𝘥𝘪𝘦𝘻.

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no soporto a ruel. ¡no lo soporto! es un inútil, es un pesado, es un ridículo, un odioso, mandón, payaso y mujeriego. ¡acabo de verlo meterle la lengua en la garganta a dos chicas en menos de media hora!

¿por qué tiene que ser así? me repugna.

apuesto a que se burla de mí por ese "beso" que me dio (que para él seguro fue más un roce que nada) y piensa que me tiene a sus pies como a todas las demás. y es verdad, pero odio que piense eso.

—¿en qué tanto piensas?— me sobresalté cuando lo vi de pie a mi lado —¿es en mí?— preguntó curioso.

—claro que no.— torcí los ojos —deja de pensar que todo gira a tu alrededor.

—¿y no es así?— me preguntó alzando las cejas con una sonrisa burlona. me di la vuelta para poder mirarlo completamente y me crucé de brazos.

lo que tiene de bonito lo tiene de estúpido.

—no ruel, claro que no es así. no eres el centro del mundo y nunca lo serás, ya deja de fastidiar.

—bla bla bla, que aburrida eres.— torció los ojos mientras movía su mano como si fuera mi boca. fruncí el ceño.

—¿quieres dejar de comportarte como un niño de cinco años?— se notaba el fastidio en mi voz, era imposible que no se diera cuenta —ya tienes diecinueve años, deja de ser tan estúpido.

—¿eso piensas de mí? auch, me dueles.— hizo un puchero muy falso y se acercó a mí de golpe, aturdiéndome un poco y haciéndome abrir los ojos de la sorpresa.

—¿qué haces?— pregunté con el ceño fruncido, pero sintiendo los latidos de mi corazón acelerarse con su cercanía.

—¿yo? nada.— fingió inocencia —¿por qué lo dices?

—aléjate.— dije alzando mi brazo para que diera eso distancia entre nosotros. ¿por qué hace esto? ¿por qué viene y actúa como si le gustara y después va y hace lo mismo con alguien más? no lo entiendo, pero no me sorprende viniendo de él.

—¿así?— preguntó dando un paso hacia atrás —¿o así?— preguntó otra vez, acercándose muchísimo más de lo que ya lo estaba antes.

—eso no es alejarte.— bufé, mirando a cualquier lugar que no fueran sus ojos o su cara o sus labios... algo un tanto difícil, si era sincera. sonrió satisfecho al ver lo nerviosa que estaba y me tensé al sentir la punta de sus dedos bajar con lentitud desde mi brazo hasta mi cintura, sacándome un escalofrío sin que pudiera evitarlo. sujetó con fuerza mi cintura y me pegó a su cuerpo con un solo movimiento. puse las palmas de mis manos en su pecho e intenté separarme inclinándome hacia atrás —suéltame.— le advertí mirándolo mal.

—yo me estoy divirtiendo, ¿me vas a decir que tú no?— ignoró lo que dije y acercó su cara a la mía, quedando a centímetros de mis labios. tiré mi cabeza hacia atrás de golpe y él sonrió burlón.

quería separarme, pero mi cuerpo no reaccionaba a lo que le pedía y solo estaba de pie, sin hacer nada, como tonta. me ponía muy nerviosa el tenerlo tan cerca y su toque me aturdía muchísimo. ¿cómo es que alguien podía tener estos efectos sobre otra persona? solo me había tocado la cintura y yo casi me estaba derritiendo con eso.

vi como algunos mechones de su cabello le cayeron por los costados y sonrió con los labios entreabiertos, mirándome directamente a los ojos.

—¿qué no me habías dicho que me alejara?— me preguntó en un tono suave, mirando mis labios a una distancia muy corta de mi cara. asentí como tonta y pasé grueso antes de responder.

—sí, aléjate.— murmuré como pude, dándole una rápida mirada a sus labios y volviendo a subir hasta sus ojos.

—¿segura?— sentí como su nariz rozó con la mía y su pesada respiración dio en mi cara, poniéndome aún más nerviosa de lo que ya estaba. no sabía qué decir o hacer. quería que se alejara pero al mismo tiempo no quería que lo hiciera, quería que me dejara en paz y también quería que me besara.

—s-sí.— quise golpearme cuando mi voz salió entrecortada, pero no podía hacer nada.

—no te veo muy segura.— negó lentamente, humedeciendo sus labios y sonriéndome al ver que estaba embobada mirándolo.

—ya te dije que sí, estúpido.— respondí sin poder dejar de mirar sus bonitos ojos. sonrió aún más grande y casi pude sentir como el corazón se me salía del pecho cuando sus labios rozaron los míos de una forma lenta.

—¡hey!— ambos giramos nuestras cabezas cuando un grito llamó nuestra atención. un profesor nos miraba desde el pasillo con el ceño fruncido. sí, como si nunca hubiera visto a dos personas pegadas a los casilleros y sin tener espacio personal entre ellos. como si aquí eso no pasara a diario —¡no se queden ahí, vayan a sus clases!

—nos vemos, rue.— se despidió divertido, guiándome el ojo antes de irse como si nada. yo solo me quedé de pie aún aturdida por lo que había pasado; con las piernas temblando y tratando de que mi cerebro procesara. ¿qué había sido todo eso?

𝐒𝐄𝐋𝐅𝐈𝐒𝐇     (𝐑𝐔𝐄𝐋 𝐕𝐀𝐍 𝐃𝐈𝐉𝐊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora