Estaba seguro de que no había llorado tanto en una sola noche. La oscuridad me abrazó con fuerza y me quebró en cientos de pedacitos irreparables. Primero odié a Jin, lo odié como nunca había odiado a nadie, lo culpaba...lo culpaba de mi estado y de sentirme tan triste, deseé jamás haberlo conocido y, por un momento quise tener su cuello entre mis manos. Luego recapacité, jamás le haría daño a la única persona que de verdad me tenía aprecio y traté de comprender lo que me había hecho, aunque fuera sólo un poco. Después de todo él tenía razón, yo era una persona peligrosa e inestable que necesitaba ayuda aún que no quisiera aceptarlo, sin embargo, como iban las cosas estaba seguro de que no podría soportar demasiado en ese lugar.
Extrañé...
Extrañé haber estado en medio de Nam y Jin, los únicos que me querían...
Gruñí en señal de molestia, había una ventana enorme frente a mi y por esta entraba el sol justamente hacía mi rostro. Quise levantarme para mover la maldita cama a donde no llegara el sol, pero me vi limitado ante la camisa de fuerza que rodeaba mi torso entero. Gruñí nuevamente, ahora mucho más molesto que antes y como pude empecé a forcejear de un lado a otro, pataleando fastidiado por no poder hacer nada.
— ¡Demonios! — Grité en desespero dejándome caer sobre el delgado colchón con la respiración agitada y las mejillas rojas de la rabia. Entonces escuché el sonido de unas pantuflas arrastrarse, alguien se había acercado.
— ¿Te ayudo? —Sonrió con una alegría desconcertante, colocando su rostro frente al mío.
— No. — Dije con firmeza, frunciendo el ceño volviendo a patalear insistente a la idea de liberarme. Entonces se rio y detuve mis acciones de golpe regresando mis ojos a los suyos, de un café profundo.
—Eres un pequeño terco.
— ¡No soy pequeño! —arrugué la nariz, negando
—Lo eres. — sonrió mostrando sus dientes, entonces caí en cuenta de que era una de las sonrisas más lindas que había visto. Fue cuando sus manos llegaron a mi cintura que mis mejillas se encendieron de golpe al pensar que me besaría, sin embargo, simplemente me ayudó a sentarme en aquella cama mientras se sentaba tras de mi.
— ¡Soy Hoseok! —dijo a mis espaldas— Jung Hoseok.
—Yoongi...— murmuré— Min Yoongi.
— Yoongi. —llamó alegre.
— ¿Sí..?
— Tienes nombre de gatito.
— Hoseok. —llamé yo esta vez.
— ¿Sí?
— Siento ganas de golpearte.— sentí de repente su risita chocando contra mi nuca, erizando mi piel bruscamente como si nada, me estremecí un poco, sintiendo como se acercaba.
— Sé que no nos permiten hacer esto, pero...—Sus dedos empezaron a desabrochar hábilmente la camisa por detrás. Abrí mis ojos de golpe e intenté mirar. — quédate quieto o si no, no podré liberarte. —regañó así que tuve que quedarme quieto mientras hacía un pequeño puchero, cosa que me costó parte de mi dignidad. Entonces poco después noté que ya estaba liberado.— Sólo por favor, no enloq-... —antes de que pudiera terminar aquella frase me levanté de un brinco y me saqué esa cosa lanzandola contra el ventanal blindado frente a nosotros.
— ¡Pero que mierda más incómoda! — dejé escapar una carcajada de triunfo y pateé la camisa cuando la vi en el suelo. Creí escuchar a Hoseok pero sólo lo ignoré, fijando mi vista en aquella cama donde apenas había dormido, con odio.
Me conocía bien, o bueno, lo suficiente para saber que pensar en el pasado haría que mi cuerpo se descontrolase, y la única manera de canalizar mi hirviente ira era contra un objeto.
Pateé mi propia cama logrando que cayera con estruendo lejos de mi, Hoseok se había levantado de esta por lo que no tuve problema alguno en aventarla. Sonreí y luego...luego aquella rabia que sentía comenzó a crecer como espuma, esa misma rabia que siempre me carcomía y no me dejaba pensar con claridad. Nombré a Jin en voz alta gritando que lo odiaba al tener los recuerdos de ambos en esa oficina, de él despidiéndose de mi, abandonándome como un maldito perro enfermo. Si bien había tratado de comprender sus razones mi mente siempre terminaba decidiendo que sólo quiso dejarme, que simplemente tiró la toalla al ya estar cansado de una persona tan problemática como yo. No podía controlarlo, mi corazón se rompía en mil pedazos y estos se encargaban de abrir nuevas heridas...era doloroso y estresante, lo odiaba...odiaba tanto sentir dolor, porque el dolor traía consigo al miedo, y a mi me aterraba el miedo.
Tras haber soltado un par de gritos al aire corrí hacia aquella cama, mis ojos, húmedos nuevamente fastidiaban, y aunque mi pecho doliera traté de descargar todo contra aquella cama, pateandola descontrolado, llorando y gritando decenas de maldiciones y arrepentimientos.Yo...
No quiero estar solo otra vez...
—¡¡Yoongi!!— escuché en ese segundo el claro grito de Hoseok. Me detuve en seco y antes de poder dar vuelta, él me tomó de los hombros y me giró, bruscamente.— ¡¿Q-Qué demonios haces tonto?! — me sacudió, sus ojos llorosos, su expresión asustada...por algo o por alguien. Ladeé un poco mi cabeza, sintiendo sus manos temblar en el agarre.— Van a venir por nosotros, Yoongi, nos encerrarán en ese horrible cuarto ¡no vuelv-...!— se detuvo abruptamente, su agarré se hizo frágil y sus ojos se cerraron de la nada. Cayó sobre mi, dormido o desmayado, no lo entendí qué sucedió, pero me asusté, me asusté mucho.
En especial cuando cerca de cinco hombres entraron a la sala de golpe, casi gritando.
×~°°~×
22/ may/ 2020 <3

ESTÁS LEYENDO
B L I N D [Taegi]
Hayran KurguLas noches en aquel manicomio gracias a él, dejaron de ser abrumadoras y aterradoras...Ese silencio enloquecedor se esfumaba cuando aquella voz gruesa y a la vez dulce se hacía oír en la penumbra. Al pequeño Min le encantaba escucharlo, ese canto dé...