4.- "Feliz Año, Tian"

34 4 0
                                    


ESPERE. . . TRADUCIENDO DOCUMENTO. . .

                               . . . . . . . . .

CARTA TRADUCIDA – [CHINO - ESPAÑOL]


Tian,

Feliz año nuevo.

Estar encerrado en este búnker en medio de la nada a la espera de tu vuelta me ha dejado mucho tiempo para pensar. El aburrimiento está a la orden del día y apenas diferencio de cuándo sale el sol a cuando la luna resplandece en lo alto del cielo nocturno.

Si es que aún quedase cielo, claro.

He estado haciendo cálculos, creo que, según el calendario lunar que tenía aquí abajo, ya es año nuevo. No sé si estaré en lo cierto o no, pero creo que estamos a cinco de febrero.

Tampoco es como si tuviera alguna forma de averiguarlo. Ya no se escuchan los fuegos artificiales que decoraban los cielos como el aliento que espantaría al dragón. Tampoco se escuchan los aplausos ni el griterío. No hay cenas con familiares, no hay alegría y abrazos.

No hay nada, no hay vida.

Las calles están vacías con un polvillo solitario surcando entre los edificios reduídos, y solo los demonios que habitan en la superficie saben qué es lo que queda de nuestro país.

Debería haber decoraciones rojizas por las calles, tampoco hay sobres rojos que dar a los niños.

Já, si quiera quedarán niños; seguro. Y si queda alguno, que su dios lo ampare.

Aún recuerdo tu primer año nuevo, Tian. No dejabas de llorar por los petardos que decoraban los cielos. Todos bailábamos y celebrábamos, pero tú te mantenías en el llanto. Solo había una forma de calmarte, ¿sabes? ¿La recuerdas? Exacto... Siempre te encantó la historia de Nian. Era tu favorita. Cada vez que mamá te la contaba te quedabas absorto escuchándola, incluso en tu primer año de vida. Querías ser como aquel extraño hombre que salvó a los campesinos del malvado monstruo.

Siempre has querido ser un guerrero valiente que lucha contra las bestias.

No sé si habrás logrado llegar hasta La Ciudad del Sol. Me dijiste que estaba en el antiguo Egipto, en una isla. Desde que supiste de esa facción militar que ayudan a los supervivientes, no hubo nadie que te pudiese hacer cambiar de opinión. Si quiera pudo hacerlo tu padre.

Siempre quisiste ser héroe, y creías que ellos nos iban a ayudar. Me hubiera encantado acompañarte, lo sabes ¿no? Pero no dejabas de repetirme que era una mala idea. Que era mejor que me quedase en esta cárcel de cemento a la espera de tu vuelta.

Y si quiera sé ya si vas a volver.

No sé si estás vivo, no sé si lo habrás logrado, y tampoco sé si estás de camino de vuelta para recoger a tu viejo padre. ¿O te has olvidado de mí?

El viaje no era sencillo, lo sé. Te supliqué que te quedaras porque no era una buena idea y ya van más de cinco años que no sé nada de ti.

He consumido las pocas provisiones que me quedan, hijo. Es cuestión de tiempo que me llegue la hora. Me siento enfermo y muy cansado; y no quiero perecer con la locura del hambre.

Aún tengo el arma que me dejaste; ya sabes... por si entraban los delincuentes. Nadie sabe la contraseña del bunker más que tú y yo, tampoco existen más llaves que la tuya y la mía. Las paredes con resistentes, o al menos deberían serlo, pero ya no tengo fe en nada.

Creo que en la ciudad ya no queda nadie más que yo: un pobre viejo roto en el llanto.

Hace más de un año que no escucho alguna explosión, tampoco el chirrido de las bestias que acechan sobre mi cabeza.

Tengo miedo, Tian. Ah, "Tian"... sabes lo que significa, ¿cierto? "Cielo". Tu madre amaba mirar el cielo. Decía que era lo único que el hombre jamás podría domar. Le encantaba la brisa y la naturaleza, y tú siempre has sido un polluelo que ha volado más alto que el resto.

Quizá por eso Phoenix es una facción para ti. Maldita sea, si quiera sabemos si esa facción todavía sigue en pie.

Me prometiste que volverías, hijo. ¿Dónde estás? Ya no siento tu energía, desde hace mucho que no siento el eco de tu voz en mi corazón.

¿Vas a volver?

Puede que cuando hayas vuelto yo ya no esté aquí. De ser que mi cobardía por la supervivencia me haya arrastrado y de no estar aquí para tu vuelta, te suplico que no mires debajo de la cama.

Eso si antes alguna bestia o loco consigue llegar hasta mí y despedazarme.

Quisiera ahorrarte el mal trago, pequeño. Aunque posiblemente, si estás leyendo esto y has vuelto, te has convertido en un hombre hecho y derecho con un flamante traje militar negro.

Y si has vuelto, pero no has conseguido unirte a tu sueño en los tiempos que corren, no importa, hijo. Lo importante es que has vuelto.

Has vuelto a casa y estoy orgulloso de ti.

Siento los errores que pude cometer contigo, pequeño. Siento no haber sido capaz de demostrarte cuánto te quería en su debido momento. Pero tengo confianza en ti y prefiero creer que lo has logrado, aunque yo no lo haya hecho.

Cualquiera que sea el caso, toma lo poco que queda de mí: el reloj de oro del tatarabuelo. Iba a dártelo por tu cumpleaños, pero no me ha dado tiempo. He conseguido arreglarlo, y funciona de maravilla.

Cuando te fuiste, pensé que sería una buena idea dártelo cuando volvieras. Algo así como si fuera un premio emotivo para ambos, una razón que te hiciese volver, algo que me haga entender que ya no eres un crío y eres un hombre.

Menuda estupidez cometí. No sabía que esa iba a ser la última vez que te iba a ver. Creía que acabaríamos por encontrarnos de nuevo.

Pero el tiempo pasa, cielo mío. El tiempo siempre pasa, para bien o para mal. Y a pesar de todo, el pasado ya no importa. No tiene cabida en nuestro "ahora". Las tormentas pasarán y tú forjarás tu futuro en un mundo mejor.

No te olvides de mí, hijo. Y perdóname por lo que estoy a punto de cometer.

Siempre has sido, eres y serás mi viejo sabio.

Mi héroe.

Te ama profundamente: Tu padre.

52 retos de Escritura // 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora