Capítulo 3: Decadencia

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Creo que ninguna fortaleza es tan imponente como para soportar la vida misma. Casi todas las cosas creadas por el hombre son finitas, tienen fecha de vencimiento como la vida misma. Somos seres totalmente prescindibles de la naturaleza misma, quién sabe cuánto más para el mismísimo Dios; Dios Todopoderoso, omnisciente y omnipotente que hasta el sol de hoy te ha dado luz, guerrero.

Aconteció el beneplácito del amanecer de tu vida en medio de tanto turbar. Te aferraste a tantas promesas de la biblia que hasta cierto punto creíste insólitas y poco a poco Dios te ha revelado una a una... Tu primer cumpleaños sin tu abuela, tus 7 años... Pretendías que todo aquel cuánto estuviera a tu lado, se llenara de la misma felicidad que reflejaban tus párvulas facciones. Un hogar cristiano privó tu felicidad; no tanto por el credo que se desgañitaban en devoto culto tu "familia", sino por la idolatría a un dios que para ellos condena y no libera.

De allí entendiste que Dios sólo hay uno... El resto de los dioses sólo les queda conformarse con el irrosorio literal de la "d".

Brincabas por toda la casa feliz diciendo cuántos años cumplías... Se te hacía eterno cada minuto que pasaba y no llegaba tu cumpleaños y como cualquier niño buscabas la atención de tu papá, ya pasaba un año y ni un abrazo te daba más que estudios forzozos de la biblia... Pero desde ese día la vara de Proverbios 22:15 dejó de ser equilibrada para ser un yugo... Ya mostrabas tus dotes artísticos y tu pasión por crear personajes, tu admiración por la lectura y escritura, el escudriñar e interesarte cada vez más por algo bueno qué leer y aprender TODOS y cada uno de los detalles tácitos, tu pasión por desargumentar a las personas, más que convencerlas...

Pero la opresión cegó el juicio de tu padre... Perdón les pido a los lectores: suelo desenfocarme y tomarme muy personal la historia de éste guerrero; pero ¡VAYA QUE LO SUFRO COMO USTEDES! Hay entidades que tendemos a sentir y más con alguien que desde muy pequeño reconoció cada uno de sus defectos y buscó potenciarse en base a ellos dejando corto el esfuerzo de la opresión por desvirtuarlo.

¡Ay de aquel que voltee su sentir y mirar del Padre! Señor de amor, Cristo de paz, ¿Cuánto más tenía que pasar? ¿No se escuchaban mis plegarias? O al menos, las de él...

Se dice que el sufir es electivo, pero ¿Qué de aquellos que no lo eligeron? Entonces, ¿Acarrea debilidad?

Nos formamos para abrazar, mimar, consentir... Pero ¿Quién para ser fuerte? ¿Quién apuesta a poner otra vez la cara? Creemos que el querer es una bendición y una dicha, pero nunca lo vemos como incumbencia, jurisdicción de cuidar lo que nos importa. Sacarlo del mierdero que provoca aquel desquiciado que no le turba lastimar. Como sociedad somos la ecuación que nunca encajó ni encajará por romantizar absolutamente todo lo que tenemos a nuestro alrededor, sí o sí.

No aceptamos la verdad, cosa que este niño no tuvo más remedio y créanme que para nada es héroe por aguantar, pero vaya que si es responsable de seguir intentándolo con amor y abnegación, entrega y pundonor. No hace falta más perder lo que no tenías porque sí, ya no estaba mamá para defenderte desde hace rato pero desde el día en el que se hizo moda el ultraje en lo que se hacía llamar un hogar religioso, tradicionalista a lo mucho... Desde entonces también papá murió. Sin que lo quieras. Y vaya que duele intentar dejarlo vivo, quizás su desliz.

¡Pobre de ti guerrero! O de ser correcto tu andar, ¡Bendito seas! Porque calvario a cargo llevabas y devolviste la paz para ti y para cuánto quisiera quererte.

--Sólo era un cumpleaños así-- te decías... --Vendrá uno mejor-- entre sollozos limpiando las heridas de tu cara. La pequeña Alejandra horrorizada no tenía más por hacer mas que acompañarte... Cuántas mentiras alegarle a la profe en el colegio cuando preguntaba por las marcas --¡Pero muchacho! ¿Qué hicieron?-- exclamaba... No tenías nada para decir y tu silencio correspondía la actuación de todos aquellos que te rodeaban. Pero ¡Bah! ¿Qué más da? Había era que estudiar.

Todos tenemos siempre en medio de la decadencia un empujón. Dícese de éste, representado para muchos con el molesto bebé de pañales jodedor que nos inquieta hasta el respirar, tardío para ti por tu corta edad, pero que poco a poco ibas entendiendo por fín que era lo que esperabas de él si acaso, llegabas al menos a tus 15 años.

Mas no existe distracción suficiente para solamente crecer, porque en medio de la decadencia de la vida, el dolor cobra todo el sentido posible por ser la forma más universal de permitirnos experimentar los cambios implícitos del vivir... Guerrero, todo esto te dolió, pero no te mató...

La Sombra del Caballero de 1001 BatallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora