Colaboración: Dulce López
Editado y corregido por Ginger Vermar
Hay cosas tan hermosas en esta vida que son capaces de eclipsarnos al verlas, inmovilizarnos al sentirlas o apasionarnos al vivirlas... Cuesta demasiado creer que no son para siempre, inadmisible sería pensar en que puedan sucumbir ante algo, porque el hecho de creerlas perfectas, nos hacen sentir que son eternas.
Pero, no lo son.
Tal como aquellas hermosas flores de primavera que tardan en germinar, pero una vez que lo hacen, son resplandecientes y perfectas, tanto que pueden llegar a hipnotizarnos ante su fragancia y beldad, atrayéndonos hacia ellas, incitándonos a admirarlas... Pero, en efecto, no perduran por siempre.
Porque así es la vida.
Lección que aprendió en carne propia Hermione Granger (antes Malfoy). Ella es el ejemplo vivo de que hasta lo más perfecto puede sucumbir en las tinieblas, esas que hoy la hacían sentir así... su mundo era una oscuridad que emergía desde lo más profundo de su corazón y la carcomía poco a poco como un parásito que se abre camino para infectar todo a su paso. Ahí de pie frente a los grandes ventanales de la oficina en el penúltimo piso del Ministerio de Magia, absorta en sus pensamientos, observando como caía el atardecer, se sentía tan identificada con aquel justo momento... Había vivido mucho tiempo con la sensación de que todo, en algún momento, terminaría con Draco, que la felicidad no era eterna, que el cuento de hadas no sería imperecedero... Y hela ahí, sola... nunca pensó que las cosas terminarían así, tan mal... tan triste... lánguido y mustio como ese día gris.
Miró hacia abajo, ahí en la entrada en donde se arremolinaban decenas de periodistas a la espera de su salida, como cuervos al ataque. No, los cuervos a pesar de ser criaturas oscuras saben respetar a su presa, más bien eran como buitres aguardando a quien agoniza mientras la muerte lo abraza... Meneó la cabeza para dejar de lado la sombría analogía y dio un fuerte respiro, ¿qué culpa tenían ellos de estar allí?, después de todo, para eso les pagaban, pues no eran responsables de que ella hubiese protagonizado el escándalo del año.
No, solo una persona era la culpable de todo, solo una persona era la culpable de que ella ocupara todos los encabezados de los periódicos y revistas del mundo mágico. ¡Claro! Al ser una persona que tenía un cargo importante y público, todos se creían con derecho de invadir su privacidad.
Dio otro respiro mientras seguía jugando con las perlas que colgaban de su cuello, perlas blancas incrustadas en una fina cadena de oro, regalo de su suegra Narcisa Malfoy al graduarse de la Academia de Leyes Mágicas hacía ya varios años. Sonrió con tristeza al recordar aquel momento. Tan nítidamente lo vio a él, junto a su madre, acercarse a ella con sus rostros llenos de felicidad y orgullo, ¿quién iba a pensar que tanto daño le iba a causar? ¿Qué estaría pensando en esos momentos su aristócrata suegra? De seguro querría hablar y saber su versión. Pero ella no estaba dispuesta a enfrentarla, sin gritarle la decepción que sentía por su hijo y tampoco a asumir una culpa que no le pertenecía.
Cayó el atardecer dando paso a la noche, miró su reflejo en la ventana y por unos segundos se desconoció, alargó la mano lentamente para tocar el vidrio y sentir que era real, mas el contacto con el gélido cristal la trajo a su realidad... ¡Claro que era real! ¡Claro que estaba ahí! Y era Hermione Jean Granger y apenas hacia unas horas había firmado su divorcio cuya causal era adulterio, con todas sus letras... Fuerte, duro y frío como sus sílabas. El acta la tuvo en sus manos solo unos segundos, suficiente para ver estampada al pie del documento, la estilizada y arabesca firma de él, quien en ningún momento se opuso o quiso cambiarla. Draco ahora estaba libre, independiente de que la cláusula lo tachara de poco íntegro y no fiable. Empero, ¿quién iba a confiar en un exmortífago? ¡Solo ella! Y tarde había aceptado lo que muchos le dijeron...
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No Se Amaban
Fiksi Penggemar"El enamoramiento llega de repente arrasando con todo a su paso, sin importarle nada ni nadie. El amor, en cambio, tiene un caminar lento para instalarse en tu alma, haciendo a ese ser un complemento de ti... y, lo mejor de todo, te hace feliz. Si...