Rumbo a un nuevo comienzo
Valeria:
- A ver, ¿por dónde quieres que empiece: mi trabajo, mis pies o mi móvil?- Pregunté con tono sarcástico y a Vanessa se le escapó una risita.
A ella ya le había informado a cerca de mi catastrófica mañana cuando llegué al edificio, y al parecer, la encuentra bastante graciosa.
- ¿Qué te ha ocurrido en los pies? - me preguntó Val preocupada.
- ¡Que los tiene como tú hace dos meses! - le dijo Vane a su hermana estallando de risa.
- ¡Chsss, calla! ¡Que no los tengo tan mal! - exclamé.
Val se pasó toda una semana metida en la cama sin pisar el suelo, ni siquiera para ir a la universidad. Porque se compró unos tacones, que digo tacones, ¡taconazos!, que no había de su número de pie, pero que le encantaban. Y es que hay veces, que cuando se le mete una cosa entre ceja y ceja, es imposible convencerla de lo contrario y esta era una de esas veces. Ese mismo fin de semana salimos de fiesta y al regresar a su casa, sus pies habían dejado de ser pies y habían empezado a parecer tomates, se llenaron de ampollas, rozaduras y heridas. Al día siguiente arrojó los tacones por la ventana.
- ¡Menos mal! no le deseo a nadie de este mundo que pase por eso - dijo, recordando esos desagradables momentos - ¿Que más te ha pasado?
- No te lo vas a creer, pero la insoportable de mi jefa me despidió y no solo eso, tambien me robaron el móvil mientras venía hacia aquí. - Si es que...lo que no me pasa a mí, no le pasa a nadie.
- ¡No jodas! ¿Te despidieron de Wanda's coffee? Bueno, se acabaron los lunes de desayuno gratis - Me quedé aliviada al ver como se lo habían tomado tan bien. - Ahh, y por eso no contestabas a mis mensajes. - dejémosle creer que era por eso y no por mis pocas ganas de ponerme a darle explicaciones - y... ¿qué vas a hacer sin móvil estos días?
- Por suerte tenía pensado comprarme otro pronto, así que ya había guardado la mitad de las fotos y datos en mi ordenador.
- ¡Oye! ¿qué os ha parecido el ático? - Exclamó Vanessa cambiando de tema.
Me había encantado, sobre todo la pared de cristal que había a la izquierda de la cocina, por donde se podía ver la ciudad y el amanecer mientras desayunabas, aunque yo no soy de las que se levantan a la hora del amanecer... Le aportaba bastante luz natural. Me enamoré de ella nada más verla, tengo que decir que estoy obsesionada con la luz natural y esa ventana, junto con las de la terraza del salón me habían ganado. La cocina tenía un diseño moderno y a la vez elegante, poseía colores como el blanco, gris perla y detalles dorados. Era grande, espaciosa y cómoda, tal y como queríamos que fuera.
Todo estaba reluciente y el olor a nuevo era intensamente agradable. Luis, después de enseñarnos la cocina nos guió hasta una habitación oscura que conectaba con el salón, una sala de cine. Aluciné, eso no me lo habían mencionado las chicas. No era tan grande como me imaginaba que era, pero era suficiente como para traer a unas cuantas amigas y pegarnos un maratón de series. Me encantan esas noches. Cuando entramos, no pude evitar preguntar.
- ¿Esto es lo que creo que es? - Pregunté sentándome en un asiento y pulsando un botón de los miles que estaban en el brazo derecho de la butaca. De repente, el asiento comenzó a darme el mejor masaje que me habían dado nunca.
- Sí, todas las butacas llevan incorporado un sistema de máximo confort y cómodo de manejar para una mejor experiencia. Y, por supuesto, está incluido en el presupuesto- añadió Luis con una gran sonrisa de satisfacción al ver lo impresionadas que nos quedamos.
Nos dejó unos minutos para que investigásemos por nuestra cuenta y después seguimos con la planta de arriba. En esos minutos salí a la terraza. Era grande, con una parte cubierta que se podría convertir en un bonito y cómodo rincón de lectura y relax, en la parte del resto de la terraza que no quedaba cubierta, podían colocarse algunas tumbonas e incluso una piscina para los días de calor.
Me imaginé viviendo en ese piso de ensueño, cocinando para nosotras tres, limpiando a la vez que bailo con la música a todo volumen, comiendo con unas maravillosas vistas, leyendo en la terraza, estudiando en mi habitación, tumbada en el sofá viendo la tele, fiestas repletas de diversión....
- Yo creo que es el definitivo - dije entusiasmada.
- Pero ¿y el precio? Es más del que teníamos planeado. - Informó Val poniendo una mueca.
- Sí, aunque los muebles que hay, estaban incluidos... - respondió Vanessa.
- Es cierto y no vamos a encontrar nada mejor. Te lo puedo asegurar.
- Yo puedo poner más dinero y ya me lo vais pagando - dijo Vanessa.
- Está bien... - Val pasó de una cara seria, a una un poco más alegre- me lo pensaré..., pero no os prometo nada.
A pesar de ser primavera, empezó a oscurecer pronto y nos apresuramos en pagar. Al salir de la cafetería me detengo justo delante de la puerta. En ella hay un cartel que dice: Se necesitan empleados. ¿Cómo no he visto ese cartel antes? Rápidamente me vuelvo dentro, pero en seguida aflojo el ritmo al notar varias molestias en los pies. Veo a un muchacho detrás de la barra y le pregunto:
- ¿Seguís buscando camareros? - El chico, que estaba atendiendo a un cliente me sonrió y me informó sobre el trabajo.
- Sí, aunque ese cartel de ahí lleva puesto bastante tiempo - dice señalando el cartel de la entrada. El chico está para mojar pan, tiene el pelo castaño con los ojos color miel.
- Tienes suerte, solo queda un último puesto.
- Me gustaría ocuparlo.
- Pues si quieres, pásate mañana por aquí para hacer una prueba. Yo no estaré, pero se lo voy a comunicar a David, el jefe, para que te tenga en cuenta. De todas maneras dile que te informó Guillermo haber si con eso me aumenta la paga... - Se rió y yo no pude evitar no hacerlo.
- Lo haré. ¡Gracias! - Salgo de la cafetería y me reúno con mis primas. Me doy cuenta de lo mal que empecé el día y lo bien que está acabando, con un posible puesto de trabajo y mi nuevo hogar justo en frente.
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Amigas de la misma sangre
Novela JuvenilUna chica, su hermana y su prima siempre han soñado con vivir juntas. Un vínculo tan fuerte no es fácil de romper. Cuánto durara esta convivencia?