ANDRA

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No le había dicho a nadie que estaba de vuelta en casa. Solo quería estar solo. Su tía hacia un buen trabajo manteniendo la casa limpia. A los cuatro días encendió su computadora cambio el lugar de residencia de su página de citas. Quería un respiro pero de alguna manera se había acostumbrado al estilo de vida que llevaba. Una clienta especial había aparecido, quedando en encontrarse en una cafetería cerca de la Plaza de Mayo.

Había llegado temprano como siempre, su acompáñate ya se encontraba esperándolo, se dio cuenta que era un poco más puntual que él. La saludo con un beso en la mejilla; se sentó junto a ella, la conversación comenzó. Era linda su personalidad lo refregaba. Era pequeña ojos marrones claro igual que su cabello.

- Si me has llamado sabes a que me dedico.

- Por eso te he llamado.

- ¿Dime que puedo hacer por ti? – pregunto Andreu.

- Quiero perder mi virginidad contigo, después de mi iniciación –dijo Andra.

- A que iniciación te refieres.

- A mi iniciación como hechicera.

Hubo un silencio; nada extraño, un silencio habitual que sucede cuando la gente se queda pensando; formulando palabras para poder expresarlas a continuación. Bebió su café aún caliente, ella hizo lo mismo. Sus miradas eran profundas como si buscaran saber lo que estaban pensando en aquel momento donde el silencio era el debutante.

- No logro entenderte – se atrevió a comentar Andreu.

Ella volvió a sorber un poco más de su café mientras sonreía.

- De que te ríes – dijo Andreu.

- De nada, eres muy guapo – concluyó ella.

Él se sonrojo agachando la mirada.

- Pareces tomate; caminamos un poco – continuó ella.

- Estoy rojo porque me he quemado la lengua, está bien caminemos un rato – de alguna manera buscaba un respuesta para evitar decir que se había sonrojado por su cumplido.

Caminaron por la Plaza de Mayo, Andreu de alguna manera se sentía conectado con ella, no sabía a qué se debía. Sentía como si ella fuera alguien especial para él. Pensaba que era algo estúpido lo que sentía, Andra era una mujer muy alegre y llena de vida.

- Enserio la hechicería existe y tú tienes poderes, puedes levitar a botar fuego – dijo Andreu con un tono sarcástico.

- Eres un bobo – comento ella empujándolo con su cadera.

Siguieron caminando cuando llegaron al final de la Plaza se despidieron, quedaron en encontrase después para planificar como seria todo. Se dieron un beso en la mejilla y cada uno regreso a su casa.

Ya no tenía preocupaciones de las tareas de la universidad, visito a tres clientas que había conseguido en la ciudad, después descanso en casa, al décimo día de diciembre llamo a su tía para decirle que estaba nuevamente en casa, ella la había invitado a cenar y él había aceptado sin preocupación.

A que se refería sobre la hechicería. "realmente la magia existe" se cuestionó. Hechicería volvía a decir su voz interior. Estaba haciendo frio en Buenos Aires. La navidad estaba a punto de llegar. Solo faltaban escasos 15 días, todas las calles estaban repletas de luces y adornos. Preparo un té de menta, lo bebió lentamente, subió al auto y fue a casa de su tía para cenar, antes de dirigirse a su destino se detuvo a comprar dos botellas de vino, un mensaje de Andra llego a su celular.

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