CAPÍTULO 5: No estoy segura

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Valentina:

Llegamos a un edificio muy alto en el centro. ¡GUAU, vaya que si es alto! la verdad es que hasta intimida un poco. Unas puertas de cristal nos hacen llegar a la recepción. Esta tiene un mostrador y taquillas, supongo que una para cada vivienda. Parece un hotel, solo que no hay recepcionista por ningún lado. Es un poco caótico, todo el mundo está subiendo y bajando cosas, también hay un señor mayor intentando subir una enorme caja, pero no puede, porque el ascensor está lleno, parece simpático. Me está sonando el móvil, es el hombre que nos iba a enseñar el piso. ¡Genial! va a llegar a las seis. Así le dará tiempo de llegar a Valeria. Cojo un chicle y le ofrezco a mi hermana, pero no quiere. Me dirijo a la papelera que se encuentra junto al ascensor para tirar el envoltorio.

- Perdona, señorita - ¿El hombre de la caja me está hablando a mí?

¿Yo?

- Sí, siento molestarla, pero ¿podrías ayudarme un momento?

- Claro ¿en qué?

- ¿Me ayudarías a subir esta caja por las escaleras? - vale, desde luego no me esperaba eso.

Ehh..., es que verá... estamos...

- Es en el octavo, no puedo yo solo. Por favor, será poco tiempo, es que mi hijo iba a venir pero le ha surgido algo.

- Y ¿no le podría ayudar...? - me giré en busca de alguien más apropiado, pero toda la gente que había se había esfumado, solo estaba mi hermana hablando por el móvil. Ni siquiera se había percatado. Miré de nuevo al hombre - Bueno está bien. - Estoy fuerte de ir al gym, hasta las seis no llega el de la visita y no iba a dejarlo con la caja gigante allí en medio.

- ¡Muchísimas gracias, de verdad!

- Voy a avisar a mi hermana, espere un segundo.

Fui hacia Vanessa que estaba fuera, así que le hice señas para que me entendiese. Veinte minutos después...

- Pues ya está - exclamé.

- Sí, gracias ¿Cómo puedo compensarte?

- No se preocupe, quizás seamos vecinos, venimos a ver el ático. - Le aclaré.

- ¡Oh, no! ¡Jajaja! Yo no vivo aquí, aquí vive mi hijo y sus amigos.

- Ah bueno, pues dígale a su hijo que ya tiene su...

- Es un sillón.

- Ah - me fijé en que lo ponía en una etiqueta al lado derecho. - Bueno, me tengo que ir.

- Sí, yo también. Te acompaño.

Bajamos juntos en el ascensor y vi que Valeria ya había llegado, menos mal. Eran las cinco y cincuenta y cinco, el señor del ático tenía que estar por llegar. Me despedí del hombre y saludé a Valeria.

- ¿A ver qué te ha pasado hoy?

- Mejor te cuento luego. - Me sorprendí. ¿Una historia larga?

Por fin llega el hombre, lo sé porque tenía unas llaves en la mano y se dirigió hacia nosotras.

- Vosotras sois las del ático, ¿verdad?

- Sí - afirmamos todas al unísono. - Yo soy Valentina García, con la que hablastes por teléfono, ella es mi hermana Vanessa y mi prima Valeria.

- Estupendo yo me llamo Luis. Seguidme por favor.

Lo seguimos hasta el ascensor, introduce la llave en el hueco de "ÁTICO" y el ascensor se pone en marcha. El silencio fue un poco incómodo hasta que Vanessa preguntó:

- Oye, ¿hay algún recepcionista? es que como hay un mostrador.... - dijo Vanessa.

- No, es que este edificio antes era un hotel, al cambiar de dueño, lo reformaron para convertirlo en un bloque de pisos y la recepción no la tocaron. Las taquillas se alquilan, dependiendo de cuantas quieras. En las reuniones de vecinos se piden. - Aclaró Luis.

Llegamos, las puertas se abrieron de par en par y dieron paso a un amplio salón con grandes ventanales, los muebles eran blancos y el olor a nuevo inundó mi nariz. Se podía ver que tras los ventanales había una terraza.

- Señoritas, este es el salón...

Blablablá dejé de escuchar en cuanto vi la gran escalera. Este ático estaba bien, ¡muy bien! También veíamos la cocina, que tenía unas grandes puertas correderas y se unía al salón. El suelo era de madera clara. Los muebles eran básicos y solo tenía unos pocos.

- ¿Los muebles están incluidos en el precio? - tenía toda la pinta.

Sí, todo lo que veréis hoy, entra dentro del presupuesto.

- Bien - contesté.

La verdad es que se notaba que faltaba decoración, pero tenía un potencial impresionante.

- Acompañadme...

Nos dirigió a un pasillo que había bajo la escalera, ahí nos encontramos un aseo bastante lujoso y una habitación vacía en "L".

- Esta habitación nosotros la usábamos como habitación de invitados. También podría utilizarse como despacho, gimnasio... ya dependiendo del uso que le queráis dar.

Estaba todo muy bien, pero... no sé, no me veía viviendo allí. Además era un décimo, demasiadas plantas que subir si el ascensor estaba ocupado o averiado. No estoy yo tan segura de que sea nuestra casa ideal. Y cuando dijo el precio... no, definitivamente. Salimos del edificio y nos paramos en una cafetería que había justo en frente. Eran las siete, así que decidimos tomarnos un café.

- ¡Oye, Valeria!, casi se me olvida ¿qué es lo que te había pasado?

Ya hemos llegado a las 200 leídas, no sé  cómo estáis vosotros, pero os puedo asegurar que yo estoy súper feliz y contenta de que cada día, esta familia crezca, que apoyéis esta historia y la disfrutéis es muy importante para mí. Os habéis ganado un hueco en mi corazón y cada vez que me llega alguna notificación de alguno de vosotros, es maravilloso y gratificante saber que todo el trabajo, no es en vano. Espero de verdad que no se quede aquí y que me acompañéis en este camino para poder seguir experimentando juntos. Es un placer teneros conmigo y sin enrollarme más, hasta la semana que viene 🥰

Amigas de la misma sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora