ALICIA

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Era domingo por la  tarde, se encontraba caminando por la plaza de Tertre. Se sentía emocionado por la nueva ciudad donde se encontraba. Nunca se imaginó caminando por tan bellos lugares. Era una plaza muy colorida, repleta de pintores y retratistas. Admiro con mucho detalle cada uno de los trabajos que se exponían libremente. Pensaba: "¿Quién soy yo, más que un simple mortal para maravillarme con cada pedazo de cielo y magia que transmiten ellos?".

Recordó vagamente que su madre amaba pintar cada vez que llegaba el invierno, mencionaba que era su época favorita para hacer lo que ella más amaba.

Dio otra vuelta más para  luego dirigirse a una pequeña cafetería esquinera cuyo nombre era Cafetalia, en aquel lugar habría quedado en encontrarse con una chica que se había comunicado una semana atrás con él. Mientras esperaba a su compañera ordeno un croissant de chocolate y una taza de café, su acompañante traería puesta una bufanda verde lo cual ayudaría a reconocerla.

La puerta de la cafetería se abrió, el regreso la mirada, era ella; Alicia su cita a ciegas había llegado, alzo su mano para llamarla, cuando ella lo vio camino hacia él.

-       Hola; Andreu verdad.

-       Sí, mucho gusto – comentó él.

Se acomodó enfrente de él, ordeno una taza de chocolate.

-       Dime en que la puedo ayudar.

-       Seré clara y sin rodeos.

-       Adelante eso me gusta, así evitamos muchas cosas.

-       Ok, quiero que me acompañes el día en que me quite la vida.

Andreu se quedó pálido y petrificado, sin saber que responder ante aquel comentario propiciado por aquella chica.

-       ¿Por qué te has quedado callado de repente? – preguntó ella.

-       Estoy asimilando lo que acabas de decir – contestó el confundido.

-       No es tan difícil, solo debes responder con un sí o un no.

-       No sé a qué te refieres.

Alicia termino de beber su chocolate.

-       Piénsalo, pero no tanto, espero una respuesta el día viernes a más tardar seis de la tarde pasado ese tiempo sabré que tu respuesta fue un rotundo no – comentó ella.

Se levantó y se despidió.

-       Ya te vas – insinuó él.

-       Si, necesitas espacio y tiempo para pensar lo que te he propuesto, espero tu tan anhelada llamada, cuídate.

Sin decir ni una sola palabra más abandono la cafetería sin prisa, dejando atónito a Andreu por lo que había dicho. No supo precisar cuánto tiempo paso, hasta que vio que las luces se encendieron, vio por la ventana y el cielo se estaba tornando gris, pago la cuenta, mientras caminaba a casa compro una ensalada y tres botellas de vino.

Se dio una ducha, después de eso ceno su ensalada acompañándola con una copa de vino. Sintió un intenso olor a cigarrillo del apartamento seguido. Su cuerpo estaba helado, encendió la calefacción y se acomodó en el pequeño sofá de la sala. Termino por completo la botella de vino y seguidamente destapo otra, busco en su celular un poco de música de Chaikovski. Después de una hora la otra botella también se había acabado. Estaba intranquilo, no dejaba de pensar en lo que le dijo Alicia en la tarde: "Quiero que me acompañes el día que me quite la vida".

No sabía a qué se refería, "enserio estaría pensando en quitarse la vida y ¿por qué contratar a alguien para que esté presente en ese día? " – pensó en voz baja. Él nunca había pensado en hacer eso, pero si lo pensara de seguro lo haría solo. Quería encajar todas las fichas en este complicado rompecabezas que no sabía cómo resolver. El sueño se había perdido, seguía postrado en el sofá pensando y repensando en aquellas palabras frívolas, porque quiere quitarse la vida era la inquietud de él. Ella es muy simpática para estar sola en la vida, es pequeña, cabello castaño claro, ojos verdes, muy joven, porque tendría esos pensamientos.

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