Capítulo 59

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Morgan

Estaba en mi cuarto con la mirada perdida, me dolía un poco saber que Eli me había mentido, sabía que si estaba metida en algo peligroso cargaría con todo ella sola, sin embargo se me hacía increíble que cayera así como así, digo, Elizabeth es una chica demasiado astuta y difícilmente cae. Comencé a repasar lo ocurrido durante esa noche, hasta que llegué a ese momento, Eli había salido furiosa de ese pequeño lugar con Myri muy de cerca y si..., gruñí, la cabeza comenzaba a dolerme, necesitaba una distracción y la mejor distracción para mí, era el sexo, reí, Eli ahorita debe de estar en brazos de William, tomé mi celular y marqué

- Aló

- Hola Katy – dije con un cierto nivel de picardía

- ¡Morgan! Cariño, me tienes abandonada – me imaginé su rostro con un ligero puchero

- Lo siento, tuve unas cosas que hacer – era la mentira más pobre pero las chicas con las que he estado entienden que no son las únicas, hasta que no llegue la indicada, soy del pueblo y para el pueblo - ¿quieres venir? – Katy era una de las ex pupilas de mi madre, rubia, alta de ojos azules, era mayor que yo y tenía una muy buena experiencia, con ella fue mi primera vez y con ella, junto con una amiga suya, disfruté mi primer trío, de ahí me enseñó muchas cosas mas

- ¡claro!, llego en una hora – dijo para después colgar

Me metí a bañar y después ordené mi cuarto, Katy a veces era muy quisquillosa, lo aprendió de mi madre, de hecho para mi madre Katy fue como una hija, la hija que nunca pudo tener, claro que para mí Katy en definitiva no la veía como hermana. No me mal entiendan, mi madre me adora, pero siempre tuvo ganas de tener la parejita, lamentablemente ya no pudo, tuvo complicaciones cuando estuvo embarazada de mí y los doctores le dijeron que otro embarazo sería un riesgo muy grande que podía costarle la vida. Sonó el timbre y me revisé al espejo, apetecible, probablemente ni llegaríamos al cuarto.

Bajé las escaleras y le abrí, seguía siendo hermosa con ese aire juvenil que nunca se marchitaba

- Hola cariño – me dio un beso fogoso y necesitado – no he tenido acción en unos cuantos días, me caíste como anillo al dedo – cerré la puerta y sonreí. La volví a besar y en segundos quedamos desnudos, no llegamos ni al cuarto cuando ya tenía su espalda contra mi pecho y sus manos sujetándose fuertemente del sillón

- Te voy a dar lo que quieres – saqué un condón y la vi, su trasero y su centro resbaladizo estaban en una perfecta vista. Pasé un dedo por esa húmeda piel haciendo que ella diera un gemido – lo necesito fuerte

- Perfecto – entré de un solo movimientos, ambos jadeamos, ella comenzó a apretar y yo a moverme con fuerza. El sillón se recorrió un poco por los movimientos que se hicieron casi frenéticos, los gemidos de Katy se hicieron más ruidosos y cuando su liberación llegó no pudo acallar un pequeño grito lleno de placer

- Aun no quiero correrme – tomé nuestra ropa, agarré su mano y me la lleve al cuarto – ahora sí, ponte en cuatro – se subió a la cama con una sonrisa y se puso sobre codos y rodillas - ¿lista?

- Siempre, cariño – volví a entrar fuerte y de nuevo caímos en el frenesí – aprieta más – le dije temblando de placer reconociendo que estaba cerca de venirme, ella se agachó más hasta que estuvo mordiendo las sabanas pero acató la orden, de nuevo ella llegó primero y esta vez me dejé llevar, después de tres fuertes estocadas sentí el orgasmo. Saqué mi miembro y me limpié el sudor de la frente quitándome también el condón y arrojándolo a un lado, después lo tiraría– aun tienes pila – dijo mientras me empujaba hacia la cama agachándose

Un ángel con cuernos y colaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora