A pesar de que mi vida se había convertido en un vacío inmenso que no lograba llenar, estaba legítimamente feliz. Era algo estúpido pensarlo de ese modo, pero ¿en verdad importaba? Estaba feliz, y nada más que eso. No habría razones por las cuales consideraría volver con Lissie, ni siquiera por el sexo.
La noche se posaba sobre la única ventana de mi habitación. Decidí abrirla para dejar que entrara la brisa del frío y así sentir algo de aire renovado. Sin embargo, nada llegó. Extraño, porque mi cabello se movía luego de abrir la ventana, lo que quería decir que algo de frío debía hacer. Sin embargo, no sentía nada más que un clima templado. Dejé la ventana así por un largo rato mientras me sumergía en la melodía calmante que me brindaba The Neighbourhood.
No pensaba en ella a menudo, pero el recuerdo de Lissie me hacía preguntarme en su pasado. Quizás había sido increíblemente duro con ella, más allá de estar soportando mínimamente sus incoherencias. Me sentía mucho peor al recordar sus lágrimas y la última mirada que nos dimos aquel día. ¿Y si estaba pasando por un momento terrible en su vida? De ello estaba seguro, pero no sabría decir si le afectaba o no, porque siempre estaba de humor para cualquier cosa. Era una máquina de hiperactividad extremista, lo cuál me había cambiado para bien, por un momento…
Oí el correr del agua del lavabo de la cocina. Mi madre ya estaba lavando los platos, aunque esa noche había uno que se encontraba intacto. El mío, por supuesto. Las nauseas no paraban. Dejar de comer fue mi solución, aunque seguía nutriéndome con yogurts o bebidas similares. No saciaba mi hambre, sin embargo.
Mi padre decidió llamar a un médico amigo suyo para consultar acerca de la situación, pero no pude saber demasiados detalles sobre lo que fue de esa conversación porque lo único que dio como resultado fue un serio: “mañana irás al nutricionista”. Entonces fue cuando comencé a cuestionar las razones, diciendo que podría vivir con esa condición y otras mentiras. No tenía ni la más remota idea de lo que podría averiguar el nutricionista con sólo examinarme. ¿Podría saber sobre el consumo de drogas? Si era así, estaba jodido. Meses y meses de desolación en mi habitación, que no cambiaría mucho mi rutina pero me haría sentir obligado a hacerlo y perdería la gracia. No pude objetar más en contra de la decisión, así que decidí encerrarme y dejar que la música hiciera lo suyo.
Afortunadamente, me calmaba lentamente. No faltaba nunca el momento de ternura de mi madre, en el que subía para darme una explicación detallada de lo que pasaba y amortiguaba cualquier severidad que mi padre emitía con sus palabras. Esa noche no quería ni siquiera eso, porque estaba exhausto de recibir cambios.
El frío seguía, pero no sentía nada. A veces pensaba si era necesario estar alrededor de personas para saber que existes. Podría ser incluso mejor estar sólo y rodeado de mí mismo para saber quién era y quién quería ser. Todo era relativo.
Cuando oí los pasos en las escaleras, supe que era mi madre. Siempre tan predecible e insistente. No le costaba siquiera hablarme para sacarme una leve sonrisa. Bajé el sonido de la música, como para dar pie a su voz.
—Col…—, tres golpecitos a la puerta. —¿Estás bien?— preguntó luego. Como no quería que mi padre oyera la intimidad de la conversación, quise dejar que entrara.
—Está abierto— contesté en voz casi alta, procurando que lo oyera sólo ella. Abrió la puerta y asomó la cabeza por el pequeño lugar. —Entra, mamá… está todo bien.
—Okey— dijo al abrir la puerta por completo y entrar dando saltitos. Su felicidad era tan fácil de conseguir…
—Ah, ciérrala al entrar—, agregué. Ella asintió y volvió hasta la puerta para cerrarla.
—¡Colby!—, gritó. —¡Te debes estar congelando aquí dentro! ¡Esto es el polo norte!— siguió, mientras se dirigía a cerrar la ventana. Pensé unos segundos en ello, pero luego ella volvió a hablar. —¿Seguro estás bien?
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Colmillos
Vampiros¿Cómo te darías cuenta de que, lentamente, te conviertes en algo que nunca creíste posible? ¿Cómo reaccionarías ante las verdades más descabelladas del mundo, donde los cuentos se hacen realidad?