Bienvenido de vuelta, capitán

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Snk pertenece a Hajime Isayama.

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Los delgados rayos de sol acariciaban su cabellera con cuidado. Calentando su fría piel. Sus pestañas se deslizaron lentamente hasta abrirse por completo. No llevaba la cuenta de las horas que había dormido, pero le parecían muchas más que de costumbre. Y conocía perfectamente la razón de ello.

Intentó girarse con cuidado para no despertarla, sus leves gemidos en sueños le consternaban. Probablemente pudiera dormir en cualquier tipo de situación, y transmitía esa tranquilidad a cualquier persona a su alrededor, incluido él mismo. Llevaba cuatro días seguidos colándose en su habitación por la noche y quedándose dormida en su cama. Aquella noche había sido diferente, se había tumbado junto a ella mientras le hablaba de uno de sus experimentos. Ni tan siquiera recordaba haberse quedado dormido con ella.

Observó con cuidado sus facciones mientras dormía, completamente relajada. No se sentía incómodo, era una sensación rara que solamente recordaba haber tenido cuando dormía con su madre. ¿Acaso aquella mujer era cómo una madre para él? No, era distinto. Algo que conocía muy bien e identificaba.

Los mechones desordenados que caíansobre su frente comenzaban a molestarle, tapaban su cara y no le permitían ver su delicado rostro

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Los mechones desordenados que caíansobre su frente comenzaban a molestarle, tapaban su cara y no le permitían ver su delicado rostro. Acercó la mano con cuidado intentando apartar aquellas hebras que le restaban visión. Mientras sus párpados permanecían cerrados también le arrebataban otro tipo de visión. La de aquellos ojos que usualmente se emocionaban mientras hablaba, a los que miraba a escondidas. Una mirada intensa y un brillo que nunca desaparecía de ellos.

- Buenos días, Levi – susurró mientras abría sus ojos.

- Tché – se apartó bruscamente mientras su mirada se cruzaba con la de él. – Deberías dejar de dormir en mi cuarto.

- Erwin ya sabe que duermo aquí a menudo – replicó mientras se frotaba los ojos – Me dijo que no le importaba siempre y cuando no afectase a mi trabajo.

- ........

- ¿En que estabas pensando antes? Has estado un rato mirándome mientras dormía, ¿verdad?

- ........ - en tus malditos ojos.

- Cuentamelo, somos amigos.

- Roncas – mintió– Estaba preocupado porque tus ronquidos tirarían abajo las paredes de esta habitación.

- Je. - sonrió  mientras se acercaba más a él – Mentiroso.

- .......

- Si me fijo bien –la distancia cada vez se reducía más mientras ella se acercaba a él– tus ojos son más azules de lo que pensaba, desde lejos parecen bastante grises.

Decisiones y arrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora