Draco apareció en el hall de la casa de sus padres, el aroma a las flores de lavanda de su madre inundaba todo alrededor, haciéndolo recordar sus tristes años de niñez. Esa que vivió solo en los jardines de aquella mansión que, en aquellos años, era un ir y venir de amigos y socios de Lucius. Muchos de los cuales, camaradas mortífagos y simpatizantes de las artes oscuras. . Bufó porque no era momento de traer a su mente tiempos angustiosas, ya que ya mucho tenía con lo que estaba viviendo, que no quería amargarse aún más.
Allí estaba todo silencioso, en tanto la mampara que daba al patio se hallaba entornada y el viento se colaba por la cortina haciéndola danzar lentamente al compás de la fría brisa invernal.
Cruzó la solapa del abrigo a la altura del cuello y se acercó a cerrar la puerta, pero al hacerlo vio que su madre estaba afuera, a la orilla del rosal, mágicamente florecido, mirando la capa de hielo que se había formado en la piscina.
Sigiloso se acercó a ella, quien estaba claro que lo había visto de soslayo, pero aun así no apartaba la vista en un punto no definido.
—¿A qué has venido? —preguntó en tono adusto.
Draco auguraba una reacción así de su madre, no esperaba menos. En ese momento se dio cuenta que el frío exterior no era nada comparado con las gélidas palabras de su madre.
—Supongo que estás enterada de que Hermione se ha ido —su madre no respondió, sin embargo no iba a iniciar una confrontación, no estaba en sus ánimos y realmente lo que menos quería era terminar disgustado con ella. Entendía que él era el culpable de todo, pero ahora lo que menos necesitaba era enemigos. Esperaba que, a pesar todo, pudiera contar con su ayuda.
—No, no lo sabía —respondió volteándose hacia su hijo, pero al parecer la noticia no la había sorprendido, como él creyó que sucedería—. Se fue sin que yo...
—«¿Sin que tú?» Es decir que... Madre... ¿tú sabías que ella se iría? —preguntó incrédulo.
—Realmente, no. Pero estaba claro que algo haría, vi su foto en El Profeta y no lucía nada de bien —Narcisa guardó la varita entre sus ropas, la había sacado para eliminar el hielo de sus rosas y crear un hechizo para evitar que el invierno hiciera de las suyas en su hermoso jardín y caminó hacia la casa. Draco de inmediato la siguió, pues sintió rápidamente el cambio de temperatura. De seguro ella tenía algún hechizo que la mantenía resguardada.
Al ingresar al salón, Narcisa lanzó otro hechizo hacia la chimenea y esta se encendió con fuerza, con un calor que abrigó el lugar a los segundos. Draco cerró tras de sí la puerta.
—¿A qué viniste? Supongo que no estás aquí solo para darme esa noticia —expresó ella indiferente.
—En realidad vine porque creí que tú sabías algo.
—No, no sé nada. No he hablado con ella. Así que ahora, te puedes ir.
Draco dio un respiro fuerte para tratar de controlarse y no defenderse, a pesar de no saber cómo. Su madre tendría que echarlo con otro de sus encantamientos, no se iría así de buenas a primeras.
—Y porque necesito retomar mi puesto en la empresa... con lo ocurrido, no tengo trabajo de médico en ninguna parte —reconoció serio y sin mayor preámbulo. Si no hablaba de inmediato, tal vez su madre luego no lo dejara continuar. Sabía que arriesgaba mucho y que la respuesta de seguro sería negativa, pero tenía que intentarlo. No quería irse lejos como Ginny le había propuesto, tenía todo para empezar de nuevo. Estando lejos no podría recuperar a sus hijos. No pensaba en Hermione, porque eso era un sueño imposible. Ella jamás lo perdonaría y él no estaba dispuesto a seguir humillándose. Había pedido casi de rodillas una absolución que sabía que jamás llegaría, además tampoco podía dejar a Ginny, ella tenía muchas ilusiones y él también se las había hecho con ella, pero eran de fantasía, porque ahora que podían llevarlas a cabo, sabía que no tenían sentido, que mucho había perdido con engañar a su esposa, que la amaba, pero que la había herido y esa herida, no se podía sanar... nunca sanaría.
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No Se Amaban
Fanfiction"El enamoramiento llega de repente arrasando con todo a su paso, sin importarle nada ni nadie. El amor, en cambio, tiene un caminar lento para instalarse en tu alma, haciendo a ese ser un complemento de ti... y, lo mejor de todo, te hace feliz. Si...