Capitulo 4

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Corrí lo más rápido que pude hacia el lugar en donde se encontraba el hogar de Amelie, pero aunque corriera más rápido parecía que me encontraba a kilómetros de distancia, era como si avanzara un paso y retrocediera el doble.

Por fin llegue a la casa de Amelie, después de que pareciera que corrí por más de 30 minutos. Desacelere el paso cuando vi su casa pero me detuve en seco cuando pude analizar mejor la situación. La casa de Amelie estaba diferente, las luces estaban apagadas y la puerta principal se encontraba abierta, lo cual era muy extraño porque ella siempre la cerraba, nunca la dejaba abierta, no quería que ninguna animal se metiera a su casa.


Me fui acercando con cautela, entre en la casa de Amelie golpeándome con todo ya que no podía distinguir ninguna figura por la falta de luz; conforme mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad pude distinguir que todo dentro del hogar de Amelie estaba destrozado, las sillas estaban tiradas, sus compras del día estaban regadas por todo el piso, y fue cuando un miedo indescriptible se apodero de mí, nunca había sentido tanto miedo en toda mi vida, salvo cuando escuche un leve susurro diciendo mi nombre, era Amelie.

-Jev- escuche que decía Amelie con gran esfuerzo.

-¿En dónde estás Amelie, no te veo?

-Por aquí.

Y entonces la vi, se encontraba al fondo de la habitación, en el rincón más oscuro de toda su casa, me acerque a ella. Su cuerpo yacía tirado en el frio suelo, la levante entre mis brazos y me senté con ella reposando en mi pecho.

-Amelie- dije con mi tono de voz a punto de romper a llorar, le quite el cabello de sus hermosos ojos y me quede contemplando lo hermosa que era- No os preocupéis, todo saldrá bien, la ayuda ya viene en camino, se va a recuperar- dije tratando de no llorar, ya que sabía que mis palabras habían sido una cruel mentira.

-Jev- me llamo. Su voz cada vez se escuchaba más débil.

-Shhh-le coloque un dedo entre sus labios- Guarda silencio amor mío, aguarda un poco más, que la ayuda ya viene en camino.

Ella abrió sus hermosos ojos muy lentamente, me miró fijamente y me regalo una de sus hermosas sonrisas, de esas sonrisas que tanto me gustaban. Eventualmente Amelie fue cerrando los ojos conforme su fuerza se acababa, su sonrisa se desvaneció, así como su vida.

Ella había muerto, aquellos hermosos ojos grises, aquellos labios gruesos y de color rosado, aquella hermosa sonrisa ya no las vería nunca más, se había ido, mi amada se había ido para siempre de este mundo, y todo había sido mi culpa. Yo la mate, yo mate a Amelie, merecía cualquier castigo que los arcángeles decidieran darme, ya no me importaba nada más. 

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