Parker Dawson, más conocido como el baterista de la banda Asterias, tiene una vida envidiada por muchos: dinero, fama, y chicas.
El único problema es que él no está interesado en nada de eso.
Luego de la muerte de su madre, Parker se sumió en su pro...
❝Wondering if I dodged a bullet or just lost the love of my life❞
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Reemplazo el viejo y marchito ramo de flores de la lápida por uno nuevo, colorido y lleno de vida.
De eso se trata, ¿no? De reemplazar lo que se pudre en nuestras vidas por algo nuevo y brillante.
Siempre le hablo a mi madre. Sé que es estúpido, pero una pequeña parte de mí espera que ella de alguna manera me escuche.
-Felices cincuenta,- me siento en el pasto, mirando al cielo. -Ojalá estuvieras acá. Ojalá pudiera regalarte algo más importante que flores. Sé que no fui suficiente como para que te quedaras, pero espero que, donde quiera que estés, te sientas orgullosa de mí. Porque yo sí pude quedarme, yo sí luché. Y creo que podría haber valido la pena.
Suspiro y observo las zapatillas negras que llevo puestas.
Creo que estoy haciendo las cosas bien. Creo que sí puedo ser feliz.
Me saco el calzado al llegar a mi casa y el teléfono comienza a sonar.
-Tienes que dejar de llamarme, Josh.- digo al atender. -No me importa tu estúpida boda. No me importa cuánto intentes convencer a los demás de que has cambiado, a mí no me engañas. Alguien como tú no puede cambiar. Naciste siendo un ser despreciable y morirás de la misma manera.
-No soy...
-No quiero volver a oír de ti. Si sigues llamando te denunciaré a la policía.
Me tiro en mi cama y tomo mi MacBook Pro para escribir un rato.
A veces siento que mi vida es aburrida. Pero luego recuerdo todo lo que he vivido y se me pasa.
Después de un rato me aburro y cierro mis ojos con un brazo detrás de la cabeza.
Casi al instante Sam viene a mi mente. No sé por qué, pero siempre pienso en él. Cuando me despierto, antes de ir a dormir, mientras toco la batería, o cuando me aburro.
Y es bueno que la persona que me afecta de esa manera sea Sam, porque él se siente de la misma manera que yo.
Así que aprovecho eso y lo llamo.
-Hola Park,- atiende. Se lo oye raro, como si lo hubiera enganchado en un mal momento. Bastó con esas dos palabras para notar que algo pasaba.
-Hola amor,- digo y me sonrojo por lo que acabo de decir. No estaba pensando. -¿Está todo bien?
-Ehm... si, sí. Estoy un poco ocupado ahora mismo. ¿Nos vemos esta noche?
-Claro, claro. Tranquilo. Aquí te espero.
Corto la llamada y me voy a duchar, con un mal presentimiento.
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Sam se sienta en el sillón junto a mí. Está nervioso, como ido.
-¿Sam?
-Sí, lo siento. Estaba pensando que... ya que tú me contaste tu historia, yo podría contarte la mía.
-Claro. No es que tengas que hacerlo, pero cualquier cosa que quieras decime, yo te escucho.
-Sí, pero quiero contarte. Cuando era pequeño, mi madre, padre y yo éramos la familia perfecta. Mis padres no se peleaban, me realmente me prestaban atención, todo era perfecto. Pero lo perfecto no dura mucho, ¿cierto?
-Cierto,- confirmo.
Sam no me mira, tiene los ojos fijos en sus manos, con las cuales juguetea nervioso. Se nota que es difícil para él hablar de esto, y me alegro de que confíe en mí lo suficiente como para hablarlo conmigo.
-Cuando tenía 11 años, mi mamá y yo íbamos en el coche y una motocicleta se estrelló justo a su costado. El auto se detuvo de golpe. Yo solo me pegué en la cabeza, pero no fue suficiente para dejarme inconsciente.
»Recuerdo perfectamente cuando miré a mi lado y la vi a mi madre. Estaba inmóvil, cubierta en sangre. Vidrios rotos por todos lados... murió justo delante de mis ojos.
-Eso debe haber sido... horrible. Realmente lo siento.
-Lo sé. Y desde entonces, mi padre es lo único que me queda. Nunca volvió a ser lo mismo después de lo que pasó. Ninguno de los dos lo fue. Pero fue fuerte por mí, por ambos, y eso es algo que realmente aprecio. Lo amo, haría lo que fuera por él.
-Eso es bueno. Tu padre parece genial.- Sam se acerca más a mí y apoya su cabeza sobre mí hombro; acto seguido toma mi mano suavemente.
-Ya me dirás cuando lo conozcas,- susurra.
-¿¡Qué!?- respondo exaltado. -En tus sueños.
-En algún momento tendrás que conocerlo, ¿sabes? Sin importar cuánto lo evites.
-Déjame no pensar en eso, ¿sí?
-Bien,- ríe. -Me gusta verte sonrojado,- dice pellizcando mis mejillas, y yo lo aparto.
-¿Miramos tele?- ofrezco.
-La Casa De Papel, por favor.
-¿Otra vez? ¡Esa serie es ridícula! No me gusta.
-¡A mí sí! Sabes que de todas formas la miraremos, ¿cierto?
-Sí,- suspiro. Siempre miramos lo que él quiere. No me molesta demasiado pero no me gusta ceder tan fácilmente.
-¿Entonces por qué siquiera consideramos la posibilidad de mirar otra cosa?
-Agh, pon la maldita serie de una vez. -Respondo y Sam ríe.
-Te amo,- apoya su cabeza en mi regazo y le pone play a La Casa De Papel.
Acaricio su cabello porque sé que le gusta. La paz que siento cuando él está conmigo es una que nunca antes había sentido, ni siquiera estando solo.
Es como si su presencia me reconfortara.
-¿Sam?- digo
-¿Sí?- gira su cabeza para mirarme a los ojos.
-Yo también te amo.
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