Cádaver vacío

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Snk pertenece a Hajime Isayama.

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Las llamas ardían con solemnidad, acechando sus retinas como si tuviesen la intención de derretirlas. ¿Acaso aquella vorágine infernal poseía inteligencia? Como si pretendiese advertirle del peligro de su sueño ilusorio. Cuanto más se aproximase, mayores serían las llamas que le acogerían en el infierno. ¿Acaso podía Erwin Smith ensoñar con ascender al cielo? No tras los miles de soldados que habían construido el sendero por el que paseaba con sus cadáveres en descomposición.

Intentó serenarse mientras observaba la dirección del fuego. Dirigido. Una explosión provocada desde el interior y sin contención. En cuestión de horas aquel edificio acabaría reducido a cenizas. ¿Qué clase de altercado había provocado Levi para acabar siendo pasto de aquella anaranjada silueta humeante?

Comenzó a descender con parsimonia. La calma desaparecía a cada instante que pasaba. Él mismo había decidido que el cuartel dónde guardaban toda su artillería sería el que tuviese mayor vigilancia. Solamente podía enviar a su mejor soldado. Pero jamás había dado la orden de destruirlo. Aquella incursión no pretendía rebajar más vidas inútilmente. Sino obtener el suficiente conocimiento para destruir todas las que se interpusiesen en su camino en el futuro.

Levi conocía la orden. Y sin embargo no avanzó junto a su subordinado hacia el punto destinado. Perder a una de sus mejores piezas era un precio impensable. Menos a cambio de varios kilos de acero que se derretían con las llamas del averno.

- ¡Levi! - gritó desesperado, su ceño se fruncía con preocupación - ¿¡Hay alguien vivo!? ¡Lev-!

Sus palabras se detuvieron al instante. Una mano se posó sobre su boca mientras rodeaba su nuca. Notó que una extraña fuerza le guiaba hacia atrás hasta arrastrarle a un callejón vacío.

- No grites, idiota – una voz ronca que reconocía a la perfección, algo más enojada de lo habitual –Alertarás al enemigo.

- ¿Qué ha pasado, Levi? Te di órdenes explícitas de-

- Yo no lo he provocado, Erwin – Levi buscó una pared en la que apoyarse mientras mostraba un rostro preocupado – Tú tenías razón. No debemos subestimarlos.

- Moblit volvió sólo al punto de origen. Sin tí.

- Creí que su líder se encontraría aquí. Pero eran meros soldados rasos. La mayoría han recibido un entrenamiento muy estándar.

- ¿La mayoría?

- Hubo uno. Una mujer. Demasiado lista. Probablemente haya sido adiestrada de manera especial. Supongo que el líder se rodea de aquellos que destacan – dirigió una mirada culpable hacia Erwin – Como haces tú. Probablemente tenga más soldados como ella. Así que debemos tenerlo en cuenta.

- Descríbemela.

- El resto de soldados que estaban de revisión parecían meros mercenarios o soldados de la corte aburridos de llenar sus tripas con alcohol. Ella era distinta, capaz de rastrear y provocar trampas que ni yo mismo pude detectar con anticipación. Y muy buena actriz, pero no lo suficiente.

- ¿Qué quieres decir?

- Moblit y yo cerramos la escotilla del sótano, tal y cómo nos sugeriste. Colocamos un peso para evitar que nadie pudiese entrar desde esa misma entrada. Yo mismo deposité varios sacos de pólvora. Ningún ser humano podría levantar eso fácilmente. Ni Mike o tú mismo. Esa mujer tampoco tenía tanta fuerza para ello.

Decisiones y arrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora