CAPÍTULO 3: Prisas

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Valeria:

¡Despedida!- Me gritó Miranda, mi jefa. Eso me pasa por llegar siempre tarde al trabajo, ¿ahora cómo voy a conseguir dinero?, soy un desastre...

Mientras recojo mi bolso y me quito el delantal, pienso en cómo darles la noticia de mi despido a Val y a Vanessa, ya que todos los lunes desayunan aquí y por ser yo una de las camareras, lo hacen prácticamente gratis. Con prisas salgo de la cafetería y me dirijo a la estación de metro.

Hoy está más transitada de lo normal. Teniendo en cuenta que es Madrid, eso nunca trae nada bueno, ya sea porque eso hace que abunden los carteristas o porque todos los asientos quedan ocupados antes de que cante un gallo. Hoy necesito descansar, las deportivas que llevo puestas me quedan chicas y me están destrozando los pies, me apuesto lo que sea a que cuando me las quite, tendré los pies llenos de ampollas. Y es que esta mañana no encontraba las que me pongo siempre, por eso he llegado tarde por séptima vez consecutiva al trabajo, que ahora como consecuencia, ya no es mío.

Estoy esperando al metro cuando una mujer se levanta de su asiento y rápidamente yo ocupo su lugar. Aunque, nunca me han gustado este tipo de sillas, son muy incómodas y al cabo de un tiempo empieza a dolerte toda la espalda; pero un asiento libre en el metro, es un buen asiento.

Al cabo de diez minutos noto una vibración dentro del bolso, será un mensaje. Efectivamente, enciendo la pantalla y veo que es de Val: "¿Te queda mucho?" junto con una llamada perdida suya. ¡Mierda!, hoy el metro está tardando más de lo normal, en ese mismo instante ya debería de estar con mis primas decidiendo si compramos el piso o no. Sí, como habéis oido, bueno, mejor dicho, leído. Nos vamos a mudar las tres juntas, mi prima Vanessa, mi prima Valentina y yo, que por casualidades de la vida, mi nombre también empieza por la letra "v", Valeria.

Todo empezó desde siendo todas muy pequeñas, hemos estado siempre juntas y como resultado de esa buena relación que teníamos, mis primas, yo y mi hermana, a parte de ser familia, éramos muy amigas. Aunque sobre los trece años Jessica, mi hermana, empezó a distanciarse un poco de nosotras. Total, que al final quedamos nosotras tres, y como nos llevábamos tan bien, a Vanessa se le ocurrió la idea de irnos a vivir juntas; y aquí estamos, doce años después yo aquí, esperando a que llegue el metro para ir a conocer nuestro futuro hogar y ellas, ya allí, y como no, esperándome para empezar la visita.

Por fin llega el dichoso metro y me subo a toda mecha, tan rápida que no me percato del chico que está bajándose de éste a la misma velocidad. Mi móvil sale despedido hacia algún lugar del suelo y mi bolso cae casi a las vías. Escucho al muchacho maldecir y yo, como una buena persona que soy, me disculpo.

- ¡Mira por donde vas, tía!- me advierte de mal humor saliendo del vagón.

- ¡Lo siento! - Lo insulto en mi cabeza y comienzo a buscar mi móvil.

Miro a mi alrededor y no lo encuentro por ninguna parte.

Este capítulo escrito por Valeria es muy especial y con él os presento a la última protagonista. Hemos llegado a las 100 visitas, así que os dejo esta canción que aunque es antigua me ha subido el ánimo. Estamos en cuarentena y necesitamos motivarnos. ¡Ya queda menos!

Besos ;)

Amigas de la misma sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora