Capitulo 14

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ADRIK ANDERSON

Sábado, nueve de la mañana. Salgo a correr por las calles de New York. Todas las mañanas lo mismo, antes de ir a parar a la cafetería a desayunar. Estos últimos días, mejor dicho estas últimas semanas, fueron más para poder salir y despejarme un poco, que para mantenerme en forma.

Me sentía ahogado en un agujero, en el cual me estaba costando salir. Tiempo, me había dicho mi mama y mi amigo, tiempo para poder sanar, para poder superar. Una persona me había dicho que el tiempo no sanaba las heridas, que nos acostumbrábamos al vivir con el dolor diario de ellas. Tiempo, tiempo, tiempo. ¿Cuánto tendría que esperar para superar esto o más bien para acostumbrarme a este dolor? ¿Horas? ¿Días? ¿Meses? ¿Años?

Saliendo de mis pensamientos me doy cuenta que estoy frente al cementerio. Miro las rejas del lugar. Supongo que algo dentro de mí me trajo acá, ese algo tal vez era el que no me ayudaba a superar.

Voy hasta la entrada y de la parte de afuera hay una señora con una mesa llena de flores.

—¿Las de siempre?—me pregunta con ese tono dulce.

Dándole una sonrisa, asiento.

Después del funeral de Mia, vengo seguido a visitarla y siempre les doy rosas blancas.

A ella nunca le había gustado que le den flores, prefería el chocolate. Pero en la época que estábamos de novios me confesó que por alguna extraña razón se veía atraída hacia esas rosas, de ese color.

Le doy el dinero y agarro las tres rosas. Pongo un pie dentro y ya siento la angustia en mi pecho, la que vengo experimentando todo el tiempo. Dando un suspiro, camino hasta su tumba. Llego hasta la lápida y me agacho quedando en frente. Coloco las flores en el pasto y acaricio la piedra con su nombre. Miles de recuerdos vienen a mi cabeza como un huracán. Cuando nos conocimos, cuando empezamos hablarnos hasta hacernos amigos, cuando nos pusimos de novio, cuando volví a verla después de años.

Sentía mis ojos arder, las lagrimas ya estaban en mi cachetes.

Nuestra relación había durado apenas unos meses y había terminado de la peor forma pero eso no sacaba el hecho de que Mia O'Conner fue importante para mí, para mi vida. Nunca se lo logre demostrar y tampoco puedo hacerlo ahora. Y eso es lo que más me duele.

Diez minutos después salgo de ahí, con la vista borrosa. Trato de caminar bien, cruzar las calles bien. Llego a la dirección la cual hace días quería venir pero no me animaba, más que nada me daba vergüenza. Toco la puerta y espero.

—Dos minutos—recibo ese grito como respuesta.

En menos de ese tiempo, la puerta abre.

—¿Adrik? ¿Qué haces acá?—pregunta sorprendida.

—Hola, Maia—digo después de tragar—. ¿Podemos hablar?

Ella me mira y al segundo asiente lentamente.

—Si, pasa—dice corriéndose para invitarme a su departamento—. ¿Cómo... cómo supiste mi dirección?

—Una vez tuve que cubrir el turno de un compañero, para vigilarte. Tenía que quedarme fuera de tu casa para saber si salías, me dieron la dirección—ella me mira con los ojos bien abiertos—. Perdón—agacho la mirada.

De alguna forma sonaba a acoso, el estar fuera de su casa vigilándola para saber sus movimientos. Pero era una orden, tuve que cumplirla y no porque quería.

Ella sacude la cabeza, supongo que intentando no prestar atención a ese tema.

—¿Pasó algo para que vinieras?—me indica con su cabeza el sillon.

Voy en dirección a él y me siento, seguido de ella.

—¿Cómo estas con el tema de...?—dejo la pregunta en el aire. De algun modo no me salia pronunciar su nombre.

—Mia—dice y asiento—. Como puedo, creo. No sé, no me gusta hablar del tema—mira sus manos.

—Perdón—digo en susurro.

—¿Qué?

Me mira con el ceño fruncido.

