You are all that I need [CHAETZU]

[20]

Habían pasado dos semanas desde que las más jóvenes del grupo habían hecho saber su reciente inicio de relación a sus amigas.

Cada día que pasaba, cada segundo compartido entre ambas, sabían que estaban amando a la persona correcta. En esos días la confianza hacia la otra iba creciendo más y poco a poco se acercaban, sus sentimientos estaban en aumento.
Ya que faltaba demasiado para regresar de nuevo a clases, el grupo de amigas tomaron la decisión de darse esas dos semanas para que hicieran lo que quisieran y ya después organizarían los demás días para salir juntas a divertirse.  

La joven pareja pasaba su tiempo viendo películas, salían a divertirse, cenar, turnaban en qué casa comerían e incluso en donde dormirían esa noche. Como ambas vivían solas, les comenzó a gustar la compañía de su pareja desde la primer noche que no querían dejar esa nueva costumbre.

La calidez que se transmitían cada que dormían juntas se convirtió una adicción.

—Buenos días, cariño— susurró Chaeyoung después de darle un pequeño beso en la frente a la más alta.

La taiwanesa frunció un poco el ceño ante la acción.

Totalmente adorable.

Lentamente abrió lo ojos, sonriendo al visualizar a la coreana—Buenos días, Chae— respondió con la voz un poco ronca ya que recién despertó.

—¿Hoy vas a ir con Sana, cierto?— preguntó la de baja estatura, a lo que la contraria asintió en respuesta— En ese caso, ve a ducharte mientras preparo el desayuno— sonrió hacia su novia y le plantó un pequeño beso en su mejilla.

Chae bajó hacia la cocina dispuesta a hacer el mayor esfuerzo en aquel desayuno para su hermosa taiwanesa.
Rato después, ambas se encontraban desayunando tranquilamente.

—¿Y eso que saldrás con Sana hoy?— preguntó curiosa la mayor por la invitación de la japonesa a su novia.

—Mmm, dijo que quería hablar conmigo sobre algo— contestó tranquila mientras alistaba lo que llevaría.

—Sospechoso— el tono en que lo dijo hizo reír a la taiwanesa.

—¿Celosa, Son?— le dió una mirada burlona a la de baja estatura.

—Nono, para nada— rió— bien, no te interrumpo— dijo mientras depositaba un rápido beso en los labios de la mejor y se dirigió a lavar los trastos sucios.

—¡Ya me voy!— gritó la taiwanesa.

—¡Cuídate, amor!— la mejor sonrió por el apodo— Te amo— dijo la mayor mientras se asomaba por la puerta de la cocina para ver a su novia.

—Yo a ti— ambas se sonrieron y la alta finalmente salió de la casa.
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—La noviecita de tu hija ha salido de la casa, ¿vamos tras ella?

—Uno vaya a vigilarla, otro vigile a la cosa esa—dijo con repulsión.

—Entendido.

E hicieron tal como su jefe ordenó.

—Pronto hijita, pronto— dijo con una expresión de odio.

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—¡Por aquí!— dijo la ahora pelinaranja japonesa mientras movía su brazo de un lado a otro animadamente para que la viera.

Cuando la taiwanesa la vio, sonrió hacia su dirección y lentamente se acercó a la mesa.