Mirando las estrellas

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Fuera de la ciudad estaba una pareja de enamorados, pero que no eran novios mirando las estrellas. El viento soplaba y aunque no era muy frió logro estremecer a una delgada rubia, probablemente porque lo único que vestía era un vestido celeste de tela fina y unas sandalias de plataforma.

- Marjo, acepta mi sudadera juro que no huele mal- ofreció un chico de mirada divertida

- Se que no huele mal, pero tendrás frió tú solo llevas pantalones cortos y una camiseta

- Pequeña, sobrevivía a los inviernos en una casa con paredes de cartón, sin calefacción y con apenas dos mantas, pues le daba un par a Karen que las necesitaba más, este frió no afectara mi sensual cuerpo- el chico recorrió su pecho y abdomen con la mano de forma coqueta, lo que hizo reír a la chica.

Finalmente la rubia acepto la prenda colocándosela, de inmediato el aroma masculino de Kenny la embriago, era probable que antes de que salieran este había rociado sus ropas con desodorante en aerosol AXE, pues reconocía la fragancia que el chico siempre usaba.

Marjorine le había pedido a su amigo salir pues debía decirle algo importante, algo que cambiaría su vida, pero no estaba segura y necesitaba la opinión de quien consideraba la persona más valiosa para ella.

Cuando la chica había llamado al rubio el día anterior para poder salir solo los dos de noche, pego un brinco de felicidad, él estaba sumamente enamorado de Marjorine y cada momento que pudiera estar con ella era preciado, sobretodo si eran solo ellos dos. Pidió prestada la motocicleta de Damien, que a pesar de amenazarlo mil veces de que si le hacia algo le rompería las piernas le facilito el vehículo, pues en el fondo eran buenos amigos. Llevo una manta para que se sentaran en el pasto del mirador y una botella de vino blanco.

- Kenny, te invite a este lugar para poder hablar a solas- comenzó a hablar tímidamente

- Primero bebamos algo de vino- dijo el chico sacando la botella y dos copas de plástico de su mochila

- Sabes que no soy buena bebiendo- respondió mirando con inseguridad la botella

- Por eso solo te daré una copa, no quiero emborracharte

- Confiare en ti Kenneth- el mencionado sonrió bobamente, como cada vez que la rubia lo llamaba por su nombre, ademas no ayudaba el echo de que le diera esa mirada tan dulce.

Sirviendo ambas copas el chico le entrego la correspondiente a Marjorine, las hicieron chocar y bebieron mientras hablaban del hermoso cielo despejado de esa noche, lo que permitía ver las estrellas con claridad.

- ¿Recuerdas la primera vez que vinimos?- pregunto el chico

- Fue en secundaria, cuando recién comenzamos a juntarnos con Clyde y Craig, él nos obligo a venir para ver el eclipse- rememoro la chica

- Me refería a nosotros dos, solos- justo en ese momento la rubia había bebido un poco de vino por lo que se atoro, tosiendo muchas veces y derramando un poco de liquido en su barbilla.

Kenny se apresuro a tratar de limpiarla con sus propia manos, pero justo la chica se puso de pie al final el rubio estaba agarrando el muslo de Marjorine. Se quedo quieto mirando la blanca y suave piel, luego sus manos comenzaron a moverse, dándole suaves caricias.

La chica se quedo inmóvil al sentir los ásperos dedos del otro en su piel, recordaba las caricias que se dieron en el breve tiempo que fueron parejas, pero ahora se sentía todo tan distinto pues ahora era otra persona, aunque algunas cosas seguían igual. Cuando sintió unos labios besando sus rodillas y ascendiendo a sus muslo se aparto.

- Kenny...

El nombrado se lamento haber actuado tan impulsivamente, eran amigo a pesar de la obvia atracción mutua, no podía lanzarse sobre ella, especialmente después de todo el daño causado.

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