En algún momento de mi vida escuché a un profesor decir que el misterio de la humanidad se basaba en su avance y que este siempre causaba un reinicio cuando llega al punto más alto. En ese momento no entendí sus palabras, pero ahora que he crecido p...
— ¿Evan? — Escucho sollozos y un llanto ahogado — ¿Evan que ocurre? — Me preocupa escucharlo así, pero no obtengo ninguna respuesta — Evan contéstame — La llamada se corta de la nada y eso solo me hace preocupar más — ¡Mierda!
Me da igual el resto del mundo, agarro una toalla y me envuelvo el cuerpo mientras le marco de vuelta. Una, dos, tres veces lo llamo pero no contesta y recién a la quinta vez logro escuchar su voz.
— Neo no te preocupes, se marcó por accidente tu número — Tiene la voz gangosa y un tanto gastada, es evidente que algo le pasa.
— Evan escúchame, sé que algo te pasa y no pienso dejarte hasta que me cuentes qué te pasó.
Los sollozos vuelven a hacerse oír y eso define todo para mí. Me voy hasta mi habitación y agarro los audífonos inalámbricos que tengo sobre mi cómoda y los activo para ponerlos en mis oídos mientras me pongo el sujetador y las pantaletas a toda velocidad.
— Neo — Solo dice mi nombre mientras escucho su llanto.
— Vamos, cuéntame qué ocurre.
Suavizo mi tono de voz para hablar con él, al ponerme el pijama me siento sobre mi cama y activo la videollamada, su pantalla también se activa y puedo verle el rostro por primera vez. Tiene los ojos hinchados y una expresión cansada en su rostro.
Se nota que retiene el aire al verme también pero después suelta un suspiro, sigue llorando y sus lágrimas caen sin detenerse.
— No puedo más, no aguanto más — Es difícil querer apoyar a alguien y que esté lejos, deseo abrazarlo y confortarlo, pero no puedo desde aquí — Neo, no sé cómo resistir.
— Evan escúchame, en este poco tiempo he podido ver a un muchacho tierno y atento pero fuerte al mismo tiempo — Miro la cámara pensando que lo estoy mirando a él, pensando que lo tengo en frente — La vida está llena de luchas y si nos rendimos nadie continuara nuestro camino — Sus sollozos me distraen un poco, pero siento que puedo hacer más para apoyarlo — No puedes rendirte porque hay personas que te necesitan y que te quieren.
— Neo — Su expresión en su rostro muestra su dolor.
— No sabes cuánto desearía poder estar ahí para abrazarte y secar esas lágrimas de tu cara — Sonrío como puedo, su llanto por fin comienza a cesar y veo que sus ojos comienzan a tener un brillo especial — Vamos muyayo, si te sirve de algo... No importa lo que pase, en qué situación y estado estés, yo siempre estaré ahí para ti.
— ¿Y si me caigo y no me puedo levantar? — Miro la pantalla antes de volver a ver la cámara, quiero ver sus gestos y el de ahora no es muy alentador, su mirada baja y esa mueca en sus labios no le van para nada, lo quiero ver sonriendo.
— Entonces tendré que volar hasta España para ir allí, abrazarte y ayudarte para que te pongas de pie y sigas caminando — Por primera vez lo veo sonreír y eso me alienta — Estoy aquí y no importa lo que pase, tú siempre podrás contar conmigo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Neo — Esta vez llora al mismo tiempo que sonríe — Gracias, en serio gracias.
Luego de eso me quedo hablando con él para confortarlo, lo hago reír y suelto una que otra anécdota de mi día y él me contó el porqué estaba así hace rato. Resulta que su trabajo lo tiene agotado, por lo que me contó no tiene privacidad y mucho menos tiene momentos para estar solo y detenerse para relajarse. Aparte, su jefe lo presiona con los trabajos que saca y eso lo frustra. Sin embargo, me dice que mis palabras lo alientan y que digo lo correcto y lo que ha necesitado oír en mucho tiempo.
— Oye Evan siento tener que despedirnos — Veo que hace un puchero, pero eso solo me hace sonreír — Pero con la hora que es siento que debes descansar algo, te ves mejor descansado.
— Pero Neo — Le sonrío a la cámara con total dulzura —No necesito dormir ahora.
— Evan Connor Arriagada no te estoy preguntando, te estoy mandando a dormir — Me siento como mi papá cuando quiere que me vaya a acostar, que horror ¡Me siento vieja! — Además nuestra diferencia horaria es gigante, acá son las once y media de la noche.
— Acá no es tan tarde — Alzo una ceja y él ríe — Son las tres y treinta — Me ataco al escuchar esa hora ¡Si trabajas nunca puedes acostarte tarde! — La noche aún es joven y no hay nada que pueda hacer que cambie de opinión.
— Evan, hazlo por mí — ¡Bingo! Tal parece que le he dado al clavo porque hace una mueca y luego suspira.
— Pero mañana es mi día libre, puedo hacer todo lo que quiera — Hago una mueca ante tal respuesta — ¡Tía que eso es trampa! — No puedo evitar reírme ante su queja, me dejo caer sobre la cama con los brazos abiertos — Que lindo techo, las estrellas brillantes le dan el toque — Alzo mi teléfono para dejarlo frente a mi rostro — Muy bien, si me voy a dormir temprano todo tu tiempo libre de mañana es mío.
— Bah, ¿Y tú quién te crees muyayo? — Ambos reímos, me encantan nuestras conversaciones así (ya tuvimos otras así anteriormente).
— Tu amigo, niñata — Niego con la cabeza y luego acepto con una sonrisa en los labios — ¡Trato cerrado ya no te puedes retractar! — Sin esperar más me cuelga, es bueno para salirse con la suya.
Dejo el celular sobre mi cómoda y me escondo bajo las mantas de mi cama, llamo a Nico para que se venga a acostar a mi lado (No tarda nada en llegar a mi lado para acostarse como un bollito).
— Buenas noches peludo ocioso.
Comienzo a cerrar los ojos para dormir, pero un mensaje en el celular me hace voltear con cara de póker... Es de Evan:
"Buenas noches niñata, duerme bien y no te desveles ❤"