—Perdón por lo de hace años. Traicionarla, perseguirte para saber donde estaba ella y volverla a meter en la carcel.

Ella solo me mira y no dice nada.

Me sentía decepcionado de mi mismo, avergonzado, triste, perdido y demás emociones que no se como describirlas. No tuve ni la oportunidad de despedirme de ella. O por lo menos no de la forma de la que yo quería. ¿Qué podía hacer ahora? No habia forma de disculparme, ella ya no estaba más. Y este sentimiento de culpa me estaba matando por dentro. Habían pasado dos años, desde que todo se fue a la mierda. Muchos habrían superado alguna de sus relaciones en tanto tiempo. Yo no. Me marcó mucho en mi adolescencia. Habíamos tenido una relación bastante sana, no había ni celos ni peleas en el medio, solo el amor que nos teniamos el uno al otro. Ella me habia apoyado en los buenos y malos momentos de mi vida, y yo a ella. Los dos nos motivavamos el uno al otro. Nunca tuve una relación con una chica que me ame y aprecie tanto como lo había hecho Mia. Y tampoco creo encontrarla.

—¿Sabes si me odiaba?—le pregunto despues de salir de mis pensamientos—. Creo que es obvia la pregunta—me rio sin humor, sintiendo mis ojos cristalizados.

—Mira, Adrik—le presto atención—. No me acerque mucho a ella, por miedo a que por mi culpa la entreguen. Lo unico que te puedo decir es que no te odiaba, por lo menos no en el último momento. Era una mezcla de decepción y dolor. Aún así ella quiso pasar de página y dejar esos sentimientos atrás.

—¿Sabes como murio?

Aunque yo ya lo sabia, queria ver si ella estaba al tanto. Creo que tendría que saberlo, ¿no?

—Hubo una persecución. En el auto iba ella y cuatro personas más. Volcaron pero antes de que los atraparan y de que se incendie el auto pudieron escapar. Aún así no llegaron muy lejos, murieron desangrándose—termina en voz baja.

—Ese día, antes de la persecución—digo mientras empiezo a recordar—. Tenía una denuncia de que habían atacado a una chica en un callejon. Fui ahí y me termine encontrando también con Mia. Ella en realidad me habia ido a buscar. Hablamos y... se despidió de mí. Como si no nos fueramos a ver nunca mas en la vida. Y resulto ser verdad, porque esa fue la última vez que la vi—digo llorando.

Levanto mi vista hacia ella y veo como recorre una lagrima por su mejilla que no tarda en secarsela.

—¿Cómo te enteraste?

—¿Sobre el choque? Habían pedido refuerzos, así me enteré. Sobre que la habían encontrado...—no digo la palabra—, me enteré por mi mamá. Ella estaba mirando las noticias por la televisión hasta que se encontró con eso, después me llamo y hablando con un compañero de trabajo—doy un suspiro—, me lo confirmo.

—Era una persona hermosa—dice con la vista perdida y dando una sonrisa ladina.

—Si—susurro—. Y yo un inútil por no saber valorarla y fijarme en que era una mafiosa.

—Adrik—me llama después de varios segundos de silencio.

La miro a los ojos, esperando a que me diga o pregunte lo que tiene en mente.

—¿Vos la amabas? ¿La amaste de verdad a Mia?—pregunta.

—Como nunca ame a alguien.

—La lastimaste mucho—por más que lo sabía ya que era obvio, el escucharlo hizo que mi pecho doliera—. ¿Por qué lo hiciste?

—Creí que era lo correcto—niego con la cabeza—. Pero ya es tarde para hacer algo y remediarlo. No puedo volver al pasado. Y ella ya no esta—cierro los ojos ya que me ardían.

Una vez que conocias a Mia O'Conner era como droga para vos. Una puta diosa, la cual nadie se alejaria de ella. Tenía a todos locos. Tuve la suerte de tener algo con ella. De conocerla tanto su personalidad como su cuerpo. Y como un gran estupido, la cague. Fui quien la dejo y de la peor manera posible. En circunstancias así, creo que un engaño no se compara con una traición, no con la que le hice yo a ella.

Barbie Prófuga ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora