❤️ Capítulo 11 ❤️

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Adrián:

¿Pero qué rayos estaba pasando aquí? Anelí se había convertido de un momento a otro en la niña del exorcista. Corrí hasta ella, tratando de sujetarla, debía impedir que se clavara el tenedor en el abdomen.  

—Anelí ¡Para, te haces daño! ¡Nora! ¡Nora! 

—¡¡¡¡Están dentro de mí!!!!! —gritaba ella estremecedoramente. 

—¿Quién cariño? ¿Quién?

—¡Siento como me caminan! ¡Has que pare! ¡Quiero que pare! 

—Calma, estate quieta.

Nunca pensé que tuviera fuerza, parecía que estaba aguantando a un león. No dejaba de removerse en mis manos. Logré quitarle el tenedor a la fuerza. El olor a sangre impregnaba mis fosas nasales, las manos de Anelí estaban cubiertas de ella y mi pulóver ya no era blanco. De pronto paró sus movimientos bruscos, quedándose estática. 

—¿Anelí? — la giré de frente a mí. Observé como su mirada se desenfocaba y se centraba en algún punto invisible en la pared. 

La solté para chasquear los dedos frente a sus ojos, pero era en vano, era como si estuviera en algún tipo de trance. Me separó de ella para caminar lentamente hacia la pared y comenzar a balancearse hacia delante golpeando su cabeza, produciendo heridas en su frente ¡Oh Dios! En un salto apresurado derrumbé la mesa del centro junto con la botella de vino y la pizza.  Intenté agarrarla, pero apenas tocarla, comenzó a gritar y a lanzar golpes y patadas contra mí como si estuviera loca.

—¡¡¡¡Para!!!! ¡Nora! ¡Nora! — seguí gritando a todo pulmón. Solté un suspiro cuando escuché pasos apresurados.

—¿Por qué gritas a esta hora? —preguntó entrando por la puerta, pero sus ojos casi se salieron de sus orbitas al ver la escena surrealista que había en aquel salón — ¡Oh Virgen santísima! ¿Qué le sucede a mi niña? —comenzó a chillar y llorar, corriendo hacia ella. 

—¡Llama a una ambulancia! ¡Corre!

—Pero, ella… —tartamudeaba entre balbuceos. 
 

—Debes llamar a la ambulancia ¡Ya!

Observé como salía corriendo en busca de un teléfono. Me concentré en Anelí, me senté en el piso arrastrándola conmigo, noté como se acurrucaba entre mis brazos.

 —Tranquila, cariño yo estoy aquí. Nada te va a pasar, no lo voy a permitir —comencé a mecerla como una niña pequeña, tratando de calmar los síntomas de temblores musculares que aparecieron. 

¡No podía perderla! No otra vez. Nunca antes había sentido tanto desasosiego en mi vida. Me costaba hasta respirar, era como si mis pulmones estuvieran cerrados ¡Me estaba ahogando de miedo! Le besé el pelo, enterrando mi nariz, y aspirando ese olor que tanto me gustaba. Necesitaba reunir fuerzas y poder ser fuerte por los dos. Así estuvimos alrededor de media hora, hasta que escuché los pasos de Nora y vi como entraban dos paramédicos.

—Gracias a Dios —murmuré. 

—Señor, necesita separarse de ella.

— Soy doctor puedo ayudar —le recriminé, aunque sabía perfectamente que esas eran las reglas.

—Lo sé, lo he visto en el hospital de niños. Pero usted está involucrado personalmente con la paciente, por lo que no haría más que estorbar. En estos momentos está pensando irracionalmente —Dijo uno de ellos, con una voz ruda. Me dolió en el alma soltarla, sentía la necesidad de querer protegerla de todos, pero ellos tenían razón, debían hacer su trabajo —, ¡Está teniendo arritmias! Debemos apresurarnos en llegar al hospital —gritaba mientras la pasaban a una camilla para llevársela —, ¿Va a venir usted en la ambulancia?

¿Nos conocemos? Serie #1 "Cabronas ¿Y Qué? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora