CAPÍTULO 4

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Conseguí llegar a casa, toqué el timbre varias veces, pero nadie abría. Me vino a la cabeza aquella frase que dijó mamá hará un par de semanas.

"EN EL BUZÓN GUARDARÉ UNA LLAVE DE CASA POR SI ALGUNO DE NOSOTROS NO LA LLEVAMOS ENCIMA"

Fuí hasta el buzón que estaba a un par de pasos de la puerta. Sentí necesidad por llegar a casa, necesitaba sentirme a salvo en mi búnker, donde nada ni nadie podía entrar sin mi consentimiento.

Abrí la puerta, me tropezé con el monopatín de Sean y me di un golpe en la cabeza, maldije a mi hermano por ello. Donald me recibió como siempre con un ladrido y un lametazo en la mano, me sentí aliviada, ya no estava sola, tenía a Donald que era un muy buen guardián de la casa.

Con el telefono de casa llamé a mi madre dió tono pero no lo cogió. Era todo un poco extraño, sabía que Sean estaba en fútbol, pero ¿Dónde estaban los demás?

Subí a mi habitación, me quité las botas y me puse a ver la tele, hechaban "Criadas y malvadas" mi serie favorita, comenzé a verla pero antes de que terminara sonó el telefono.

Fuí a la habitación de al lado, la de mis padres, donde teniamos otro telefono.

-¿Diga?- Pregunté con voz temblorosa.

-Rose estamos en el hospital, no pude ir a recogerte, lo siento, tu madre te ha dejado la merienda en la mesa de la cocina, en media hora estamos allí.-Contestó mi padre tartamudeando.

-¿Pasa algo papi? Pareces triste, te noto un poco asustado.-Añadí acomodandome en la cama.

-No.- Contestó mi padre secamente

-Pero..

Colgó, no me dejó terminar la frase. Notaba algo raro en todo esto, no le di importancia y bajé a engullir ese trozo de tarta de queso que había preparado mi madre y que tan bien le salía.

Al fin llegaron, y todos juntos, mi hermano subió las escaleras corriendo, parecía enfadado, Pensé que sería por un castigo que le havia inpuesto papá como solía hacer, tampoco le di importancia.

Papá estaba raro, muy raro, subió arriba y se encerró en su estudio.

Mamá me abrazo, era raro en ella, no solia demostrar mucho su cariño, parecía de lo mas amable y me dejé llevar.

Mamá preparó merluza al horno, la ayudé a preparar la mesa y a poner los cubiertos como solía hacer, nos sentemos todos y empezemos a comer.

Sean no paraba de dar vueltas a la comida retiró el plato y se levantó diciendo...

-No tengo hambre.

-Es tu plato favorito, come anda, lo he echo por ti.- Exclamó mamá agarrandole del brazo.

Sean no le hizo caso, subió a su habitación y dió un portazo.

Eran casi las diez, tenia sueño, me despedí de mamá y papá y subí junto a Donald a mi cuarto, dormiamos juntos, me sentía mas acompañada.

Me puse el pijama y me acosté, miraba para el techo, me costaba cerrar los ojos no paraba de pensar en aquel hombre que me tropezé aquella tarde y en aquel especie de amuleto que estaba mas caliente que el tipo del tridente.

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