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Salió a la sala un segundo después, una toalla blanca envuelta alrededor de sus caderas, su pecho todavía húmedo y brillante con gotas de agua de la ducha, sus mejillas estaban rojas y yo recordé de pronto la reclamación de Liz de que se estaba ma...

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Salió a la sala un segundo después, una toalla blanca envuelta alrededor de sus caderas, su pecho todavía húmedo y brillante con gotas de agua de la ducha, sus mejillas estaban rojas y yo recordé de pronto la reclamación de Liz de que se estaba masturbando, yo empuje esa imagen mental lejos para inspeccionarla más tarde.

—¿Que demonios está haciendo él aquí? —gritó Liz señalando a Noa.

Noa parecía incómodo y avergonzado, un impulso protector creció dentro de mí no uno que haría que Noa se sintiera mal por estar aquí.

—Liz relájate, te lo explicaré, Noa ¿por qué no vas a mi habitación y te vistes?

Desapareció por el pasillo sin decir una palabra

—¿Qué demonios te pasa? —susurró Liz en voz alta tan pronto como él se había ido.

Levanté mi mano, deteniéndola antes de que actúe cómo loca.

—No es lo que piensas, solo va a estar aquí hasta que esté sobre sus pies y no pasa nada entre nosotros, te aclaro.

—Oh claro, por eso estaba jugando con el pajarito en el baño, porque exactamente nada esta pasando ¿verdad?

—Exacto, porque no esta recibiendo ninguna acción de mi parte. Sé bien que parece una locura, pero él es mi amigo.

Ella respiró hondo y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, parecía estar relajada.

—Tienes suerte de que te quiero niña, porque de lo contrario, estaría llamando a la policía.

—Gracias, Lizzie, pero no puedes decirle a nadie sobre esto. En especial, a Clancy.

—Obviamente —se burló ella.— Por lo menos todavía tienes un poco de sentido del bien y el mal.

Quité el paraguas de sus manos.

—Suelta el arma, te prometo que es bueno.

Noa salió unos minutos después, vestido con pantalones vaqueros y una camiseta gris desgastada.

—Hola, soy Noa.

Él le extendió la mano a Liz. Le sonreí cálidamente agradecida de que a pesar de esta situación incómoda, era cortés y bien educado.

Liz le sonrió también, pareciendo notar por primera vez lo atractivo que era. Yo había visto esa sonrisa de antes, y usualmente es reservada para un hombre que estaba tratando de impresionar.

—Es agradable conocerte.— Le dedicó una sonrisa.

— Veo que ya has conocido a Tom. —El ajeno bajó la mirada dirigiendo esta al gato que serpenteaba alrededor de los tobillos de Liz.

—Ah, ahora todo tiene sentido, Tom es obra tuya.

Él asintió con la cabeza y se agachó para recoger el gato, sosteniéndolo contra su pecho.

—Sí.

—Danae odia los gatos.— Comentó Liz.

—¿Odias a los gatos?— Preguntó Noa, volviéndose hacía mí con una mirada de preocupación.

—Por supuesto que no, no los odio.

Noa se volvió hacia Liz por la verdad, ya es consciente de que dentro de los treinta segundos de conocerla, ella no era una de contenerse.

—Ella los odia, lo que significa que ella realmente tiene que quererte.

Noa me sonrió cálidamente. —Ve a la calle, Tom.— Éste encaminó al gato directamente a la puerta conduciéndolo afuera.

Liz se quedó toda la tarde para conversar con Drew y yo. Compartimos una copa de vino y de fondo puse una playlist aleatoria, sentí alivio al ver a Liz ser amable con él, aunque me di cuenta de que había expresado todo lo que estaba realmente en su mente después. Cuando estuvo lista para irse, ella me pidió que la llevara afuera, lo cuál fue clave para "si o si me voy con información fuera del alcance del oído de tu presa", genial. Me deslicé sobre mis zapatos y la seguí hasta el pasillo, se quedó callada mientras descendíamos las escaleras, pero me di cuenta de que sus pensamientos giraban, entré en alerta roja. Una vez que llegamos a la calle, se detuvo delante de su coche.

—¿Así que realmente no hay nada entre Noa y tú?

No esperen mi acto tímido de "asentí" porque es obvio.

—Demuéstramelo.

Incliné mi cabeza, tratando de entender. ¿Quería inspeccionar mi feminidad para detectar si jugamos al papá y a la mamá?

—¿Cómo?

—Uhm...si te organizo una cita irías?

Maldición.

—En efecto, harta de los hombres pero nunca del pito.

Ella tomó una respiración profunda, obviamente satisfecha de sí misma.

—Excelente, es mañana por la noche, a las ocho, con Jason, el tipo que conociste en el club. Ha estado preguntando por ti.

Vaya, cupido tocó mi puerta y todo lo organizó, que sorpresa!

Abrí la boca para protestar, cuando Liz le dio unas palmaditas a la parte superior de mi cabeza.

—No te olvides de traer puesto un vestido.

Finalizó con eso entrando luego en su coche para marcharse.

AMNESIA ❥ S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora