Como es tradición al cumplirse dos semanas en Italia me voy a Alemania (y viceversa). Ahora estamos bajando del tren que nos trajo a nuestro destino, Berlín.
— Neo — Mis abuelos nos reciben de brazos abiertos y nos abrazan a ambos.
— Strugen Bajen truka les jagen — Es lo que ustedes entenderían si los escucharan, por eso todo está traducido. Realmente esas no fueron las palabras de mis abuelos, no están ni cerca en nuestro dialecto y por eso no le voy a dar vueltas al asunto — Mi pequeño arándano bienvenida a casa.
— Lo mismo va para ti Alessio — Mi papá sonríe ante la hospitalidad de mi abuela, es que es un amor — Tienes cara de enamorado.
— Te cacharon — Le susurro con malicia — Großvater — Me lanzo a los brazos de mi abuelo luego miro a mi papá con total maldad ¡Ja! ¡Atrapado!
— ¿Pasó algo de lo que no nos hayamos enterado? — Mi papá logra zafarse de la conversación y se va por el Nico corriendo, yo me encojo de hombros cuando me ven.
— ¿Y si mejor nos vamos al auto? — Nos vamos del lugar y esperamos a los dos faltantes, una vez ellos llegan partimos rumbo a casa.
Al llegar a nuestro hogar vemos a un vecino lo suficientemente joven a comparación de mis abuelos, no le calculo más de veintitrés. Lo saludo con la mano mientras cargo mi maleta hasta la entrada de la casa ¡Está todo cubierto de nieve!
— ¡Kacke! — Es mierda en alemán — Hola vecino.
Me mira como si fuera un bicho raro y me saluda, chiquillo de mierda no estaba en mis planes el hundirme en la nieve — Neo, déjame te ayudo — Alejo la mano de mi abuelo y me salvo sola. Recogiendo toda mi dignidad, me entro a la casa y me voy a la cocina donde está mi abuela.
— Pensé que querrías algunas — Recibiéndome con una charola repleta de galletas horneadas, mueve la silla que está a su lado para que me siente y le haga compañía — Te ves muy feliz, supongo que por fin encontraste aquello que tanto detestabas — Alzo una ceja y la miro extrañada — El amor, Neo.
— ¿Qué? — Hago una mueca como respuesta a su comentario — La palabra "amor" no va con Neo Rossi señores.
Mi abuela me analiza con los ojos entrecerrados y me dice "Hagamos como que te creo". Río con fuerza y ruedo los ojos, para tener sus años es bastante perspicaz la señora. Al poco rato se nos unen los hombres a nuestra conversación que en sí ya no es muy femenina que digamos, dialogamos tanto que hasta ya tenemos planes para ir a esquiar y a pescar con mis abuelos... Es bello volver a ver a mi familia.
A diferencia de los Rossi, los Schäfer son más tranquilos y sencillos. Aparte de que no son la misma cantidad de integrantes, mi familia de parte alemana es más pequeña (eso no le quita su calidez y alegría única).
Mi abuela nos pide que armemos el árbol de navidad con ella, evidentemente no nos negamos.
— Todos sonrían — Ya terminada nuestra obra de arte navideña decidimos sacarnos una foto frente al árbol — ¡Papá el abuelo te está viendo! — El perla anda haciendo caras, una pura mirada de mi abuelo siempre arregla todo.
Con la foto ya hecha se la envío a mi familia y posteriormente la pongo como foto de perfil en WhatsApp, esta vez no hallo razones para publicar una foto tan familiar y hermosa para mí.
En lo que mi papá se queda conversando con mis abuelos yo me voy a mi dormitorio para navegar en mi celular un rato, aunque el internet aquí es paupérrimo. Para suerte mía un mensaje llega a mi WhatsApp, al abrir la app veo al causante de todos mis suspiros de enamorada en estos últimos tiempos... Evan.
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Beloved
Teen FictionEn algún momento de mi vida escuché a un profesor decir que el misterio de la humanidad se basaba en su avance y que este siempre causaba un reinicio cuando llega al punto más alto. En ese momento no entendí sus palabras, pero ahora que he crecido p...