Epílogo

432 64 19
                                    

Dios, odio las hormonas.

Llevo más de diez minutos viendo la foto de la boda con Jared y simplemente yo no puedo parar de llorar, me siento como una colegiala de nuevo. Ya no soy una niña tengo casi treinta y dos años. ¿Por qué las lágrimas simplemente no se detienen?

Odio las hormonas.

—Hola cariño — me saluda mi padre y yo sonrío al ver a mi hermano en sus brazos. Ya está grande, pero eso no le impide al hombre cargar a su hijo.

—Hola hermana — me saluda el pequeño y yo lo abrazo.

—Hola Nugget — le digo y él se ríe. Desde que Wendy trajo al mundo a mí hermano me gusta llamarlo de esa forma porque era tan relleno como un nuggets.

—¿Dónde está Faith? — me pregunta y yo suelto un suspiro, por suerte la pequeña no está en casa o yo estaría volviéndome loca, ella todo el tiempo está queriendo jugar y justo ahora no es algo que yo pueda hacer mucho.

—Fue con su padre — le digo y busco unas galletas, me como una y le ofrezco a mí padre y hermano, ellos se sientan conmigo mientras yo decido encender la televisión.

Desde aquel viernes nuestras vidas no fueron las mismas, lo que Dios puso sobre nosotros fue tan fuerte que temblamos por varios días sin poder detenerlo. Luego comenzó lo más hermoso y entendimos el porqué de nuestro matrimonio. Ahora éramos dos por y para Cristo, evangelistas dónde quiera que nos moviéramos, fueron atraídas muchas personas a Cristo. En cada campaña evangelística Dios se ha movido de formas extraordinarias y hemos viajado a varios países a los que Dios nos ha mandado.
Después de oír la voz de Dios ese día la reconciliación se dió casi que por sí sola, nosotros no hicimos mucho y el señor se encargó.

En la universidad Dios a través de nosotros trajo a varios de nuestros amigos a sus pies y no tengo ni siquiera que mencionar a mis amigos del instituto, Hannah se embarazó así que ella y Malcom se casaron y cuando nació su bebé ambos vinieron a los pies de Cristo. Patty actualmente mantiene una relación con uno de los músicos de la iglesia pero aún no se casan, están muy cerca. Magnus tristemente aún no acepta a Cristo y se ha distanciado de nosotros pero seguimos orando por él.

Tras una batalla campal (la más divertida de todas) Alilay finalmente está casada con el idiota que la pone loca.
Allen pudo levantar su ministerio y ahora es un gran salmista, Dios lo usa muchísimo a él y a su esposa debo decir.

Y finalmente estamos Jared y yo, con diez años de casados, una hermosa pequeña de cuatro años y en espera de los mellizos. Hope y Caleb.

Ningún embarazo ha sido fácil, quiero golpear al idiota de Jared por embarazarme y a sus hijos por inquietos. Faith amaba presionar mi vejiga y hacer que estuviese cada diez minutos en el baño y los mellizos me despiertan a mitad de la noche mientras parece que juegan fútbol entre ellos.

—Hermana ¿cuándo nacerán? — me pregunta el pequeño acariciando mi panza de ocho meses.

—Se supone que aún faltan quince días así que en cualquier momento nacen tus sobrinitos — le digo a mi hermano mientras le acaricio el cabello y él sonríe.

—¡Llegamos! — escucho el grito de Jared y yo me giro a verlo. Crecimos y tal parece que para mí esposo crecer incluye dejar crecer su barba, pero sigue viéndose igual de guapo, me lo quedo.

—¡Mamá! — grita mi hija y corre hasta mí. Es un retrato mío con los ojos de Jared y es una perfecta combinación de la personalidad de ambos.

—Hola pequeña — le digo y termino por cargarla.

Acaba de cumplir cuatro años hace dos días y no es que sea muy difícil levantarla. —¿Cómo te fue? — le doy un beso en el cabello mientras ella me abraza.

Give Me Faith © | Novela CristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora