11 Conoce a Julia

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Aparcó en una gasolinera. Estaba seco, hambriento y con ganas de orinar. Podía haber parado en otra dos anteriores pero pensó que era capaz de aguantar más, y aguantó, quizás hasta el límite, si es que existe: un animal no dice antes de ser devorado que aguantó hasta el límite.

Allí estaba Julia; el pelo suelto y la sonrisa de quien no parece estar trabajando desde la madrugada. Llegó para preguntar como un impacto.
-¿Gasolina o diésel?
-Gasolina -respondió Tiziano.
-Lleno -dijo ella, segura de sí misma.
-Pues sí.
-Sé quién eres... -él no le hizo mucho caso..., al principio -te dedicas a vivir una vida exultante, divertida, a bebértela a borbotones y crees que lo hacer, que es verdad y realidad todo lo que haces. Pero estás equivocado.
Tiziano escuchó cada palabra como un acertijo al rojo vivo.
Pagó y se fue. Unos dos kilómetros más allá, cerca de una curva pronunciada a derechas, reconcomido por la frustración expectante, dio la vuelta. Vio que Julia atendía a otro cliente y esperó. Cuando estuvo sola se acercó a ella. Estaba de espaldas y aún así le habló.
-Me vas a proponer que viaje contigo por carretera perdidas.
Él quedó sin voz. No era en absoluto lo que pretendía, no sabía por qué había dado la vuelta, pero eso no era el objetivo, no lo sentía de ese modo, sin embargo, cambió de opinión.
Ella se subió en el coche y se fueron.

De vuelta a la habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora