Llegar tarde

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Lo único que Emma podía oír en ese momento era el sonido del despertador, ella tanteó su mano hasta la mesita de noche y lo apagó de un manotazo, tardo unos segundos en alzar su cabeza para poder finalmente despertarse.

—Oh dios... — Ella se incorporó mientras restregaba uno de sus ojos —Tengo tanto sueño — Por último, sacó un gran bostezo mientras se estiraba.

Ella se levantó rápidamente mientras buscaba por el suelo su ropa y la recogía, ella solo miraba lo arrugado que estaba su uniforme de la oficina.

—Ah... lo sabía — Y ella se lamentó bastante por el estado de su ropa —Y ya no tengo ropa limpia para ir a trabajar — lloriqueó ella mientras se sentaba en la cama y soltaba un gran suspiró.

En ese instante unos grandes brazos la atraparon, arrastrándola con ella al colchón.

—¿Por qué estás tan activa tan temprano en la mañana? — Emma luchó contra los grandes brazos del chico con quien había pasado la noche, todo había sido su culpa.

—Ya no tengo ropa, tengo que ir a mi casa a cambiarme — Un gruñido soltó el chico mientras la apretaba más contra él.

—Lavé tu ropa ayer — Dijo aún somnoliento, ella solo parpadeó confundida.

—¿La que deje el otro día? —

—Si, ahora duerme por otro rato más — Y él se acurrucó junto a ella, Emma sonrió un poco.

—No~, ¡tú siempre haces que llegue tarde! — Ella se movió más fuerte para soltarse.

—Quédate quieta, Emma — Le ordenó el chico, Emma le hizo caso por tres segundos.

—¡No! — Ella finalmente se soltó, dejando a un pelinegro de muy mal humor.

Emma se levantó mientras iba hasta el baño y buscaba una toalla para darse un buen baño, recogió las cosas para lavarse todo el cuerpo, fue cuando vio las marcas de la noche anterior adornando todo su cuerpo, y de la noche anterior a esa, y de la anterior a aquella y... mejor no las seguía enumerando, eran demasiadas para contarlas.

Fue entonces cuando la puerta del baño se abrió, asustándola un poco y tapándose con la toalla para evitar que vieran su desnudes, pero de poco le valía al intruso.

—Ya que no quieres volver a la cama, bañémonos juntos — La sonrisa que le daba su pareja decía que le haría de todo menos darse un baño.

—¡De ninguna manera!, ¡estoy cansada! — Aun así, de nuevo fue apresada por sus brazos abrazándola por la espalda mientras la dirigía hacia la ducha.

—No va a pasarte nada malo — Y él colocó sus dientes en su oreja mientras la mordisqueaba un poco — Al contrario, podría ser muy bueno — Soltó una ligera risa mientras ella se ruborizaba.

—Ray... basta — Aún así sus manos se posaron en sus hombros mientras bajaban delicadamente hasta su toalla, una vez la agarró se la quito y la puso lejos de los dos para poder verla mejor.

—No te hagas la difícil ahora — Y una vez que abrió el agua de la regadera, ella pegó un pequeño brinquito debido a lo fría que estaba el agua, acercándose más a él.

—Eres tan malo — Ella hizo un pequeño mohín, pero luego paso sus brazos alrededor de su cuello, estrechándose un poco más a su buen formado cuerpo — llegaré tarde otra vez — Susurró ella mientras empezaba a besarlo.

Fue cuando el agua estuvo tibia, que ambos se metieron debajo de la regadera mientras se acariciaban mutuamente, Ray pasaba sus manos por su cintura mientras bajaba por sus caderas hasta llegar hasta sus glúteos, mientras los masajeaba suavemente.

Tú cambiaste mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora