Capítulo 24

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Me levanto con un terrible dolor en las costillas, me siento desfallecer, pero igualmente me guardo mis quejas. El Nico me acompaña desde mi dormitorio hasta la cocina, mi padre se encuentra en esta, pero paso completamente de él.

Escucho que aclara su garganta y que me llama, al voltear observamos al otro, pero de inmediato corremos la mirada. Yo me atrevo y lo miro con decisión, él... No sé, podría decir que desaprobación.

— Te dije que te harían daño — Aprieto los dientes y vuelvo a concentrarme en el refrigerador.

— No me importa — Mis palabras son un susurro al aire, siento un negativo sentimiento brotar de mi pecho. Jamás creí que todo se transformaría en algo tan oscuro.

Agarro unos agregados para el pan y lo preparo, luego de servirme un vaso de jugo me retiro hacia el living y me siento para ver televisión con el Nico.

Mi padre intenta sentarse también, pero mi compañero salta del sillón y comienza a gruñirle como nunca antes le ha gruñido a otra persona. Comienza a ladrar con fuerza hasta que logra que él se retire hacia su oficina.

— Gracias amigo — Una lágrima se desliza por mi mejilla, pero de inmediato la limpio pasando el puño de mi pijama.

El Nico se acerca a mí y deja su cabeza sobre mi regazo, pareciera que el entiende todo lo que ocurre a su alrededor, ha decidido a quién va a proteger en esta casa.

— Ven aquí pulgoso — Lo abrazo y permito que me de muchos besos en la cara.

En estos momentos, él y Melisa son los únicos seres de esta casa que muestran madurez.

— Hola linda — La voz que viene de la puerta nos hace voltear, es ella. El ángel de la guarda que me protege del monstruo que es mi padre.

— Hola Melisa— Me dispongo a levantarme, pero ella me detiene y se acerca — Puedo moverme.

— Pero lo mínimo — Niego con una sonrisa y río — Te traje algunas cosas para que resistas el tiempo sin poder salir de casa.

— Es una licencia, no una cuarentena — Bromeo.

— Pero debes cuidarte — Me muestra un tarro de helado, muchas galletas, papitas, snacks, etc.

— ¿Qué me voy a comer hoy? — La molesto en lo que me levanto y camino hasta la bolsa.

— Solo una por día — El sonido de la puerta siendo abierta y los gruñidos del Nico causa que ambas veamos el pasillo.

Mi padre se acerca a Melisa , la saluda con un beso y una sonrisa, posterior a eso él se arrodilla y acaricia su vientre.

— ¿Cómo esta el bebé? — Siento que hago mal tercio en el lugar, por lo tanto, llamo a mi compañero para que ambos subamos hacia mi habitación.

Ya dentro de esta, me siento en la silla flotante que se encuentra al borde de mi ventanal. Llevo pocos días de licencia y ya siento que quiero volver al colegio.

Este ambiente tan pesado entre mi padre y yo me está asfixiando lentamente, quiero huir y dejar de tener que soportar esas miradas gélidas y de desprecio, pero no puedo hacerlo.

He hablado por teléfono con la Viveka, resulta ser que no es esa mala persona que yo creí que era. Ha cambiado bastante de lo que yo recuerdo, ahora tiene una mente más abierta, es amable y confiable... Es todo lo que mi padre proyectaba, pero de verdad.

—¿Y eso? 

Escucho gritos desde el primer piso, así que entre abro mi puerta para poder escuchar mejor lo que ocurre.

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