Capítulo 8: Calma

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El respirar hasta para dormir, pareciera mito, pero va muy relacionado a cómo sueles levantarte. Esto para nada busca ser una parábola, pero queda reflejo el sentir del subconsciente siempre en la vida diaria de cada quién.

La parálisis del sueño mucho menos es un mito y sobre los sueños precisamente es que deseo hablar: en su sentido más literal para poder comprender aquellos sueños hechos acción, esos que tenemos despiertos, esos que deseamos tener, esos que tenía el pequeño Alberto, ya no tan pequeño, más racional...

Dormir no siempre fué tu afán, desde muy niño solías dormir a deshoras, en momentos en los que no era normal dormir buscando aislarte del peligro; otras veces ni podías dormir porque no tenías en donde. Parece mentira y rayando lo exagerado comparar la escena típica triste de aquel niño abandonado golpeado con una costilla rota por el papá, a las 2 de la mañana caminando por los suburbios buscando quién lo pueda ayudar, es utópico imaginarse lo real que pueda ser el desvanecer de las lágrimas con el agua de lluvia, es impensado siquiera imaginar que puedas llegar así a un hospital y que puedan atenderte siendo un niño y que mientas y puedan creerte que solamente te caíste... Y que literalmente haya pasado. ALGO tiene que afectar.

Perturba la voluntad del más fuerte el pararse cada día con poco dormir o si eres lo suficientemente afortunado, mejor ni dormir... Para que no pases horas productivas durmiéndote donde sea ó que cuando al fin puedas agarrar sueño, nadie pueda levantarte de aquel descanso debido al agotamiento mental que llevas.

Al pasar los años, el luchar y enfrentarte a todo metiendo el pecho tiene sus consecuencias, claro está... Con 17 años sueles cansarte mucho más y ya estás por fin listo para graduarte de secundaria. Observé todo el día como pulías esos zapatos de vestir tan grandes. Cómo buscabas que ese uniforme cubriera de manera normal tu delgadez, de todas maneras, sería la última vez que lo usaras.

Ése día prometía ser un día normal y regularmente es lo que se espera con una vida de tan poco reconocimiento; donde todo el mundo pretende hacer ver tan normal lo que eres y lo que haces, donde queda claro que no es necesario que sea de adular, pero cuánto ayuda al autoestima de vez en cuando un espaldarazo al menos... Solía resprimir ese mensaje entre líneas el hecho de que no lo necesitaste: sólo era un título de secundaria, para nada gran cosa, pero para lo que luchaste y diste, lo era TODO.

Estabas en el pasillo, todos por orden de lista. El 17, nunca lo olvidaré. No me lo pediste, pero quise hasta que el mismísimo Gabriel Arcángel posara un segundo su vista en un guerrero como él para que le recordara a Dios que no se olvidara de ti... Tantas veces el mismo Dios me dijo que era necesario forjarte de ésa forma porque grandes cosas eran para contigo, pero no concebía el hecho por encima de su promesa. Cosa que también sé que haces, pero todo ese daño se resumen a esos pequeños momentos de triunfos, esos pequeños logros que ibas llevando... Se resumía al número 17 de la sección "D". Al cariño que generaste en tanta gente en la que fué tu casa, tu liceo. Donde creciste como persona, como artista, como individuo útil de la sociedad. Donde sí al fin, llegaba el día de tu reconocimiento. Mirar al asiento de tu familia y darte cuenta que no estaba tu papá, tu tía Mercedes llegó con su mirada muy sobria. Veías familias enteras guardando el momento con tanta alegría... Pero ¿Por qué tu tía no era feliz? De allí entendiste que por más que des y hagas las cosas lo mejor posible, nunca harás feliz a todo el mundo mas si acaso haces lo que ellos quieran ni siquiera serán conformes. Todo se limita a que seas tú, original, libre, sin dañar a nadie. Solamente dejando fluír lo que sabes hacer.

Entre tantas reflexiones para dar y tanto que agradecías... Un gesto. Tu compañera de al lado, Dani, ¿Cómo olvidarla? Toca tu brazo y te dice: "Vente que nos toca". Una tarima donde por 5 años que se hicieron eternos de la satisfacción de hacer arte para los demás, de darle la oportunidad a tantos otros de crecer contigo y aprender en el mundo de la expresión, hoy por fín sería testigo ése lugar donde dejaste tantas añoranzas, amistades, compartir, deleitar y admirar tanto talento; ése día te tocaba recibir el más grato logro... El pronunciar de la directora Mary Di Teodoro tu nombre reveló a tu cabizbajo sentir una sorpresa, recuerdo murmurarte: "LEVANTA TUS OJOS MI NIÑO, VÉ CUÁNTO TE QUIEREN" y creo que me escuchaste... Viste alrededor de 600 personas ponerse de pié entre padres y estudiantes, profesores y todo el cuerpo directivo de tu liceo y aplaudirte, pero no un aplauso normal... Era el esquivo reconocimiento que tanto querías. Ése instante, ése momento, ése sudar de tus manos juntas mientras levantabas tu cara a verlos: YA. FUÉ ETERNO. Sentías irreal tanto, al profesor Jhonny, tu mentor a un costado gritar: "BRAVO WILMER, TE LO MERECES" Y caer en la realidad...

¡LO HICISTE BIEN! HAS DADO LO MEJOR DE TI Y AQUÍ ESTÁ TODO EL CARIÑO QUE A TANTA GENTE SUPISTE DARLE CON TU ACCIONAR, CON TU TRABAJO, CON TU SILENCIO, CON TU FUERZA, CON TUS GANAS, CON EL CUCHILLO ENTRE LOS DIENTES... Es tuyo.

Cuánto más llena es que estaban tus profesores todos felicitándote, diciéndote que sí se pudo de una manera muy distinta a como podían expresarlo a los demás. Donde todos y cada uno que te dieron la mano, no evitaron abrazarte y reconocerte. Comprendiste que el trabajo y el esfuerzo tuyo de tantos años, tu empeño y cariño por hacer las cosas, no pasaron debajo de la mesa y ése era el día en el que entendiste que el reconocimiento familiar hace falta, pero no es vital... Más llena que por tu propio pulso te has levantado y has logrado pasar casi un minuto en tarima y que nadie se haya sentado y haya dejado de aplaudir, y que se escuche vítores con tu nombre cuando ya sales de la tarima, volteas y agradeces a todos una última vez con los ojos inundados de nostalgia, de cariño, de alegría y esperanza.

Dios cada día te oyó y te oye. Cuida de ti así sientas tu rostro tan alejado de él, siempre ha visto porque donde pises, sea firme... No hubo momento de toda esa gloria donde no le agradecieras a él por Dios fué quien te protegió y mejor que nadie lo sabías. Ni la sobriedad de una tía que ni se sintió entre tanto cariño que sentiste en ese momento te sacaron de tanta paz, de tanta alegría...

Estás en el camino correcto muchacho; estabas haciendo el bien por ti y no para los demás y eso se percibe. Lo percibieron...

Tu descanso, tu tranquilidad inició justo en ése momento donde todo empezaba a llevar tu rienda, donde tu criterio empezaba a tomar forma, cuando entendiste que ya era el momento de que las luchas tomaran otro color; dónde era tuya ahora la decisión plenamente, la responsabilidad era mayor... Pero ya dejaba de pesar tanto lo que pasó, ya lo contabas sin quebrarte, ya empezaste a soñar lo que despierto construirías para tu vida... No sería perfecto, pero sería tuyo...

Y es que de eso se trata la vida, de mucho luchar para esos pequeños momentos de gloria, de satisfacción... En el que no quieres mirar para atrás para saber cuánto has sufrido, sino para entender lo alto que has llegado...

La Sombra del Caballero de 1001 BatallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora