CAPITULO 1

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Satanás, Satán, El Diablo, Lucifer, El dragón, El Amo de la noche, El Destructor de almas, El mismísimo Demonio. Esos sólo eran una colección de nombres que le habían puesto, pero él prefería llamarse Namjoon.

A pesar de los siglos que llevaba desterrado, su apariencia no cambiaba, tenía unos ojos obscuros imponentes, unos labios no tan delgados pero carnosos, y una altura de 1.81cm junto a físico trabajado. Lucifer era el nombre que ese que se hacía llamar padre le había dado. Lo desterró cuando él también quiso un poco de atención al igual que él. Y por eso estaba ahora ahí, abajo.

¿Quién dice que en el infierno no tienen una versión más oscura de una ciudad?

El infierno, era literalmente una versión horrenda del mundo, cielos rojos, sombras demasiado espesas y tenebrosas. Todo se veía rojo, pero solo en un lado, donde las personas eran castigadas, donde aquellos que llegaban eran personas horribles desde mentirosos hasta asesinos.

Y si, existían todos y cada uno de los demonios que se conocían. Y si había seres demoníacos que causaban problemas en el mundo mortal, pero también había seres que cuidaban, que protegían y que guiaban a otros tantos. Todos al llegar al infierno eran al igual pesados por sus pecados. Ese era su segundo juicio. El primero era cuando ÉL los mandaba a aquel lugar después de morir y considerar que ante el más mínimo pecado serian condenado. Era por eso que Namjoon se encargaba de todo ese laborioso trabajo, pero gracias a Yoongi empezó a delegar acciones y a pesar de ello, seguía con el eterno estrés de vivir bajo.

Ya se había aburrido, su trabajo era torturar, desollar, mutilar de todas las maneras posibles a esas pobres almas que se le enviaban. Tenía a casi todos los demonios del infierno haciendo su trabajo, y mandaba a otros tantos a hacer desastre y molestar a los mortales.

En ese preciso instante estaba en su trono recargando su mentón sobre su mano, dentro de esa habitación de amplio ventanal que le permitía ver cada rincón de aquel sitio obscuro, alrededor de él, las paredes eran de un color rojo oscuro y el piso simulaba el aspecto de la madera pero en un tono negro como si hubiera sido quemada, frente a él un amplio cuadro negro de alfombra y la luz rojiza le daba un aspecto aún más terrorífico, y en una esquina había un pequeño y delicado bonsai.

—Agh~ - y con los ojos cerrados y de un momento a otro su frustración le ganó, estaba completamente fastidiado necesita a un respiro urgente.

Al oír ese sonoro quejido un chico de baja estatura y mirada feroz entro a la habitación, sin pedir permiso — Mi Señor - dijo su amigo, el primero que lo había apoyado en su travesía, este se hacía llamar a si mismo Yoongi, el también cambió su nombre al ser desterrado del celo por apoyar a su amigo.

—Yoongi estoy que me llevo yo mismo, es asfixiante estar aquí llevamos siglos, millones de años aquí, ¿será que podría tomar solo un respiro? - dijo Namjoon pasando sus manos por su rostro con un poco de desesperación.

—Venga Namjoon, ya tienes a la mayoría de los demonios haciendo tu trabajo, nadie se dará cuenta. - dijo en un tono obvio, esto no era la primera vez que estos dos tenían una conversación como esta. propuso su mejor amigo.

— Tienes razón, de tantas cosas que hacer aquí se me olvidó. - dijo con obviedad y sarcasmo, pues era más sencillo decirlo que hacerlo, pasaron un par de minutos en silencio -. ¿sabes qué? Si, será mañana aún quedan unas pocas horas quiero empezar bien así que... - fue interrumpido por Yoongi.

— ¿Quieres las veinticuatro horas exactas verdad, Lucifer? - dijo Yoongi con son de burla. Si había algo que más enfurecía a Namjoon era esa palabra.

— ¡NO ME DIGAS ASÍ! - grito el más alto de una manera tan brutal-. Sabes que el único que me dice así es el viejo ese. Ya ni el maldito de mi hermano me llama así.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora