CAPÍTULO 7: Mudanza

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Vanessa:

Después de que mi hermana llamara a Luis, me di cuenta de que aún no les había dado mi noticia. Aproveché el entusiasmo que tenían tras haber comprado el piso.

-No sé cómo no os habéis dado cuenta antes pero mirad…-les enseñé el anillo y se quedaron con la boca abierta, yo creo que tenía una sonrisa de oreja a oreja.

-¡QUÉ! ¡¿Mi hermana pequeña se va a casar antes que yo?!

-Lo siento pero… ¡sí!

-¡Enhorabuena! ¡Vaya anillo...! - exclamó Valeria  a la vez que me cogía la mano para verlo mejor- ¿Pues sabéis que?, ¡puede que ya tenga trabajo!

-¡Eso es fantástico! - respondimos Val y yo al unísono.

Unas semanas después, nos dieron las llaves, ¡¡el piso ya era nuestro!! Lo primero que hicimos fue hacer más copias, al menos una para cada una.

Ayer dormimos por primera vez en el ático. El problema era que aún no habíamos comprado camas pero como estábamos muy emocionadas quisimos dormir ya allí. Dormimos todas en el  salón, pusimos un colchón y menos mal que el sofá era grande. Hoy me he levantado con un dolor de espalda tremendo, está claro que ese sofá solo es cómodo para sentarse, nunca más voy a dormir en un sofá. Era sábado, lo que significaba que las tiendas estaban abiertas y podíamos comprar muebles y decoración para la casa; aunque lo más importante, las camas. El día anterior nos trajimos cada una un conjunto para hoy, el cepillo de dientes y las cosas indispensables para poder asearnos. Me puse en pie, desperté a Valeria y a Valentina y les dije.

-¡Venga a levantarse, que hoy tenemos muchas cosas que hacer!

-¡Ohh!, venga, cállate y dejame dormir - me respondió Valeria

-No era la respuesta que esperaba pero..., ¡levántate!

-Ya voy...

Valeria es la más dormilona de todas. Después de medir las habitaciones me fui al cuarto de baño, y me vestí. Al salir del baño le pregunté a Valeria y Val que si estaban listas, y para mi sorpresa, sí lo estaban. Decidimos desayunar en la cafetería de esquina, en la que Valeria trabajaba. Al terminar, llamé a Jorge para que nos recogiera, le dije que trajera el todoterreno ya que íbamos a comprar muebles e iban a ocupar mucho espacio.

Primero Valeria y yo fuimos a una tienda donde compramos los tres colchones y los somieres, como eso ocupaba demasiado, preguntamos si nos lo podían llevar a casa y nos dijeron que en 24 horas los tendríamos en nuestro piso. Mi hermana se separó de nosotras porque ella quería muebles vintages para su cuarto y quería pintarlos ella misma. Así que llamó a mi madre para que la ayudara a elegir en una tienda que había mirado por internet. Después fuimos a una tienda especializada en armarios, los diseñamos y los encargamos, aunque nos dijeron que primero tenían que venir a medir las habitaciones, ya que eran a medida, por si había algún error, en lo cual todas estábamos de acuerdo. Luego nos juntamos para comer en un restaurante y por último, fuimos a unos almacenes de muebles suecos y muy baratos donde compramos casi todas las estanterías del salón. También compramos utensilios de cocina, menos los cubiertos porque ya teníamos en el ático, y algunas plantas naturales.

De camino a casa, como ya estaba anocheciendo, nos paramos en un bar de comida rápida para llevar y comer en el ático. Al llegar al piso le pedí a Jorge que nos ayudara a llevar las cajas de los muebles nuevos al ascensor y subirlos hasta el piso. Cuando estaban todos los muebles desperdigados por el salón, empezamos a montarlos, me sorprendió lo fáciles que eran de montar. Al terminar, distribuimos las plantas por la terraza. Estábamos muy cansadas, así que nos sentamos en el sofá y cenamos. La cena ya estaba fría. Al sentarme en el sofá recordé que esa noche iba a tener que dormir otra vez en la tortura china de sofá.

Al día siguiente teníamos pensado ir al bar de enfrente pero cuando estábamos en recepción, había unos hombres de la tienda donde encargamos los colchones y somieres y nos preguntaron que si éramos las del ático, nosotras respondimos que sí, y nos dijeron que ese era nuestro pedido. Así que les ayudamos a ponerlo en el ascensor y también nos montaron los somieres, yo estaba súper ilusionada porque ya no me iba a doler la espalda. Después nos pusimos a colocar los electrodomésticos de la cocina como la cafetera, la licuadora de Val y otros más. Durante todo este tiempo, Val fue al supermercado para poder tener ya comida en el piso. Cuando llegó se llevó la sorpresa y colocamos la compra. Al rato llamaron al portero, ¡ eran los del armario! Midieron y nos dijeron que los armarios estarían en una semana.

Por la tarde fui a la casa de mis padres para coger más ropa, mía y de mi hermana, que no se arrugase para poder ponerlas en las estanterías. Se hizo de noche y por fin pude estrenar la cama, era comodísima, gloria bendita en comparación con el sofá.

Amigas de la misma sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora