Las Cosas No Son Como Se Planean!

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  Y allí estaba yo, con los nervios a flor de piel. La única distracción que tenía para quitarme la tensión era hablar con la chica de al lado.

-La verdad es que si, te ves bastante nerviosa- Al parecer mi comentario le impresionó, y de un momento a otro cambió su cara como si no fuese la misma persona, era toda sonrisas. 

-Disculpa, es que tranco mi rostro en momentos de mucho estrés-

- Imagino que es normal, mucho gusto, mi nombre es Priscila- le dije en forma cortés para causar buena impresión. 

- Lo mismo digo, yo soy Keila- y nos tomamos las manos en símbolo de amistad. 

Estuvimos unos minutos hablando hasta que llegó la hora en que ella pasara por la primera prueba, ya quedaba poco menos para mi turno. Este examen es muy sencillo, consiste en cantar el fragmento de una canción que hayamos preparado y luego improvisar algún paso de baile con la canción que nos pongan. 

Cuando la chica de Espejuelos que estaba parada en la puerta donde se hacían las audiciones mencionó mi nombre con voz firme, el corazón me dio un salto que sentí que se me salía. Bien rápido entregué el formulario con mis datos y  me puso un cartel en el pecho con un número de identificación, era la número 189. Al entrar en la habitación, habían como 15 personas que imagino que eran parte del jurado. Canté la canción que había diseñado con tanta dedicación, luego improvisé los mejores pasos de baile que pude con la canción pop que reprodujeron para mí. Terminé y no dijeron absolutamente nada, tenía que esperar a que vieran a otras aspirantes y luego llamaran a las afortunadas. No duró mucho esa espera, a los minutos comenzaron a llamar a los números que pasaron a la siguiente ronda, fui uno de los primeros en mencionar. Me trasladaron, junto con las otras 70 chicas a otra habitación, un poco más pequeña y fría. La temperatura debía estar en los 10 c°, porque me estaba congelando por segundos. La segunda prueba consistía en hacer diferentes poses y expresiones corporales según me indicaban para así demostrar si teníamos presencia escénica. En mi turno empezaron a decir emociones cada segundo, me dolía la cara de tantos gestos. Alegría, Agonía, melancolía, Desamor. Joder ya tenía ganas de que pararan esa mierda. Al igual que la primera vez, nos dejaron esperando hasta que tuvieran los resultados. Felizmente pasé, la verdad es que me lo esperaba, 2 horas diarias entrenando frente a un espejo las expresiones de mi rostro no habían sido en vano. Ahora quedaba la última fase, para entonces quedaban 8 chicas solamente, y de esta elegirían como mucho a 2 de nosotras. Esta era la definitiva, y la verdad es que temía de tener que quedarme a las puertas como el año pasado. Llegué, me presenté y di una imagen tan carismática, tan dulce, tan educada que ya me estaba dando vergüenza de que se viera poco real. Me fijé en el director, era el quien tomaba ahora la decisión final. Este me miró, como si me reconociera, me señaló y preguntó.

- ¿Esta no es la primera vez que audicionas verdad? Dijo confundido.

- No, de hecho, es la tercera vez que lo intento, el año pasado me quedé en esta prueba.- Dije, intentando lucir mi insistencia de todos los años.

- Con razón tu cara me parecía conocida. Muy bien, empecemos!-

Y así fue, empecé a cantar y a bailar tal y como me preparé. Sentía que todo iba perfecto, y así era. Pero en un instante de segundo entró en mi mente la posibilidad de quedarme fuera, no tendría otra oportunidad. Ahí estaba, me quedé como una tonta, con la música de fondo corriendo y yo parada, en blanco. Había olvidado la coreografía que había perfeccionado con tanto esmero, parecía una tonta delante de esos profesionales. El corazón se me había descolocado, los latidos de este retumbando en mis oídos. Me sentía pequeña, boba, colgando en una incertidumbre sin saber cómo reaccionar. Escuché que alguien dijo en voz baja - la pobre--y una lágrima me corrió por un ojo. Intenté ser dura, pero me pasó inconscientemente. El director miró con cara de cansancio y dijo mientras se fijaba en unos papeles encima de su mesa.

-Lo siento bonita, los nervios traicionan en estas situaciones, pero lo importante es saber reaccionar y no lo supiste hacer. Lamentablemente no pasaste-. Me comunicó todo eso sin levantar la cabeza de sus papeles ni una sola vez. 

-Al menos lo intenté, y no una, sino tres veces, fui perseverante, así que si no pude demostrarlo lo siento- Dije de forma prepotente, estaba enojada porque no me había mirado tan siquiera a la cara.

En cuanto terminé de hablar, fui directo a la salida y no mire atrás hasta que llegué a mi casa. Aún estaba impactada porque apostaba lo que fuera a que seste intento seria el definitivo. Corrí en dirección a mi cama y me tumbé mientras lloraba como una niña chiquita quién le han roto una muñeca. Tantos pensamientos pasaban por mi mente  que entre uno y otro me quedé dormida, con el corazón partido en dos sabiendo que ese sueño se había esfumado de mi vida. 


La Historia De Una IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora