— Entonces todos estos son los hijos del dios Zeus — mencionó una maestra mostrando una diapositiva con muchos nombre. — Veamos, hablemos de Apolo, se cree que después de Zeus él era una de las divinidades más veneradas en la Antigua Grecia, fue una figura muy influyente, su hermana Artemisa era…
Camila seguía escuchando a su maestra, aunque ella se sabía perfectamente la historia de ese dios. Eso del horario la estaba afectando, porque a pesar de que estaban hablando de su tema favorito ella comenzaba a cabecear.
Entre sueños escuchaba a su maestra hablar de Apolo y sus influencias en la cultura griega, comenzaba a imaginar muchas cosas y de pronto volvía a aparecer él. El chico de su pesadilla, el mismo del templo en Delfos. Camila se despertó asustada.Cuando la clase acabó, los estudiantes tenían un tiempo para ir a comer. Camila con Isabel se encontraron con Ulises para ir al comedor, ellos comenzaban a llevarse muy bien.
Al entrar al comedor Camila vio algo que la dejo un poco petrificada, ahí estaba el mismo chico de Delfos, y de sus seños.— Me estoy volviendo loca — susurró un poco asustada.
— ¿Qué? — preguntó Ulises.
— Nada, voy al cuarto, ahorita regreso.No regresó, se refugió en su habitación hasta que dio la hora de su siguiente clase.
Cuando las clases terminaron Isa y Ulises la invitaron a ir a pasear por Atenas. Ella les rechazó cortésmente, en parte lo había porque estaba cansada y por otra parte porque prefería dejar a su prima con su ligue.Entró a su habitación y sin mucho esfuerzo se quedó dormida, de nuevo comenzó a soñar con una explicación sobre el árbol genealógico de los olímpicos, y para no variar cuando su subconsciente mencionaba a Apolo el mismo chico aparecía, con la misma sonrisa.
Camila se despertó con un gritó.
— Ay no, me estoy volviendo loca — susurró para sí.Vio que ya casi daban las 10 de la noche y que su prima no llegaba. Entonces decidió salir, no sabía para qué, solo se puso una chaqueta y salió, comenzó a recorrer el lugar, cuando de pronto no se fijó y se cayó en un hoyo, parecía que era como una alcantarilla abierta o algo así. Ipso facto ella comenzó a sollozar, se había lastimado su tobillo.
— Ayuda, ayuda — comenzó a gritar, pero parecía que nadie la escuchaba. Comenzaba a asustarse porque la idea de quedarse ahí hasta el amanecer no le apetecía. Ella volvió a gritar un par de veces más, pero seguía sin repuesta. Se estaba resignando a quedarse ahí sola.De pronto sintió que algo cayó, lo agarró y notó que era una cuerda.
— Amarrátela bien, te voy a ayudar — dijo una voz masculina, ella estaba salvada.
Sin muchas palabras comenzó la acción de rescate, ella aparte de adolorida, se sentía mojada y apestosa. Realmente agradecía al chico que en ese instante la tenía entre sus brazos.
— Muchas gracias, de verdad muchas gracias — dijo ella entre sollozos.
— No ha de qué — susurró el chico cargándola… esa voz le recordaba algo a Camila.
Ella no dudo en voltear a verlo y se encontró con una sorpresa, era el rubio del monte, el mismo.
— ¿Entonces te llevo para la Universidad verdad, Camila? — preguntó el chico, ella se sorprendió de que recordara su nombre.
— No, yo puedo llegar, no te preocupes — contestó ella soltándose sin éxito para luego casi volver a terminar en el frío suelo, de no ser que el chico la atrapó.
— Pues, creo que no te será posible llegar por tu propio pie. ¿Cuál es tu piso y habitación? — preguntó él volviéndola a cargar.
— Edificio C, habitación… ya sé ¿mejor podrías marcarle a mi prima? Ella podría venir por mí con su novio, así no te molesto más. No traigo mi teléfono, pero si tú traes uno podríamos…
— No te preocupes, no es ninguna molestia, aparte no traigo mi aparatito. ¿Habitación?
— 212 — contestó ella ya sin poder evitarlo.Al llegar tocaron a la habitación, pero no abrían. Intentaron tres veces más sin éxito.
— Supongo que tu prima sigue con su novio… — comentó el chico en un tono un tanto sarcástico. Ella no respondió.
— Voy a limpiarte esas heridas, entre más tiempo dejemos pasar más se te van a infectar — dijo el rubio rompiendo el silencio.
Él de una bolsa sacó un tipo de gasas, les echó un tipo de líquido y las pasó por las manos y pantorrillas repletas de heridas de Camila.
— Gracias, de verdad gracias — susurró Camila entre sollozos.
— No llores pequeña… mejor cuéntame ¿cómo van tus clases en esta escuela?
— Bien, supongo… maravillosamente, he aprendido muchísimo — respondió ella dejando de llorar.
— Aprovéchala, es una de las instituciones líderes del país desde hace mucho tiempo.
Camila sonrió, luego hubo un silencio.
— ¿También estudias aquí? — preguntó ella tímidamente.
— Ahm sí, más o menos… pero creo que sí… bueno no… — tartamudeó el chico, Camila río. — Bueno estudiaba — concluyó el chico un poco apenado.
— Te veo mucho por aquí… bueno… no sé te he visto varias veces.
— ¿Ah sí? Pero sólo nos hemos visto en Delfos y hoy — dijo el chico con una sonrisa. Es que él no contaba las veces que Camila lo había visto en sueños.
— Ah bueno, pero eso es mucho ¿no? — ambos rieron.
— ¿Qué hacían en Delfos? ¿Turisteaban?
— Algo así… aparte yo adoro la mitología griega y mi dios favorito es Apolo, no podía perderme de visitar uno de sus lugares de culto. Una no viene todos los días a Grecia. — contestó la chica, él sonrió.
Después de eso el chico comenzó a contarle una leyenda sobre Apolo en la guerra de Troya y como las mujeres iban a rezarle a ese oráculo. Ella estaba maravillada escuchándole. Jamás había leído esa historia.
— Wow, que interesante todo esto que me cuentas, tú debes de ser muy docto en el tema.
— Sí, algo así… ¿De dónde son?
— Mi prima y yo somos de Canadá, de Montreal. ¿Has estado ahí?
El chico no pudo contestar, unas voces los sacaron de su conversación.
— Isabel, ven, aquí está — gritó Ulises apuntándoles a los chicos con una lámpara.
— AY CAMI ¿DÓNDE TE METISTE? CASI MUERO DEL SUSTO — gritó su prima abalanzándose a ella. — Oh por Dios ¿por qué estás herida?
— Me caí, creo que fue en una alcantarilla… y él me ayudó a salir — dijo señalando al rubio.
— Supongo que ella es tu prima y él su novio, ¿verdad? — preguntó el desconocido causando un rubor en Isabel y Ulises. A Cami le cayó el veinte.
— Ah no… no son novios… yo quise decir amigos… dije amigos…
— Bueno eso no importa ahora — interrumpió Ulises. — ¿Puedes caminar?
— Creo que sí.
— No está tan mal… fue una torcedura leve, mañana estarás mejor y pasado estarás como nueva… solo no saltes o hagas mucho esfuerzo. — dedujo el chico. — En fin, ya es muy tarde, me tengo que ir. Espero que te recuperes Camila. Hasta luego — se despidió el chico, los otros tres le agradecieron su ayuda.
Cuando estaban metiéndose al cuarto Camila volteó de nuevo a donde el chico se había ido y no divisó ninguna figura humana.
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En sueños con Apolo
Fantasy- ¿Apolo? ¿Cómo el dios del Sol, la música y las profecías? - Sí, como él. Te sorprendería el parecido que tengo con ese dios"