Dos palabras

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Snk pertenece a Hajime Isayama

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Arrugó su entrecejo con preocupación. Podía leer decenas de veces aquellos periódicos. Usualmente solo mostraban noticias insulsas que no merecían su interés. Pero parecía que últimamente se focalizaban en la cantidad de muertes que comenzaba a reducirse en un ámbito concreto del ejército: aquellos que jugaban sus vidas para salir fuera de aquellos muros. Los conocía bien. Sus rostros, sus estrategias, sus habilidades.

Podía observar durante horas la ilustración que coronaba aquella noticia. El comandante, un hombre algo extraño y misterioso que parecía albergar algún tipo de secreto. Y junto a él, frecuentemente solía estar dibujado una persona que conocía demasiado bien y que los periódicos habían apodado cómo el hombre más fuerte de la humanidad. La primera vez que leyó ese nombre en un titular tuvo que aguantar la risa para no ser preguntado por aquellas personas que le acogían desde hace años.

Si tan sólo supieran que ni siquiera sabía sujetar correctamente un cuchillo, probablemente esos periódicos no lo venerarían tanto. Ni siquiera sabían quién era aquel pequeño hombre realmente. Sólo enzalsaban un pasado que no tenía nada que ver con su auténtico origen. Sí, había sido un criminal, pero ese era el menor de sus pecados. El verdadero pecado corría sin descanso por sus venas, recordándole cada día quiénes eran. Él lo sabía, pero su sobrino todavía no.

Comenzó a arrugar la página que estaba leyendo mientras notaba que aquel hombre entraba en la habitación. Alguien por quién no sentía ninguna clase de lealtad o respeto. Pero tenía un interés por lo que pudiera ofrecerle mientras fingía estar a sus órdenes. Cruzó toda la habitación y se sentó frente a él. Había comenzado a ser una rutina diaria. Desde que la única persona por quién realmente sintió esa necesidad de protegerlo falleció, su hermano, cada día, se sentaba frente a él y le hacía un resumen de las órdenes diarias. Y comenzaba a cansarle ser la niñera de su hija.

- ¿Qué quieres, Rod? Estoy ocupado – le esquivó mientras fingía leer una noticia gastronómica.

- Que Uri te protegiese cuando vivía no significa que todos vayamos a hacerlo –cruzó sus manos frente a su cara en actitud defensiva – Tu origen no va a ser siempre secreto, Kenny Ackerman.

- He degollado a suficientes personas que se han atrevido a pronunciar ese nombre con tremenda osadía, ¿qué te hace creer que mi filo vacilará delante de tí? - amenazó mientras mostraba aquella pequeña navaja que guardaba junto a su corazón.

- Lo comprendo –reflexionó alejándose con prudencia de su campo visual – Pero Frieda comienza a sospechar.

- Me disculpo por no ser tan buen actor como esos lameculos que besan todo el día sus pies.

- No voy a revelarle nada, aún no.

- Uri nunca intentó hacer lo que tu hija hace cada vez que la acompaño a ese muro. Jamás sentí esa sensación rara eléctrica – exclamó algo confuso –Se que utiliza algún poder conmigo, y se queda mirándome esperando que haya desaparecido algo de mí.

- Tus recuerdos.

- No noto que desaparezcan - ¿tenía algo que ver con su clan? Su abuelo había muerto con tantas incógnitas que ni el mismo comprendía – Pero tu hija me hace sentir confuso. Si vuelve a dirigir esos rayos de sus manos a mi cabeza, no dudaré en clavarle un cuchillo en la tráquea. Quedas avisado.

- Tarde o temprano ella sabrá que conservas tus recuerdos. Mejora cada día utilizando su poder – sus manos comenzaron a temblar, arrastradas por un amargo recuerdo – Su conexión con él será plena dentro de poco y sabrá quién eres con tan sólo mirarte.

Decisiones y arrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora