El Inicio

Capitulo 7

Coldwater, Maine
Actualidad.

Ya han pasado 4 siglos, casi 5, desde la última vez que vi a Amelie con vida. Muchas cosas han cambiado desde entonces, una de ellas es que durante los años eh encontrado más ángeles caídos, nunca creí que habría cientos de ellos. Entre ellos se encuentra un muy buen amigo, Rixon, eh estado con él desde que lo conocí unos años después de convertirme en un caído. Y ahora, él y yo estamos mudándonos, a un pequeño pueblo en Maine, Coldwater. Entre los ángeles caídos existe un rumor, se dice que si matas al descendiente de tu vasallo puedes convertirte en un humano, puedes volver a sentir, a enamorarte y hacer todas esas cosas que nosotros los caídos solo podemos hacer durante dos semanas al año. Realmente no sé si esto sea cierto, por eso estoy aquí en Coldwater, aquí se encuentra uno de los descendientes de Chauncey, solo tengo que encontrarlo.

––Finalmente hemos llegado ––Dijo Rixon dándome un golpe en la espalda, que claro, no sentí.

––Así es, hemos llegado por fin.

––Dime Jev, ¿Por qué estamos aquí? Pudimos ir a otro lado, como a Nueva York, a Los Ángeles, lugares mil veces mejores que aquí.

Aunque Rixon fuera un gran amigo no le había contado sobre mi plan de encontrar al descendiente de Chauncey, no aun, lo planeo hacer después de que lo encuentre.

––Tengo algunas cosas que hacer aquí Rixon ––fue lo único que le dije.

––Bien, entonces vamos a encontrar un lugar en donde quedarnos amigo.

Pasamos toda la tarde recorriendo el pueblo, era un pueblo tranquilo y pequeño, pero tenía su encanto. Recorrimos todo el pueblo hasta llegar a un parque de diversiones “Delphic Seaport”. Era de noche, había muchas personas en este lugar, todos gritando y tratando de pasar un buen rato, Rixon y yo nos miramos y decidimos entrar a este lugar. Recorríamos todo Delphic Seaport y llegamos a un atracción “El arcángel”, inmediatamente capto mi atención “¡LA SENSACION MAS NOVEDOSA!” se podía leer en el letrero “PIERDA LA GRACIA DIVINA EN UNA CAIDA VERTICAL DE TREITA METROS”. Me di cuenta en ese momento, Rixon y yo no éramos los únicos ángeles caídos que había en este, al parecer, no tan tranquilo pueblo.

––Vamos Nora, hay que montarnos al arcángel ––decía una chica rubia.

––Al final ––le contesto con una sonrisa una chica de grandes y hermosos ojos grises.

Esta chica con el cabello castaño rojizo llamo mi atención, ella estaba detrás de Rixon y yo no podía apartar mi mirada de ella.

––Vámonos Jev, hay que irnos de aquí ––me dijo Rixon bloqueando mi mirada de la chica.

––Si, claro, vámonos.