Cambios.

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-Si voy, no intentaremos salvarla, no trataremos de evitar que los dioses la destruyan, no la salvaremos… 

No la salvarian, porque Athena ya no significaba lo que debería, de alguna forma, durante los siglos que habían pasado, durante las guerras, su señora se corrompió y nadie se dio cuenta, nadie quiso aceptarlo hasta ese momento, hasta que era tarde. 

-No, no haremos eso, puedo darte mi palabra. 

O tal vez ella simbolizaba una justicia mucho más salvaje, mucho más antigua, una justicia que no funcionaba en esos momentos, en los cuales, su hermano, el dios Ares, era quien portaba la victoria, así como era el representante de la justicia en esa modernidad. 

-Ella debe morir. 

Sage era un soldado pragmático, era demasiado viejo y había visto demasiado, era la clase de soldado que no temía realizar los sacrificios necesarios para un bien mayor, como lo era, la vida de los omegas que aún quedaban con vida. 

-Si queremos que los omegas vivan. 

Existían muy pocos ya, casi todos ellos en la Citadela, y eso era triste, era tan deprimente, que no sabia que haria, si sus soldados, si otros alfas, comenzaban a desesperar, como lo dijera Albiore, muchos nunca conocerian a su destinado, porque este fue destruido. 

-Tenemos que vencer a esos dioses y para eso, debemos proteger a la pequeña que sería la reencarnación de Athena, una niña, o muchacha, de nombre Sasha. 

Hades le había dicho que esa muchacha, una criatura dulce y amable, era el siguiente envase de la diosa Athena, tambien le habia dicho donde encontrarla, pero, suponía, que Athena tambien conocia bien donde estaba esa pequeña, así que era una carrera contra el tiempo o el orgullo malsano de los dioses. 

-¿Porque quiere matarme? 

Pregunto Aiacos en ese momento, quien había escuchado suficiente y se encontraba a si mismo en los brazos de ese Sisyphus, que lo abrazaba como si fuera su alfa, algo que no era, así que se aparto. 

-¿Que le he hecho a ella para que quiera matarme? 

Deseaba saberlo, porque su amada había fallecido tratando de salvarlo, su Violate perdió la vida buscando salvar la suya, pero eso nada tenía que ver con la diosa de la sabiduria, asi que, no entendía, porque deseaba matarlo, porque deseaba destruirlo. 

-¡Respondan! 

Sisyphus desvió la mirada, porque era algo doloroso no ser aceptado por ese omega, especialmente, cuando él deseaba protegerlo y ese simple acto, hacía que su diosa quisiera matarlo, por celos, como una venganza. 

-¿No lo reconoces? 

Pregunto Sage, quien guardó silencio al ver la súplica del arquero que le pedía que guardara silencio con la mirada, así que eso hizo, pensando en que decirle a ese omega tan confundido. 

-Athena odia a los omegas, como los otros dioses y le molesta que uno de los nuestros decida protegerte, como si fuera ese alfa que perdiste. 

La expresión de Aiacos fue de completa furia, soltándose de los brazos de Sisyphus y por un momento quiso atacarlo, pero no lo hizo, sin embargo, no deseaba recibir su ayuda, no lo aceptaría. 

-No quiero nada de ti, así que, solo, apartate de mi, me escuchaste. 

Aiacos poco después se marchó, llevando una mano a su cuello, que ya no tenía su mordida, estremeciéndose de nuevo, como si quisiera llorar otra vez, pero no pudiera hacerlo, porque se sentiria humillado. 

Cacería.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora