Un Pasado Doloroso.

488 59 105
                                    

Degel señaló una silla enfrente suyo, para que pudiera sentarse y eso hizo, como un buen chico obediente, esperando por lo que él deseaba decirle, notando como servía dos copas de vino, algo muy extraño, porque él generalmente no bebía, el aroma del licor le molestaba demasiado.

Degel bebió un poco de su copa, como pensando en qué decirle, cómo hacerlo y eso era sumamente raro en él, especialmente por la forma en que fruncía el ceño, como si algo le molestara en específico, algo que pensaba era grave.

-Iban a casarme... 

Pronunció algo distante, recordando las últimas semanas que pasó en su propio hogar, removiendo la copa en su mano, como perdido, una actitud que no le gustaba en lo absoluto a Kardia, que siempre había pensado que Degel era ajeno a las dudas o al temor. 

-Como sabes, a los omegas de buenas familias nos arreglan matrimonios desde que somos muy pequeños, no importa nuestra opinión en realidad, solo enlazarnos con un alfa rico. 

Kardia no sabía eso, era un alfa y no era de una familia adinerada como Degel, quién había participado en bailes de máscaras, quién tenía unos modales exquisitos que hacen que aun los de Albafica fueron considerados los de un salvaje, pero no quiso interrumpirlo, sólo escuchar lo que su amado tenía que decirle.

-Era la fiesta de alguien mas, lo recuerdo bien, porque estaba muy triste, estaba asustado, pensando que lo casarian con uno de los viejos pavorreales y tenía razón. 

Degel recordaba perfectamente la expresión de ese omega, su tristeza, su desesperación y aun a pesar de los años transcurridos, su corazón lloraba en silencio por él, por lo que le obligaron a realizar en contra de su voluntad, cuando aún era un niño, apenas podía decirse era un muchacho. 

Pero en ese momento no pudo hacer nada por el, solo preguntarse porque se veía tan triste, porque estaba llorando, aunque muchos miembros de la servidumbre trataban de animarle, aunque sin mucho éxito y sin creer en sus palabras de aliento.

-Yo era un niño, mucho menor de lo que debería serlo para que me buscaran un alfa. 

El tendría unos seis años, tal vez siete, era demasiado pequeño para comprender lo que pasaba, pero siempre había sido muy despierto y sabía que se trataba de un omega, que eso no era bueno, porque lo casaron apenas tuvieran una oportunidad, sólo porque su padre se toco el corazon y no pudo deshacerse de el cuando nacio y descubrieron que los médicos se equivocaron respecto a su sexo.

-Pero un alfa se presentó, se dio cuenta que yo estaba allí, esperando por huir, como todos los omegas que había conocido.

Era un sujeto desagradable, pelirrojo, vestido como todo noble vestía, con ropa costosa, pero estaba borracho, a su lado había llegado uno más, que le veía con desagrado, tal vez para él era tan pequeño como lo recordaba, pero ese hombre sostenía unas muletas, como si no pudiera caminar sin ellas, vistiendo ropa oscura, seria, no como aquella del borracho que lo sostuvo de la muñeca, que era demasiado pomposa, de muy mal gusto.

-El alfa estaba ebrio, sostenía una copa de vino y se acercó a mí, acariciando mi mejilla. 

Degel sintió como si un gigante se abalanzara contra él, como si una montaña le cayera encima, haciéndole temer por su seguridad, por su vida, especialmente, cuando el vio como sus pupilas cambiaban de forma, su sonrisa torpe ensanchandose. 

-Solo era un niño, pero eso no importaba, por la ropa que llevaba puesta sabía que me trataba de un omega. 

El sujeto de las muletas quiso apartarlo de su lado, pero lo empujaron, haciéndolo caer, haciendo que varios mas vieran esa escena, pero no se perturbaran, sin embargo, los sirvientes que estaban cerca, se apresuraron a levantar al que había caído, dejándolo solo de momento.

Cacería.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora