Estaba sentada en el parque sujetando un muñeco de bebe, lo veía y se me hacia increíble como a las niñas les gustaban estas cosas, jugar, dormir y hasta hablar con ellos, eran simplemente escalofriantes
- Eli, cariño, ¿sucede algo? – la voz de mi madre me sacó del trance en el que mi mente se había montado. Negué con la cabeza.
Voltee de nuevo hacia mi muñeco, tratando de resolver el enigma que tenía frente a mí, es que no podía comprender porque a las niñas les gustaban estas cosas, esos ojos tan realistas parecían que te veían hasta el alma. Había sido un regalo de mi madrina y muy de mala gana junto con el pellizco de mi madre lo acepté. No era feo el muñeco, simplemente que tenía miedo que en una de esas girara la cabeza y me persiguiera por toda la casa con un cuchillo en mano, me estremecí y rápido bajé al muñeco, era una escena aterradora.
- Mami, ¿podemos ir por un helado? – preguntaron mis hermanos al unísono, al ser gemelos lo hacían bastante natural, incluso terminaban la frase del otro. Era algo así como su súper poder
- Si, mami, ¿podemos? – mi madre nos vio y sonrió
- Está bien, vamos – la seguimos hasta el carrito
- Mira, es Santa – dijo Tyler, yo me emocioné
- No seas tonto, no es Santa es solo un señor gordo y barbudo – le dijo Taylor, eso me bajó el animo
- Santa es un señor gordo y barbudo – dije yo esta vez, ambos me voltearon a ver
- Pues si... pero... - Taylor empezó a balbucear, ya no tenía ningún argumento, Tyler y yo comenzamos a reírnos bajito – cállense – se giró para que no viéramos sus mejillas rojas
- Niños ¿Qué van a querer? – mi madre nos miraba divertida
- ¡Helado de chocolate! – dijimos los tres lo suficientemente alto para que el señor gordo y barbudo nos escuchara, rápido tomó tres conos y puso una bola de helado en cada uno. Cuando el helado llegó a nuestras pequeñas manos mis hermanos salieron corriendo y chillando hacia los juegos, yo por otra parte me quedé con mi madre, aún era muy chica para irme a esa zona, así que las dos nos fuimos de nuevo a la banca.
Mientras comía mi helado de chocolate veía a los niños pasar corriendo o gritando cosas que me hacían dar pequeñas risas, una voz femenina llamó a mi madre con sorpresa
- ¡Amy! (Amelie) – yo salté un poco en mi lugar – ¡oh por dios, hace cuanto! – el rostro de mi madre pareció confundido pero después de unos segundos reaccionó
- ¡Lily! – se levantó y abrazó a la mujer – ¡no puedo creerlo que estés aquí!, no te veo desde el instituto – yo miraba a las dos con las cejas juntas, me ignoraban y yo siempre era el centro de atención, SIEMPRE
- Mami – dije con la voz más tierna que pude, ambas mujeres me vieron y la tal Lily me vio con una tierna sonrisa
- Es hermosa, Amy – se acercó y me tendió una mano – Hola, soy Lily, una amiga de tu mami – la miré directamente a sus verdes ojos y de inmediato me cayó bien, le regale una sonrisa
- Soy Eli, un gusto – su mano era suave y cálida
- ¿solo la vas a tener a ella? ¿o piensas darle hermanitos?- preguntó Lily y yo la mire confundida, ¿¡más hermanos!? ¡no gracias!
- Yo no quiero más hermanos – Lily se quedó sorprendida y comenzó a buscar una carriola o algo por el estilo, mi madre enrojeció un poco
- Eli ya tiene dos hermanos – mi mamá tragó y se puso recta con una sonrisita nerviosa – Tyler y Taylor, ellos son- los gemelos llegaron corriendo hacia nosotros, manchados de chocolate pero con unas sonrisas radiantes
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Un ángel con cuernos y cola
Teen FictionHay personas que nacen con un encanto natural, tienen una belleza sin igual que nunca pasa desapercibida, pero a veces, son mascaras que esconden una fiera personalidad o una astuta mente como Elizabeth por ejemplo, destinada a la grandeza, pero tod...