Desde su ventana

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Narra Darío:
Siento que esto es una obsesión, no puedo quitármelo de la cabeza, pienso todo el puto día en el, y ni siquiera se merece mi atención.
Es un don nadie que a decir verdad, me tiene loco con su forma tan sutil de tratarme cuando estamos solos, y hace que lo quiera aún más cuando me desprecia en presencia de los demás.

Aún es algo temprano para levantarme, y como a muchos les pasa, o a más de alguno por lo menos, lo primero que hago cuando despierto es tomar mi teléfono.
La galería está llena de fotos de el, no sé si está mal haber sacado sus fotos de Internet, quizá sí, pero me da lo mismo.
Sé que en unos días ya no tendré ganas de verlo.

El colegio me tiene harto, estamos a mitad del primer semestre y ya quiero que el año termine.
Bueno, supongo que no soy el único que piensa eso, después de todo, somos varios los que odiamos la escuela, me alivia saber que ya es mi último año de secundaria.
Son las 06:30AM y suena la alarma para ir al liceo, como siempre, despierto antes de tiempo.

Me doy un buen baño para espabilar, tomo desayuno tranquilamente y termino de ordenar las cosas que me faltan para poder irme... que es lo que más espero de la mañana, para poder encontrarme con mi vecino favorito, aquel que me saca sonrisas y se me queda mirando con cara de idiota cada vez que me ve reír por su propia causa.

Me encanta todo de él;
Su espalda, su pelo, sus mejillas, su nariz perfecta, su barbilla, sus dientes, su estatura (los dos somos bajitos) y sobre todo sus ojos, que me transmiten seguridad, alegría, y algo más que aún no sé qué es, pero debo decir que me desagrada, es como que repele con su mirada, eso me asusta, sinceramente, y a la vez me apega más a el.
Hay veces en que es muy raro... cuando está con sus amigos y me ve, hace cualquier cosa para llamar la atención, si no, me ignora completamente.
Cuando estamos solos, me habla animadamente y me tiene un sobrenombre que solo nosotros conocemos, y que debo decir, detesto con toda mi alma, pero como lo inventó el, lo soporto. Y eso me encanta.

Con Joaquín nos conocemos desde hace muchos años, cuando me vine a vivir a casa de mis tíos a causa del divorcio de mis papás, que como en muchos casos se separan y viven aparte, incluyendo de sus propios hijos. Bueno, es mi caso.
Soy hijo único, jamás mis padres pensaron en tener otro con la excusa de "criarme correctamente", cosa que obviamente no resultó, por razones ya dichas.
Salgo de mi casa y hace un frío tremendo, de esos que hacen que las manos ardan con sus bajísimas temperaturas, pero el frío me encanta, el invierno es mi estación favorita, me gusta la idea de tomar café viendo la lluvia caer, ver una película comiendo algo rico o estar acostado leyendo un buen libro, y la ropa de invierno, me encanta la ropa de invierno.

Camino unas cuadras para llegar al paradero y tomar el bus para llegar al liceo, me subo y voy escuchando música en el trayecto mientras espero que suba mi vecino favorito.
Al fin lo veo desde la ventana del bus, encogido por el frío de la mañana esperando a entrar y llegar a nuestro destino lo más pronto posible, desde afuera me divisa y yo me volteo rápidamente para que no note que lo iba mirando.
Se sube al bus, y para su mala suerte, no quedaban asientos...
Me quedé pensando "te llevaría en mis piernas si pudiera" pero al reaccionar pensé "qué pervertido".
Después de unos 15 minutos llegamos al liceo.
Nos dirigimos sin decirnos ni una palabra o una mirada, a pesar de estar a 50 centímetros de distancia, uno detrás del otro.

El día en la escuela estuvo normal, o mejor dicho, exasperantemente aburrido, a pesar de que con Sofi, mi mejor amiga, hablamos todo el día, jugamos bachillerato y nos reímos del profesor de matemáticas, que debo decir, está muy bueno.
Sofía y yo le miramos el trasero y discutimos diciendo que algún día nos pertenecerá, eso sí, cada uno por su parte.
El momento en que explicaba los ejercicios era lo mejor de la clase porque para hacerlo, el profesor lógicamente estaba de espaldas, y con Sofía disfrutábamos de la tremenda vista que teníamos, pero por estar "deleitando la vista", no entendíamos los ejercicios y para las pruebas nos colgábamos, aunque extrañamente, pasamos el ramo.
Estoy sentado en el piso, es el último recreo del día y con Sofía no teníamos qué hacer, así que nos pusimos a ver chicos lindos de otras clases, pero inevitablemente, se me fueron los ojos donde Joaquín. El está con sus amigos, hablando quizás de qué, pero Joaquín tiene gestos de arrogancia.
Bueno, qué más puedo esperar de él?
Aún así me encanta, no puedo dejar de mirarlo, me gusta que sea más bajito que sus amigos, creo que es tierno, y eso hace que me guste más:

Cosas de HombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora