9 El oyente de pájaros

9 0 0
                                    

Estaba en el bosque con unos prismáticos enormes colgándole del cuello. Había instruido su oído tiempo atrás, cuando por primera vez le habían regalado un DVD con sonidos de aves. Los escuchaba y estudiaba en el silencio de su habitación en la residencia universitaria.
Y ahora iba al monte a sentir el fragor de un águila o la sensibilidad de un cárabo.
Y seguía domesticando su sentido de la vida.
Tiziano sabe que conocer el mundo animal, marino y vegetal es lo más real que hay. No solo habla de ponerle nombres a las cosas, a los sonidos y a los ciclos vitales, sino verlos, conocerlos en profundidad más allá de su indiscutible existencia; esto es, ver qué tiempo necesita un animal para cazar a una presa antes de morir de hambre; conocer el ecosistema de los ratones de campo; sabe cómo afecta el ruido de una carretera al nido de un águila... cualquier conjugación natural que haya estado presente en su cercano mundo durante los últimos milenios.
Le hacía sentirse que formaba parte del mundo y que cuando se hiciera polvo, habría tenido un pequeño impacto en el universo.
Así estaba en su mente ambas realidades: la creada por él con su trabajo, la familia, sus momentáneas y placenteras aficiones, las comidas de los domingos y las carreras de los sábados, los coches y las pulsaciones en el trabajo. Y luego estaba el otro, el que circulaba a la misma velocidad desde hacía milenios, el volar de las aves y el crecer de la hierba, el de los animales nocturnos y los carroñeros al acecho.
Y siempre tenía cosas que descubrir en un mundo natural infinito para el conocimiento de un solo humano.

De vuelta a la habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora