Kasa.

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Un celo provocado era un acto cruel, sin duda, pero, si contaban los días que faltaban para que Deméter realizará su golpe, ese omega estaría seguro cuando eso pasara, estaría consciente, listo para defenderse, su cosmos brillante, su cuerpo ágil, podría luchar o podría escapar si eso era lo que deseaba. 

Era sin duda alguna un intento de su mascota para proteger a ese omega, porque no parecía que esa criatura quisiera orillarle a estar a su lado, porque podría llamarlo a él, hacer que siguiera su aroma. 

Erebus podía percibir el aroma de ese omega, que era una extraña mezcla entre el dulce cacao y el amargo café, con unas notas de licor, como de whisky, una aroma dulce en su mayoría, demasiado dulce para su gusto, pero suponía que para su mascota ese aroma era agradable. 

En cambio, él prefería el aroma de Hypnos, que era parecido al de las flores, al de la gardenia, con un dejo de sal, de hierba, un aroma extraño para ser el dios del sueño, suponía, pero no importaba, ese perfume era profundo pero sin ser demasiado dominante. 

Y suponía que de ser mucho más penetrante, como sabía el aroma de ese omega lo era para su mascota, no podría controlar su deseo de arrebatarlo para el, para que estuviera a su lado.

De esa misma forma sabía que su mascota, el mítico dragón marino que nadaba acompañado en los albores del tiempo, cuya pareja fue arrebatada por Zeus, tendría mucho trabajo para no acudir a él, para no acompañarlo en ese celo y borrar la mordida de ese otro alfa. 

Que también sería llamado por ese omega, por el simple hecho de tener sus dientes en su piel, un castigo sumamente triste, que el omega siempre pagaba de una forma, completamente injusta.

Asi que, aunque había escapado, no se negaría a obtener aquello que deseaba y podría tener en esa vida, sin demasiado esfuerzo, sólo si él conseguía capturar el amor de Hypnos para él. 

O bien, regresarlo a la seguridad de su dimensión, para que no sufriera ninguna clase de daño, para que no sufriera a causa de la cacería, porque bien sabía, que no se detendrían hasta que mataran a los omegas que aún quedaban con vida.

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Kasa era sin duda uno de los omegas menos atractivos del planeta, de existir muchos más, porque todos los que había visto eran hermosos, cada uno mas hermoso que el anterior, en cambio, él tenía piel blanca, dientes como de tiburón, ojos amarillos, cabello negro sin gracia, una apariencia enfermiza, no era para nada lo que un alfa desearía a su lado. 

Y aunque lo sabía perfectamente, no dejaba de fantasear en que en algun sitio, en algun lugar, algun alfa podría estar interesado en él, lo veria, se enamoraria de el, para tomarlo en brazos, llevarlo lejos, una fantasia que tenia demasiado de niño, que a fuerza de engaños, de traiciones, comprendía que no era más que un sueño estúpido, no era hermoso, era feo, era tan feo que solo durante una cacería, algún alfa podría prestarle atención, supuso. 

El podía usar las ilusiones para matar a sus enemigos, tampoco era especialmente fuerte, pero si se plasia de su falta de sentimientos, aunque suponía, que si sus aliados supieran de sus fantasías, las encontrarian especialmente ridículas. 

Pero cómo podrían comprenderlo, cada uno de ellos era hermoso, cada uno a su manera, pero él, él parecía alguna clase de lagarto, de salamandra, algo que no asociarías nunca con un omega. 

Su nombre no era Kasa por supuesto, pero había tomado ese nombre para honrar al guerrero que estuvo antes que el, usando esa armadura, era por mucho más interesante supuso. 

Podía confiar en sus aliados, ellos nunca le habían tratado como algo que no fuera su aliado, pero todos eran omegas, todos hermosos y si les comentará sus temores, estaba seguro, que se reirían de él o le tendrían lástima, que era por mucho peor a que se burlaran de él. 

Cacería.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora