Frustrado.

4.3K 601 53
                                    

Damián estaba calmado, en su regazo yacía Maí -al final si se llamó así- ronroneando por sus caricias.
— ¿Que haces? — llego Jonathan a su lado, sentándose en la cama.

— Nada, solo veo la ventana. — sintió como el mitad kriptoniano tomaba al felino con cuidado.
— Maí parece muy despierto. — escuchó un bufido, el árabe se recostó en la cama sin mirarlo.
— ¿Dami? — colocó al animal en unas mantas donde estaría calientito y luego se acostó mirando la espalda del mayor.

— ¿Estás enojado? —

— No, cállate. — respondió cubriéndose con la cobija, aún dándole la espalda.
— Entonces... — se acercó abrazando su cintura.
— ¡¿Pe-

— Estás usando la almohada que abrazo, mínimo déjame dormir así. — dijo el de ojos azules, y era cierto, solía dormir abrazando algo, ya sea una almohada o la cobija.
— Si no me sueltas te juro que-

— Vamos Damián, solo por hoy. — restregó su rostro con la nuca del contrario, sintiéndose adormilado, enredo sus piernas con las del mayor.
— Ugh... — suspiro rendido, además, estaba cómodo, cerro sus ojos y al poco tiempo estaba dormido.

Jonathan sonreía levemente, la nieve seguía cayendo allá fuera, pero a los dos nunca les importo.

[...]

Despertó por un frío tacto en su cuerpo, el sol comenzaba a entrar por la ventana, intento levantarse pero unos brazos se lo impidió.

El rojo tiñó su rostro.

Aquel que tenía el legado de Kripton lo abrazaba, pero una de sus manos yacía en su costilla por dentro de la sudadera mientras la otra seguía sobre su abdomen.

«Meow»

Jonathan se removió y por ende, sus manos también, quedando una en su pecho.

No estaba enojado porque lo tocara.

¡Era porque sus manos estaban frías!

— ¿Que sucede? — susurro con una voz grave el menor despertando poco a poco, pero afianzó su agarre en el pecho del mayor.
— Jon, sueltame ahora mismo. — susurro Damián empujándolo en un vago intento de salir.
— Mh... — volvió a quedarse dormido, estando sus labios en su cuello, suspirando de vez en cuando.

En ese momento, fue suficiente.

— ¡Que te quites de encima! — le dio una fuerte patada tirándolo al suelo, acomodo su sudadera y bajo de la cama, escuchando los quejidos del menor.
— ¿¡Pero que te pasa!? — gritó de la misma manera, observando como el árabe tomaba su ropa.

— Llamaré a Pennyworth, adiós. — con su rostro completamente rojo, salió del lugar.

Jonathan soltó una risita, acariciando a Maí.

— ¿Como estas, pequeña? — a los pocos minutos, escuchó al mayor llamar a Alfred, comentándole que estaba listo para irse.

Unos 15 minutos después, el mayordomo paso por el chico, yéndose sin siquiera avisar a sus padres.

— ¿Crees que me deje de hablar? —

«meow»

— Si, concuerdo contigo. — lo cargo con cuidado y volvió a acostarse, después de todo, era sábado.

Sin embargo, el de ojos jade al entrar a la mansión, lo primero que hizo fue encerrarse en su cuarto, dejándose caer en la cama con algo de enojo.

— Ugh... — se quejó, ¿En qué mierda estaba pensando? No debía sucumbir ante sus sentimientos, creyó que al unir sus labios el deseo se acabaría ahí, pero nooooo, solo se hicieron más fuertes y al parecer, el mocoso sabía de eso.

Gruño, tenía que hacer algo para calmarse o si no, su padre o Dick preguntarían el porqué de su enojo.

¿Dibujar? No, no tenía ganas.

¿Matar a Tim? Podría, pero no estaba en condiciones de ganar.

¿Gritar? Llamaría la atención.

¿Patrullar? Era de día.

Cuando estaba a punto de romper algo, miró la esquina de su cuarto con curiosidad, ahí yacía un estuche polvoriento que había ignorado desde que había llegado a la mansión.

Suspiro.

¿Tocar el violín? Posiblemente.

Cerro con seguro su cuarto, con suerte no se escucharía nada desde afuera.
Tomo el objeto entre sus manos con sumo cuidado y soplo el polvo que se había acumulado desde hace tres años.

Sonrió, colocó el instrumento en su cuello y cerró sus ojos para comenzar a tocar una suave melodía.

Llamando la atención de cierta persona.

Enamorando a un Wayne «JonDami»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora