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Sakura sabía que debería estarse concentrando en sus entrenamientos, poniendo todas sus fuerzas en mejorar y así poder alcanzar las habilidades de sus compañeros de equipo; que rápidamente la estaban dejando atrás.

Pero no podía evitarlo, ver esas flores y pensar en el hermoso ramo que podría hacerle a su Sasuke.

Sabía que no debía, pero parecía que sus manos tenían vida propia al tomarlas con sumo cuidado para no estropear los hermosos pétalos y las sostenía con suavidad. En un segundo tenía suficientes para un pequeño arreglo y la pelirosa decidió que entonces no sería tan malo dárselas a su amado.

Sasuke no era muy fan de las flores, cuando eran niños varias veces había intentado regalarle alguna y nunca las había aceptado; nunca las aceptaba de nadie, en realidad. Pero eran niños, después de todo, a esa edad a los niños les daban asco las niñas y no se lo había tomado personal.

Ahora eran mayores, tenían trece años y ya no eran niños. Tal vez Sakura podría poner todo de sí para por fin conquistar al pelinegro.

Bueno, la mitad de sí, porque aún debía entrenar y concentrarse en sus estudios ninja. No tenía sentido tratar de conquistar el corazón de Sasuke si antes no la veía como a una igual, debía ser la mujer fuerte que él querría a su lado.

Buscó un listón entre sus cosas y con cuidado ordenó las flores como una vez Ino le había enseñado. Aunque todavía detestaba un poco a la rubia, debía admitir que tenía un talento natural para los arreglos florales.

Sonrió al ver el resultado y lo sostuvo entre sus manos, esa tarde podría terminar más temprano sus entrenamientos y visitar a Sasuke para darle aquel regalo. Estaba segura que el mayor debía estar entrenando, pero no creía que hiciera mucho daño una rápida visita.

Sólo que cuando lo buscó, no lo encontró en su casa, ni en el punto del bosque donde normalmente entrenaban, tampoco en el puesto de té que tanto visitaba. Se iba a dar por vencida, hasta que caminando resignada con dirección a su casa, miró a su lado el pequeño muelle.

Ah, ¿cómo no se le ocurrió antes?

-¡Sasuke-kun!-chilló emocionada, al ver la melena azabache que reconocería en cualquier lugar salir a la superficie del agua. No esperó ni un segundo, antes de comenzar a correr por las escaleras de aquella pequeña colina para llegar al mayor-¡Sasuke-kun!-

No cuestionó porqué estaba dándose un baño en el lago en plena tarde, tan sólo asumió que era para refrescarse del calor y por la distancia, Sakura tampoco pudo notar que Sasuke no estaba solo.

Abajo del agua, un travieso rubio estaba tratando de hundir al mayor en una especie de lucha mientras Sasuke reía y pataleaba, no tan fuerte para lastimar a Naruto y veía divertido las burbujas salir de la boca ajena por el esfuerzo.

-¡Ya rindete, dobe!-se burló Sasuke, metiendo su mano en el agua para tomar el brazo de Naruto y obligarlo a salir; riendo otra vez al ver las muecas que hacía el otro genin mientras recuperaba la respiración-Gané-

-Eso no significa nada, ¿te recuerdo quién le compró el helado a quién?-soltó el rubio con sorna, sonriendo divertido y haciendo desaparecer sus ojos de forma adorable.

Sasuke fruncio el ceño y con sus manos lanzó agua a la cara de Naruto, que no tardó en regresar el ataque riendo.

-Ya se qué otra cosa podemos jugar, yo te amarro al fondo del lago y tú ves cuánto puedes contar antes de perder el conocimiento, ¿qué te parece?-dijo el pelinegro con una sonrisa maliciosa y Naruto se alejó de inmediato, poniendo sus puños en alto entre los dos.

-¡Deja de sonreír así, idiota, pareces villano barato!-gritó Naruto, entrecerrando sus ojos con desconfianza y Sasuke rió.

El rubio podía ser un cabeza hueca, pero cuando se relajaba y sacaba su mente por un segundo de la academia, Sasuke encontraba tan fácil reír con Naruto que le sorprendía cómo no se había dado cuenta antes de todo lo que le hacía sentir y porqué siempre parecía haber un imán entre ellos; primero con rivalidades sin sentido y ahora... esto.

𝐓𝐑𝐈𝐀́𝐍𝐆𝐔𝐋𝐎 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐎𝐒𝐎 | 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐒𝐀𝐒𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora