Capítulo 10: Desarme

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Para llamar a la sensatez nunca tuviste reparo. Nunca viste que fuera difícil empezar a ser directos y vaya que se alejó personas de ti, pero era lo necesario... Porque estabas consiguiendo tener exactamente a quienes necesitabas para crecer y seguir adelante... Extrañabas mucho a aquella niña bonita, y es que hasta yo deseaba conocerla, tener la oportunidad de que me hable de cómo se conocieron; pero como siempre, no pudiste hablar del tema con nadie ni supiste cómo dirigirte a ella. Te petrificó aquel momento en el pasillo de las fotocopias, de por sí siempre te han sudado las manos, ése día más al ver que la niña que creíste imposible por fin siquiera iba a conocerte.

Tu baja autoestima lanzó las alertas de siempre y te bloqueó... Te cerraste a entender de que el simple hecho de compartir con ella ya era... Absurdo. La realidad de siempre dar todo y nunca sentirte suficiente te embargó.

Pero ya no era necesario chistar... El brillo de tus ojos estaban tan radiantes. Había visto que el akor había tocado a la puerta de muchas personas, pero esa mirada decía sentirse desahogada sin siquiera poder expresárselo. No entendiste nunca lo que por ese momento rondaba, no viste venir tanta hermosura en una sola persona, la paz que provocaba en ti; ni lo que poco a poco iba convirtiéndose en aquellos almuerzos juntos en la universidad, pocos, pero sustanciales...

Ni 'Buon giornno Principessa' solía ser tan etéreo como un simple hola salido de sus labios, o una sonrisa cómplice mutua que no era factible ni negociable ocultar. Sinceramente en ése momento no era amor, pero por la manera que maduraba y crecía, seguramente poca cosa no sería.

Tenía la esperanza de que por fin una sonrisa sincera empezara a brotar. Empezaron más problemas y formas imposibles de provocar problemas por tu propia sangre, la propia base de la sociedad para ti, empezó a ser un fango; inexplicablemente sólo ya no podías compartir Universidad con ella, por búsqueda de tus propias metas.

A veces no se entiende cómo es que decidimos que necesariamente hay que quitarse de los ojos un atardecer por el capricho de la aurora; no lo digo por cuestionar tus desiciones, pero sé que necesitabas tiempo para reconstruirte al lado de alguien que tanto bien te estaba haciendo. Era la luz que no querías perder porque por primera vez, aún mirando el ocaso del día, por querer bien y bonito, sentías la frescura del albor en tu rostro quizás y seguramente con un café comi tanto te gusta.

De repente la lobreguez natural del ocaso de una vida gris, te ha hecho reaccionar al solamente darte cuenta que podría ser una decisión mezquina del destino; o quién quiera que sea, darte cuenta que eso que tanto necesitabas ya se iría del país.

¡BENDITO DRAMA MEZQUINO EL DE LA MIGRACIÓN! Y es que si Dios no hubiera querido que se amaran, ¿Por qué cruzarte con ella en la terminal de buses justo cuando ella se iba de Venezuela? ¿Puede el destino o la vida tener el humor tan negro?

Era un nudo enorme en la garganta verla pasada de tragos, pero tan sorprendida... No dejaron de abrazarse ese día. No te quería soltar; y en medio de los celos protectores me sentí en la obligación de llamar a tu frialdad; cosa de la que no puedo fingir mi arrepentimiento.

¿Qué solución se le puede dar a una estrategia de la vida tan confusa? Es decir... No te había tocado luchar así por un querer porque nunca tuviste ese cariño. ¿Y ahora? ¿Cómo decidir no quebrarse ni romperse? ¿Cómo enfrentar desarmado una guerra que todos sabemos que perderemos... En "contra" del amor?

La Sombra del Caballero de 1001 BatallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora