5.- El Nacimiento de una Estrella

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El inconmensurable universo.

Dante siempre había observado las lejanas estrellas desde una cúpula tecnológica que salvaguardaba la sociedad de Primum. Poco duraba la luz que aquella estrella les daba; la ciudad estaba acostumbrada a la larga noche que se había formado como su rutinario día oscuro. Los rayos de luz apenas ocupan unas seis horas de su "día", eso si contaban con suerte. No había lluvia, tampoco viento perceptible. Una ciudad construida en un planeta central que actuaba de capital de aquel Sistema. Un enorme plantea más grande de lo que una mente puede imaginar cubierta de grandes edificios que escalaban hacia las lejanas galaxias que lucían tímidas en el cielo espectral.

Una ciudad lúgubre donde la luz natural de la estrella era cambiada por la artificial de los edificios y las calles; de los grandes paneles publicitarios o los focos móviles que se removían inquietos en el centro de ese mundo.

No había espacio sin habitar. Todo era edificio tras edificio; un enorme centro que rodeaba la mineral tierra que poblaban. Una ciudad comercial e importante del Sistema Yilum.

Grandes transbordadores llegaban a sus puertos donde el turismo estaba a la orden del día gracias a la diversidad de opciones que ese planeta sobrexplotado daba: Mercancías de todo tipo, compras para satisfacer los bolsillos más exquisitos y unas vistas futuristas que el resto de los Sistemas más cercanos sólo podían soñar.

Era un mundo rico en ganancias, se juntaban las potencias más importantes que sustentaban aquella galaxia: Empresarios adinerados, exitosos artistas y arquitectos, potencias mundiales de diversos planetas que se perdían en los brazos de un estrellado universo... Por ello la seguridad era tan importante.

Tan abundante como corrupta, como la mayoría de Primum.

Dante conocía el cielo nocturno por su título que cogía polvo en un rincón abandonado de su piso. Un título que no le había abierto ninguna puerta porque Dante no tenía gente importante en las manos del poder. La astronomía, la astrofísica, las matemáticas... eran lenguajes únicos para él. Las entendía como nadie, como un artista sólo puede conocer su propia obra. Él conocía el universo mejor que cualquiera del sistema Yilum, pero nadie conocía a Dante para darle la oportunidad de conocer el universo.

Solo las estrellas aguardaban su gran momento.

Cada vez que él alzaba sus ojos para salir a trabajar a la fábrica de naves, apenas se podía apreciar un par de lejanas estrellas entre las afiladas puntas de los edificios de su planeta. Siempre estaban allí hasta que la órbita obligaba a los puntitos brillantes ocultarse entre la tecnología.

Su vida siempre había sido rutinaria y simple. Sobrevivir en los barrios más alejados de la capital de Primum no era tarea fácil para nadie. Los peones como él apenas tenían un sueldo que les permitiese pagar un edificio que se caía a pedazos, hechos casi con chatarra.

Y bendita chatarra, porque si no fuese por ella y su utilidad para reformar partes cruciales del edificio, posiblemente el piso que habitaba con sus mejores amigos (considerada familia), hace tiempo que ya se hubiera derruido.

A Dante se le daba bien la ingeniería también. No le quedaba otra si quería conservar ese trabajo. No era el mejor encargo del mundo, y no solo por el pago, si no por los peligros que tenía. Adentrarse en el interior de sistemas estropeados con materiales tan extraños siempre había acabado mal incluso para los más expertos. Las baterías de fusión o los elementos recargables de minerales inestables habían jugado malas pasadas a gente querida para Dante, los cuales le habían dado buenas lecciones en el trabajo para no cagarla como ellos.

Como el sueldo de ingeniero reparador en la fábrica de OCTO no le llegaba ni para pagar los caros impuestos del barrio más pobre de Primum, Dante había tenido que pluriemplearse para poder pagar la alimentación (la escasa alimentación) que él gastaba. Como chico de la limpieza, como reparador de robots domésticos, como fontanero... lo que fuese era bienvenido para él.

52 retos de Escritura // 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora