Capítulo 3

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Algo que muchos desconocían de aquel pueblo eran los pasadizos que este contenía, estaban tan bien ocultos que solo unos pocos sabían cómo dar con ellos, entre esos pocos estaba incluida Madi, quien se deslizaba deprisa por esos angostos e inhóspitos estrechos mientras sentía la humedad y la poca luminosidad que desprendían un par de velas que colgaban en aquellas paredes rugosas llenas de moho. Esta llegó al final del pasillo e hizo un patrón de toques en la puerta de madera que la separaba del otro lado. Una rejilla se deslizó de la parte superior y los ojos de alguien que se asomaron por esta, conectaron con los suyos. Lo siguiente que escuchó fue el ruido de la puerta siendo destrabada de sus pestillos y abriéndose.

—¿Nadie te siguió? —el sujeto le preguntó a la niña.

—No.

—De acuerdo, entra rápido —dicho esto el tipo cerró la puerta tras de sí con la misma seguridad. 

—¡Madi!

—¡Gaia! —La niña se fue corriendo en dirección a esta y la abrazó.

—Te extrañé mucho pequeña —dijo la chica morocha mientras correspondía a su abrazo.

—No creí verte tan pronto, ¿cómo es que el rey te dejó salir? —La pequeña castaña la miraba con ojos curiosos a la joven.

—Eso es algo que no te puedo decir, linda. —Gaia se acalló. Ella al igual que todos los que estaban presentes, sabían que Gaia trabajaba como una más de la servidumbre del rey y ahora se hallaba refugiada en aquellas cuatro paredes que para muchos se había convertido en su hogar, oculto de la autoridad, del maltrato y de los que pudiesen hacerles daño. El lugar no era la gran cosa pero sí era acogedor y eso era lo que más importaba, tenía la profundidad de una casa promedio y tenían todo muy bien distribuido, en un lado tenían una habitación que usaban como armero y guardaban las pocas armas que había logrado conseguir a lo largo de los años, una mini sala con una espaciosa mesa redonda que era en donde habitualmente hacían sus reuniones y planes próximos, al otro lado del lugar se hallaba una puerta que conducía a un pequeño baño, y solo un poco más al fondo había otra puerta en la que solo tenían permitido ingresar quienes estuviesen autorizados. Los individuos que habitaban el lugar y que hacían parte de este, eran en su totalidad trece. Y aquellos trece conformaban lo que muchos le llamaban, la resistencia.

—¿Dónde está ella? —Gaia interrogó a Madi sabiendo a quién se refería—. Pensé que vendría contigo.

—Ella fue a buscarme pero no sé por qué no vino conmigo. 

—Seguro está...

La morocha se vio interrumpida por un ruido que se escuchó tras la puerta, todos los presentes quedaron en silencio esperando a que los toques fuesen los correspondientes como todos tenían acordado para saber así identificarse. Hubo un breve silencio pero luego la madera resonó dos veces, una pausa y volvió a sonar dos veces, el chico del principio se asomó y al ver quien era abrió de inmediato.

—Lexa, tardaste mucho.

—No exageres Bellamy, solo estuve fuera como diez minutos —dijo la recién llegada al lugar con un semblante serio y deshaciéndose de su capucha.

—Estamos esperando a Raven para poder planear nuestra siguiente táctica —Bellamy espetó de brazos cruzados. Lexa por el momento se sentó en una de las sillas de la mesa principal y miró a los que estaban en la guarida; Bellamy, Madi, Gaia, Jasper, Emma y Shaw, ellos eran los que habitaban actualmente el refugio secreto, los demás estaban fuera, hacían parte de la rebelión, claro que sí, sin embargo los principales eran los mencionados. Los mismos dos toques pausados sonaron en la puerta de madera y se dio paso a Raven.

La realeza [Clexa AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora