Capítulo 22 - ZI TAO

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Necesito un gánster que me quiera mejor
de lo que lo hacen todos los demás.
Que siempre me perdone, 
que corra o muera conmigo, 
eso es lo que hacen los gánsters.
Estoy jodido, triste y maltrecho, 
estoy hecho para ello, todo el abuso.
Tengo secretos que nadie, nadie sabe.
Soy bueno en eso, en esa mierda, 
no quiero lo que puedo conseguir.
Quiero a alguien con secretos, 
que nadie, nadie, nadie conoce.

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D

esperté esa mañana abrazando algo que no era una almohada. Era Kris. Me alejé demasiado rápido, asustado y sobresaltado, tratando de pensar en qué momento él se acostó a mi lado y lo rodee como si fuera mi almohada favorita.

El corazón se me desembocaba y estaba demasiado asustado pensando lo peor. Pero ambos teníamos ropa y Kris parecía un oso hibernando. Su boca estaba semi abierta, un hilo de saliva caía de él a la cama y su cabello semi largo estaba despeinado. No había coleta. Estaba acostado boca abajo y abrazaba la almohada en la que reposaba su cabeza. Parecía estar muerto, de no ser por sus mejillas algo rosadas y el hecho de que su tórax subía y bajaba en señal de que respiraba.

Pasé una mano por mi rostro analizándolo. Kris era guapo. ¿Por qué negar lo obvio? Tenía un mentón fuerte, cejas espesas, labios rosados, gruesos y pequeños, una nariz puntiaguda, cabello negro y sedoso.

No supe cuanto tiempo me quedé mirando su rostro que pareció que me perdí en él. Hasta que comenzó a moverse con gruñidos como si fuera una bestia. No pude evitar soltar una pequeña risa ante esa imagen. En lugar de asustarme sólo removió un poco mi pecho en señal de ternura.

— Deja de mirarme, quiero dormir. — Susurró bajo. Me asusté un poco alejando mi mirada de él.

— Pensé que moriste. — Dije en su mismo tono.

— Yo también. Me sentí mareado de repente cuando me acosté aquí y me dormí. Parece que mi pastilla dio un efecto retardado.

— ¿Pastilla?

— Droga, Tao.— Al fin abrió los ojos y se quedó mirándome. — Aprietas fuerte. Cuando soñaba parecía que un oso me daba un abrazo y destrozaba mis costillas.

— El oso eres tú — dije rodando los ojos y yendo al borde de la cama.

— Como sea. —Bufó al sentarse, estiró sus brazos por sobre su cabeza y bostezó antes de ver su reloj.— Santa mierda son las once de la mañana. —Frotó su sien. — Pasamos de la hora. Preparate, iremos a disparar.

— Yo no sé disparar.

— Por eso te enseñaré, Idiota.

— No me llames así — Mis cejas se fruncieron y lo miré como si así pudiera asesinarlo. Fue algo tonto cuando él comenzó a reír.

— Que bobo te ves. Ya mueve tu trasero al baño o iré yo primero y no quieres entrar después de mi. — Frotó su barriga.

— ¡Asqueroso!

Corrí al baño escuchando su tonta risa. Parecía estar de buen humor y eso significaba menos problemas al enseñarme eso que decía.

Lavé mi rostro y me observe mejor que ayer. Así debía ser, mejor cada día a pesar de la frustrante realidad que estaba viviendo.

La tortuga de KungFu Panda decía que el presente es un regalo pero no veo mi regalo por ningún lado. Era un presente horrible que simplemente me estrasaba y con mucha suerte dormí anoche. Si no hubiera sido por el cansancio de tantos días de angustia y ansiedad, no habría dormido nada.

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⏰ Última actualización: May 30, 2020 ⏰

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