007| Descalificar

373 44 122
                                    

lamento si está muy fumado.

digan NO a los psicópatas. y No las relaciones tóxicas. 

loveeeeee

--------

A veces, siento miedo.

Miedo de que mi novia no me haga sentir nada. Que algún día, mientras estemos cenando como cualquier otro día, ella no me haga sentir nada. Ese día temo. Temo tener que continuar sin ella. Sin Gerard. No quiero que ese día llegue, no quiero dejar de sentir por ella. Si eso pasara, se me rompería el corazón.

Pues tendría que decirle adiós para siempre.

Decir adiós es lo que más temo en la vida. Siempre me quedo solo tras decir adiós. No me gusta estar solo, es aterrador. Es como ser diminuto y ser arrojado a un poso din fondo, directo al infierno y sin ser capaz de poder volver, sin ver ninguna luz. Me da frío y ganas de llorar. Muchas ganas de llorar, porque soy mucho más sensible de lo que quisiera ser.

- ¿Eh? – las frazadas se mueven - ¿Amor, estás bien? Oh, Dios, ¿estás llorando? – me mira fascinado y acaricia mis mejillas con sus manos – amor... - se acerca y me besa, pero ahí está.

¡Ahí está otra vez!

Ese sentimiento nulo. Esos labios vacíos sobre los míos. ¡Lo detesto! Pero no le digo nada. Me levanto rápido y me coloco encima suyo, no puede evitar sonrojarse, como siempre. Pero no es suficiente. Para mí no es suficiente. Me mira con esos ojos de cachorro y el sentimiento de la nada sigue acechándome, obligándome a despedirme de mi novia para siempre. ¿Qué hice yo para ser acechado por ese horrible tormento? Ni siquiera deja que me mueva o haga algo.

- Hazlo – susurra y me saca de mis pensamientos. Toma mi brazo y lo mueve un poco para colocar mi mano sobre su suave cuello, hace que sienta un calor, ah... el calor... el calor que necesito – eso siempre te pone feliz, amor – susurra entre las penumbras de nuestro apartamento. Una cama con colchón sucio y sábanas con espermas muertos – poner tus manos así siempre te pone feliz.

Mis manos ya están sobre su cuello y siento mucho calor. ¡ah! ¡Verdaderamente! ¡ahhh! ¡Dios, es verdad! ¡Gracias! Aprieto y escucho la voz de mi novia como música, aprieto mucho más y mucho, mucho más. Él se retuerce y siento demasiado calor, en mi cuello, en mi entrepierna. ¡todo mi cuerpo! ¡Ah! Dejo de hacerlo y mis labios se van directamente a sus mejillas donde en menos de lo que puedo recordar, mis dientes lo muerden con toda la fuerza que tengo.

- Mhh, ¡ah! – se queja e intenta empujarme, pero de un frentazo logro evitar que me quite. No me puede quitar de lo que quiero, ¡imposible! ¡no lo permito!

Sigo mordiendo hasta que siento un sabor extraño en mis labios. Lo identifico: es sangre. Sigo mordiéndolo, siento calor, mucho calor. Odio el frío. Odio sentir el frío de todo. Adoro el calor, necesito calor. Necesito a mi novia, no le puedo decir adiós, estabas equivocado, Frank. Sigo mordiendo y entonces...

- ¡AAAH! – un grito de espanto. Un grito placentero. Me confunde y me detengo. Caigo en cuenta de que tengo un trozo en mi boca, un trozo de piel. Saboreo el tejido, saboreo el metálico sabor de la gloria, pero lo bueno es que sigo sintiendo calor, un calor más poderoso que un abrazo. Mas satisfactorio que ir a misa, ¡oh, Dios! - ¡BASTA! ¡POR FAVOR! ¡Frank por favor, no me lastimes más!

Se levanta a como puede y lo miro. ¿Qué pasa? ¿Qué veo? Está parado frente a mí con una cara que no me gusta que me haga. Parece que le causo estrés, tu pareja no debería dedicarte caras así. No cuando te llena de placer de esa manera, mierda mal agradecida. Lleva su mano a la mejilla y le brota líquido rojo por encima de la mano. Aún tengo un poco de eso en mis labios, pero el calor comienza a disminuir con rapidez.

Violentómetro :) {Frerard?} DONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora