos no podían ser fecundados, los volvía locos el olor de los omegas. Los betas, parecían ser de lo más normales pues solo podían fecundar a los mismos betas, sin embargo eran importantes, pues sólo de ellos podían nacer los alfas. Y por último estaban los omegas, los cuales tenían un tamaño menor al de los alfas y desprendían un olor afrutado que les encantaba, podían ser fecundados sólo por alfas, sin embargo no podían fecundar a nadie. Estos últimos eran los más escasos pues solo podía nacer un omega producto de la cruza con un alfa, cosa que era difícil ya que solo tenían un celo a lo largo de su vida y si ese celo pasaba sin haber sido fecundado, jamás dejaría descendencia.

Pasaron más años y los híbridos se concentraban en manadas o tribus dependiendo de su especie. Las guerras por territorio entre tribus eran constantes. Al ser híbridos conservaban la inteligencia de los humanos, pero al mismo tiempo poseían los instintos salvajes de los animales. Cada tribu reclamó un territorio como suyo y así dió inicio la nueva era gobernada por híbridos sobre el nuevo continente: Karmat

— Wow! Nunca me canso de esa leyenda padre — Dijo una voz proveniente de un cachorro de lobo.
— Más que una leyenda, es nuestra historia hijo. —Dijo una voz seria e intimidante.

Quien había relatado la leyenda era nada más ni nada menos que Gnorc, el lobo alfa líder de la tribu Lupus. El joven lobo con quien estaba conversando era su hijo, Samuel, un alfa aprendiz de cazador y que sería el siguiente en liderar la tribu. Samuel era un chico de pelo negro cómo la noche, pero que poseía pequeñas orejas y una esponjosa cola de un tono grisáceo, además de pequeños colmillos que se asomaban entre la comisura de la boca.

A pesar de su corta edad Samuel era un cazador estrella, orgullo de su tribu. Tenía músculos marcados además de una que otra cicatriz, era valiente como ninguno y su padre no tenía duda de que sería un digno sucesor.

Sin embargo, a pesar de su habilidad y valentía, tenía terminantemente prohibido salir de los límites del territorio Lupus, pues en cuanto pisase tierras ajenas podría ser asesinado en un abrir y cerrar de ojos. Samuel tenía muy presente esto.

Caía la noche y Samuel debía alistarse para la caza nocturna, la cual se realizaba todos los días tan pronto se ponía el sol. El chico llamó a su jauría y se dispuso a partir hacia los páramos, en busca de alguna presa la cual llevar de regreso para que la manada cenase. Al llegar a su destino percibió un olor extraño, uno que no había percibido antes lo cual lo puso alerta. Ninguno de los otros lobos parecía percibirlo.

— Le pasa algo señor? — preguntó uno de sus compañeros.
— No, no es nada... les importa continuar con la caza? Creo que vi una presa detrás de aquellos matorrales y ésta vez quiero intentar cazarla solo.

Los lobos asintieron y siguieron de frente, mientras Samuel se guiaba por su olfato rumbo hacia ese extraño olor que cada vez se intensificaba más. — Huele... a Fresa— se dijo así mismo. Al llegar a aquellos arbustos quedó pasmado.

Un joven, prácticamente niño, dormía plácidamente sin percatarse de la presencia del lobo. Samuel lo examinó. Era de complexión delgada, poseía una cabellera blanca como la nieve y lo cubría un ropaje de piel, sin embargo algo le llamó la atención de inmediato: el chico no tenía cola ni orejas de lobo, en cambio poseía unas pequeñas orejas redondas de un color marrón y pequeñas garras en las manos... no cabía duda, el pequeño pertenecía a la tribu Ursa. Era un cachorro de oso.

🌟 The Journey 🌟 (Rubegetta AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora